Lula pone en marcha un gigantesco plan de viviendas sociales en Brasil
El Gobierno brasileño del presidente Lula da Silva ha puesto en marcha un programa para la construcción de nuevas viviendas y la rehabilitación de otras en los barrios marginales, las llamadas favelas. El Estado invertirá directamente más de 390 millones de euros para financiar el programa y, además, aprobará incentivos fiscales, reconocerá la propiedad de la tierra a sus poseedores históricos, y otorgará créditos blandos por valor de 7.000 millones de euros a través de bancos públicos para completar el conjunto de ayudas.
Brasil necesita, según cálculos oficiales, ocho millones de nuevas viviendas. Un proyecto habitacional dormía en el Parlamento desde hacía 12 años. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha tenido el mérito de sacarlo a flote y ha anunciado un conjunto de ayudas que incluyen una línea de crédito para la vivienda valorada en 7.000 millones de euros. Aparte, otros 390 millones saldrán directamente del erario público para la financiación de vivienda social.
El presidente se ha curado en salud saliendo al paso de las críticas del carácter electoralista del proyecto, al afirmar que no pudo hacerlo antes por falta de recursos y que mejor tarde que nunca.
A pesar de la importancia del presupuesto dedicado a la vivienda, el proyecto está siendo muy criticado. No sólo porque la mayoría de la ayuda va a beneficiar a la clase media y alta, sino porque los casi 400 millones de euros que se destinarán a la vivienda social no son para construir nuevos barrios, sino para ayudar a los más pobres a comprar los materiales para rehabilitar sus propias casas o mejorar sus barrios. Esto último ha llevado a los expertos a temer por un aumento de la infravivienda en los barrios marginales, en vez de que mejoren las existentes, como ha escrito el diario O Globo.
Otra de las críticas es que la rebaja fiscal para la compra de una serie de materiales de construcción -cemento, ladrillos, cal, pintura, azulejos, etcétera- pueda acabar beneficiando más a la clase media, que tiene un mayor poder adquisitivo, que a los más pobres. Éstos, con un salario de unos 140 euros mensuales, difícilmente podrán comprar esos materiales -a pesar del alivio fiscal- para construirse una casa propia, sobre todo si, además, se tienen en cuenta los altos precios del suelo.
A su vez, José Geraldo Tardin, director de la Asociación Brasileña de Mutualistas de la Vivienda, cree que las medidas del Gobierno "no van a reducir el déficit habitacional de ocho millones de unidades, concentrados mayoritariamente en las clases de renta más baja".
El ministro de Urbanismo, Márcio Fortes de Almeida, reconoce que, "a pesar de ser real el riesgo de que aumente el número de favelas", el Gobierno ya ha trabajado para paliar ese problema con la regularización de la titularidad de los terrenos. El presidente Lula ha defendido con fuerza en un programa de radio semanal llamado Café con el presidente, transmitido a escala nacional, su proyecto de vivienda. "Todo brasileño sueña con tener una casa propia", dijo Lula.
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