Las dos caras de la solidaridad
Melisa impulsó la donación de su padre y Carmen conocerá al suyo gracias a otros trasplantes
La decisión de Melisa Matamoros de donar los órganos de su padre abrió nuevas expectativas a cinco enfermos. Carmen Ponce conocerá al suyo gracias al gesto de dos donantes. Carmen, un bebé de seis meses escasos, nació dos días después de que su padre, Antonio, abandonase el hospital sevillano en el que permaneció ocho meses al borde de la muerte. Este abogado de 33 años dejó su bufete el 20 de enero de 2005 por un molesto dolor de cabeza y todavía no ha regresado. Tras un fallo hepático fulminante, los cirujanos le implantaron un hígado llegado de Canarias gracias a un "código cero", reservado para las emergencias. "Pero las prisas nunca son buenas y se sucedieron muchas complicaciones, aunque aquel hígado le salvó la vida tuvimos que volver a trasplantarle otro", recordaba ayer José Pérez Bernal, el coordinador de trasplantes del hospital Virgen del Rocío. Tras recibir un segundo hígado en junio, que se convirtió en el número 500 implantado en el hospital, Ponce se ha recuperado hasta recibir el alta el 1 de septiembre. Dos días después nació su hija.
Melisa, de 16 años, venció las reticencias del resto de su familia para ceder los órganos de su padre, de 43, fallecido tras un aneurisma cerebral. En semejante momento de desgarro, ningún allegado se sintió capaz de acceder a la petición de los coordinadores de trasplantes hasta que Melisa les convenció de que su padre seguiría "vivo" en otras personas. Cinco enfermos se beneficiaron de ellos.
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