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"Hola papá, ya no me duele el brazo"

"Daría mi vida por salvar a Alba", aseguraba ayer Álvaro Luis C., 46 años, en el comedor de su casa en Ontiñena, en Huesca, mientras la niña se sigue debatiendo entre la vida y la muerte en la unidad de cuidados intensivos del Valle Hebrón, en Barcelona. Las proclamaciones grandilocuentes de amor de paternal no consiguieron, sin embargo, disipar las sospechas que se desprenden del acta de procesamiento de un juzgado de Fraga en la que también se acusa a este hombre de haber maltratado a su hija el pasado diciembre."Nunca la he golpeado. Alba se rompió el brazo, saltando en la cama, cuando se encontraba con su madre en Barcelona. Todo son invenciones de mi ex compañera", insiste el padre biológico, al intentar recuperar la honorabilidad entre los 600 vecinos de este pueblo del bajo Aragón, en el que vive desde hace cuatro años.

El domicilio, en el centro del pueblo, a medio camino entre la Iglesia, la casa de los jubilados y el Ayuntamiento, ha sido para Alba el domicilio más estable y feliz de su corta vida; llegó aquí cuando contaba apenas un año de edad y ha permanecido en él hasta hace poco menos de seis meses, cuando sus padres decidieron separarse.

"Ana María, la madre de Alba y yo nos conocimos en Esterri d?Aneu, hace cinco años, cuando los dos trabajábamos en la hostelería. Acababa de regresar de Suiza, donde trabaje 15 años de cocinero y donde había contraído un primer matrimonio del que tengo una hija de 19 años. Ana María y yo decidimos vivir juntos, nunca nos casamos, entre otras cosas, por que yo no estoy aún divorciado", explica Álvaro Luis. La estantería del comedor está atiborrada de pequeños recuerdos, sobre los que destaca una enorme foto coloreada a mano de sus padres y sus otros cinco hermanos, tomada a principios de los setenta, cuando el había dejado de estudiar en la escuela de su Vigo natal, trabajaba como mozo de almacén y su padre había obtenido ya una pensión vitalicia por su silicosis. "Alba, cuando viene los fines de semana a Ontiñena se pone contenta. Todo el pueblo la conoce. Tiene sus amiguitas y es todo lo feliz que puede ser una niña que arrastra desde la infancia problemas en el habla y que necesita el tratamiento continuado de un logopeda", recalca el padre. El pasado fin de semana, pocas horas antes del incidente que ha colocado a Alba al borde de la muerte, sus padres habían establecido una tregua en sus largas peleas, surgidas como consecuencia de su separación, y habían alcanzado un pacto; el padre se iba a hacer cargo de la pequeña un tiempo. La operación de traspaso, programada en un restaurante de Sabadell, nunca se llevó termino. La madre no acudió a la cita y el padre volvió solo a casa. Al anochecer, mientras Álvaro Luis C., conducía hacia Ontiñena, sonó el teléfono móvil. Como si fuera un último adiós, le llegó casi imperceptible un hilo de voz: "Hola papá, ya no me duele el brazo". La comunicación se cortó de pronto. El juzgado le ha prohibido volver a acercarse a su hija. Él también es un supuesto maltratador.

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