Día de Andalucía
Siempre he tenido a gala ser andaluz y más después de vivir desde hace seis años fuera de Andalucía, pues eso me ha permitido darme cuenta de que muchas críticas que hacía a mi tierra eran perfectamente trasladables a otros puntos de España, como, por ejemplo, la tendencia a la pandereta y una falta de seriedad y formalidad enfermizas. Desgraciadamente, desde ayer, Día de Andalucía, retornan los fantasmas del pasado y vuelvo a inclinarme por establecer un punto de inflexión entre el sur y el norte de Despeñaperros.
La concesión del título de hija predilecta de Andalucía a la duquesa de Alba me parece un bofetón a tantos andaluces que estos años se han dejado la piel por convencer al resto del mundo de que Andalucía es algo más que panderetas, cornetas y aldeas romeras. La máxima institución representativa de Andalucía, la que se supone que debe encarnar todos los esfuerzos dirigidos a la modernización y justa imagen de esta tierra, resulta ser la primera que se encarga de dejarla en evidencia. ¿Alguien en su sano juicio puede explicarme qué diantres ha hecho esa señora por Andalucía? Por favor, que alguien me ilumine, pues a lo mejor resulta que sí y mi distancia no me lo ha dejado ver.
