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LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

El Gobierno mantiene sus expectativas de paz y rechaza cambiar de política

La Moncloa resta relevancia al comunicado de ETA, pero admite que ha enfriado el optimismo

Luis R. Aizpeolea

El comunicado difundido por ETA en la tarde del sábado no ha cambiado la estrategia y las perspectivas de paz del Gobierno en el País Vasco. "El Ejecutivo mantiene su política, sus objetivos y sus expectativas en Euskadi", manifestaron ayer fuentes cercanas a La Moncloa tras analizarlo con detalle. Lo que los terroristas expusieron en él mantiene intactas las esperanzas del Gobierno sobre un hipotético proceso de paz, esperanzas que se basan en la información de que dispone y que corrobora lo que el presidente Zapatero afirmó el pasado día 3, que "está próximo el principio del fin" de la banda.

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El Gobierno no ve nada relevante en el comunicado de la banda, en el que ni le cita ni menciona la posibilidad de abandonar la violencia. No obstante, el Ejecutivo admite que el comunicado, que no sólo le ha sorprendido a él sino a la ilegalizada Batasuna, ha enfriado su optimismo y el de quienes comparten su estrategia frente a ETA. Este comportamiento de la banda es un ejemplo más, según señalan en La Moncloa, de los avatares a los que alude el presidente cuando dice que el proceso será "largo, con altibajos y no sometido a un horizonte temporal".

El Gobierno, que tampoco contaba con una declaración inminente de cese de la violencia de ETA, rehuyó ayer realizar declaraciones públicas sobre su análisis pormenorizado del comunicado. En diversos ámbitos de la izquierda abertzale que han estudiado también en detalle el comunicado se considera que éste es ante todo un texto de reivindicación de los últimos ocho atentados de ETA, si bien en las frases más políticas contiene algunos elementos de lo que será la propuesta de la banda cuando haga público el cese de la violencia.

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Estos elementos que adelanta el comunicado coinciden con el discurso de la ilegalizada Batasuna desde el mitin de Anoeta en noviembre de 2004: que se respeten los acuerdos que decidan los vascos, y el establecimiento de la negociación y el diálogo como caminos para la paz y la normalización política. Paralelamente, el texto difundido por la banda el pasado sábado no hace apelaciones a la violencia, como ha sucedido habitualmente en los comunicados reivindicativos de ETA, lo que no ha pasado inadvertido en La Moncloa.

El Gobierno, según manifestaron ayer fuentes de la Presidencia, mantiene la aseveración de su presidente sobre las expectativas de paz, sobre la base de "una política que se está realizando en muchos frentes, no está sometida a un horizonte temporal y está y estará dirigida desde La Moncloa". Se refieren a que el eje del proceso no estará en Euskadi, donde hay numerosas iniciativas en marcha, con muchos movimientos sociales a favor de la apertura del proceso de paz -sindicatos, colectivos de mujeres, contactos políticos para constituir una mesa de partidos sobre la normalización-, sino en la Presidencia del Gobierno, desde dónde se realizará la interlocución principal.

El Ejecutivo aún "no tiene un calendario, pero sí una hoja de ruta" del proceso. Ya la ha adelantado varias veces. Cuando ETA declare el cese de la violencia, el presidente del Gobierno se tomará un tiempo prudencial para conocer a fondo la voluntad de la banda de abandonar definitivamente el terrorismo, y cuando la constate comparecerá en el Parlamento para ofrecer la hoja de ruta: la apertura del diálogo con ETA y la constitución de la mesa de partidos en Euskadi.

La Moncloa resalta el carácter atípico de este futuro proceso, comparado con sus precedentes de Argel, liderado por Felipe González en 1989, y de Suiza, que dirigió José María Aznar entre 1998 y 1999, incluso en el protocolo. ETA no tiene por qué actuar de la misma manera, a través de un comunicado oficial, y el presidente, por su parte, ha ofrecido una fórmula inédita: comparecer en el Parlamento para pedir autorización para dialogar con la banda. En 1998, Aznar hizo una declaración institucional en La Moncloa.

No obstante, fuentes de la Presidencia insisten en que el proceso de paz no está sometido a un plazo temporal, porque probablemente dure varias legislaturas. De ahí la trascendencia de que el primer partido de la oposición, el PP, se incorpore al proceso. El proceso de paz en Irlanda del Norte dio sus primeros pasos con la Declaración de Downing Street (1993), con el Gobierno conservador de John Major, y el Acuerdo de Stormont (1998) y cierra un primer ciclo con el desarme del IRA en julio de 2005, bajo el mandato del laborista Tony Blair.

También es importante la incorporación del PP por su influencia en sectores sociales que jugarán un papel en el proceso.

Asimismo, el proceso antes de echar a andar, y ésa es otra singularidad respecto a los precedentes fallidos, está contando con una importante movilización social en el País Vasco. Este hecho, que los partidos vascos denominan "blindaje" del proceso, creen que garantizará su irreversibilidad.

El Gobierno mantiene su confianza en que el cese de la violencia llegará, además, por el contexto internacional -el terrorismo islamista ha eclipsado al de ETA, y el precedente del IRA-, la presión judicial, policial, social y política sobre los etarras y su entorno político.

El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, declaró ayer, en alusión a Zapatero, que "un gobernante que se precie tiene la obligación de intentar la paz, sin precios, sin hipotecas, aunque sea duro, largo y arriesgado". "Si ETA abandona las armas, ¿por qué no intentar la paz si es lo que quiere la mayoría de los ciudadanos? Los que buscan la paz son los políticos valientes, los que no, son cobardes. Y Zapatero es un político valiente", informa Manuel J. Albert.

Ibarretxe e Imaz, en un homenaje ayer a víctimas del franquismo.
Ibarretxe e Imaz, en un homenaje ayer a víctimas del franquismo.EFE

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