Dos de cada tres pacientes con dolor torácico no tienen problemas cardiacos
El dolor en el pecho es una de las causas más frecuentes de ingreso en Urgencias por el temor a sufrir un infarto de miocardio. Sin embargo, dos de cada tres pacientes de los que acuden con esta dolencia no tienen enfermedades del corazón. El dolor torácico de origen no cardiaco, como se denomina esta dolencia, afecta a cerca de un 25% de la población. La mitad de ellos tiene reflujo gastroesofágico y la otra mitad sufre crisis de angustia, ansiedad, problemas musculoesqueléticos o procesos infecciosos. De momento, no existe un protocolo de actuación claro con estos pacientes, que llegan a la consulta de aparato digestivo por exclusión, después de haber acudido a las de otras especialidades.
"Cada persona somatiza los problemas de una manera diferente. A unos les produce cefalea, taquicardia, opresión en el pecho; a otros, dolor muscular, cervical, o colon espástico. El dolor es un mecanismo de autodefensa. A los pacientes que tienen esta dolencia se les consideran enfermos funcionales patológicos que, unas veces tienen que aprender a vivir con la molestia, otras madurar y otras veces tener la suerte de dar con un buen médico que le inspire confianza", explica Ricardo Moreno, jefe del servicio de Aparato Digestivo del hospital La Princesa de Madrid.
El dolor torácico de origen no cardiaco no tiene base orgánica, pero se manifiesta de manera muy parecida al de origen cardiaco: es un dolor opresivo que empieza en el centro del pecho y se extiende hacia el hombro y la espalda. Su origen no esta relacionado con su localización o extensión. El por qué duele el pecho cuando se tiene un problema en el esófago todavía está por resolver. Los especialistas sostienen que ambos órganos, corazón y esófago, están muy próximos y que, probablemente, haya un mecanismo final común que genere la alteración en el reflujo esofágico. Lo primero que se hace en estos enfermos es descartar una enfermedad cardiaca o cualquier otra enfermedad que por las características individuales del paciente pudiera ser la causante del dolor.
"Es difícil convencer a un enfermo que lleva más de 10 años con dolor torácico de que tiene problemas de ansiedad; que este dolor no es un trastorno grave. A pesar del tiempo y pruebas diagnósticas realizadas, en su fuero interno, el enfermo piensa que este dolor es de origen torácico. Muchas veces lo somatiza y se enfrenta a situaciones que le impiden llevar una vida social normal, falta al trabajo y evita las actividades sociales. Todo este comportamiento ocasiona alteraciones y tiene repercusiones familiares", explica Moreno.
Las pruebas diagnósticas permiten avanzar en el manejo de estos procesos. Entre las más novedosas figuran la manometría de alta resolución del esófago y la impedancia esofágica, que analiza el reflujo no ácido que pudiera pasar del estómago al esófago. "Este dato", según Cecilio Santander, médico adjunto del servicio de Aparato Digestivo del hospital La Princesa, "es muy importante porque hasta ahora sólo se diagnosticaban a los pacientes con reflujo esofágico ácido".
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