Barcelona busca coordinar inversión pública y privada para potenciar su crecimiento
El área metropolitana confía a las nuevas infraestructuras su futuro económico
Barcelona ya ha hecho su apuesta de futuro en el marco de la globalización indómita. El área metropolitana impulsará en los próximos cuatro años proyectos por valor de 6.000 millones de euros para espolear su economía, como la ampliación de la Fira, las obras promovidas por el Consorcio de la Zona Franca y el crecimiento del puerto y el aeropuerto. Son las infraestructuras necesarias para una ciudad que confía su expansión al diseño, el turismo, la tecnología y las ciencias de la salud. El reto es abandonar la proliferación de iniciativas públicas y privadas descoordinadas de los últimos años y aplicarse el cuento de que si la inversión no viene a Barcelona, Barcelona debe ir a por esa inversión.
Agustín Cordón: "Ha habido una dispersión de recursos en muchas iniciativas"
Miquel Valls: "Los planes son ahora concretos y buenos, pero van lentos"
Maravillas Rojo: "Crecer en servicios no es un problema si éstos son de calidad"
Manuel Royes: "La gestión de puerto y el aeropuerto debe descentralizarse"
"Los extranjeros se sorprenden porque Barcelona tiene más parques tecnológicos y científicos que Stuttgart o Helsinki", comenta Francesc Santacana, coordinador del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona 2006-2010, que es lo más parecido a la hoja de ruta que debe seguir la economía para sobrevivir a la globalización. Santacana es uno de tantos que hacen autocrítica de los planes puestos en marcha en la última década, marcada por una amalgama de iniciativas dipersas. Hoy la gran Barcelona se vuelca en cuatro firmes apuestas.
A los 900 millones de euros que Fira de Barcelona invertirá en su ampliación en el recinto de Gran Via se suman los 700 millones que el Consorcio de la Zona Franca destinará para dar a luz nuevas zonas logísticas, industriales y de oficinas que sumarán 1,2 millones de metros cuadrados hasta 2009. En el mismo periodo deben finalizar las obras del puerto y el aeropuerto, que aumentan en superficie y capacidad con una inversión global de 730 y 2.700 millones de euros, respectivamente, pendientes de ejecución. A todo ello hay que añadir más infraestructuras como la alta velocidad y el metro.
Estas son las estructuras que acogerán la transformación económica de la vieja Barcelona industrial, volcada ahora en el turismo, el diseño, la industria cultural y las ciencias de la salud. También se ha abierto un frente en la industria aeronáutica, con la idea de reconvertir a este sector las fábricas de componentes para automóvil de bajo valor añadido que pasan dificultades. Para ello, el Ayuntamiento ha creado la Asociación Barcelona Aeronáutica y del Espacio (BAiE).
"Esta ciudad ha sido laboratorio de muchas iniciativas, los recursos son limitados y ha habido muchos actores que han querido participar, con lo que hemos sufrido una dispersión de fondos", opina el director general de Fira de Barcelona, Agustín Cordón. Ahora considera que se ha tomado la vía de los grandes proyectos.
Infraestructuras
La ampliación de la feria en el recinto Gran Via de L'Hospitalet es uno estos grandes planes que impulsarán la economía barcelonesa, dado que su actividad ya genera hoy en día 2.000 millones de euros de negocio indirecto y crea 41.000 empleos anuales. El Consejo General de la Fira, formado por la Generalitat, los ayuntamientos de Barcelona y L'Hospitalet y la Cámara de Comercio, ultima ahora un nuevo convenio de financiación y estudia incorporar a cajas de ahorros al proyecto.
Pero la Feria también necesita otro tipo de ayuda. "Nos urge mejorar la movilidad, que el metro una los dos recintos feriales -Montjuïc y Gran Via- y, por supuesto, convertir El Prat en un aeropuerto intercontinental", destaca Cordón. Son problemas resueltos desde hace años sobre el papel, pero que acumulan retrasos notables.
El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Miquel Valls, también cree que los grandes planes del área metropolitana avanzan a paso de tortuga. "Los proyectos son ahora concretos y buenos, pero van lentos", lamenta, y advierte de que "la palabra clave es coordinación", aunque, a su juicio, no siempre resulta sencilla: "Hay espíritu de colaboración entre las instituciones, pero aún cuesta dar el salto a lo concreto". En su opinión, la actual coincidencia de color político en las tres administraciones -local, autonómica y central- "se ha notado en la cordialidad del ambiente, pero no ha acelerado acuerdos".
Consensuar los intereses de diferentes instituciones y los del sector público frena toda decisión, pero Barcelona podría mejorar su eficacia en este terreno. Así lo defiende Santacana, que reclama la institucionalización del área, un gobierno metropolitano para la gran Barcelona.
Santacana señala que la ciudad debe encaminar su economía al llamado sector quinario, que engloba actividades relacionadas con la innovación en la industria cultural, los servicios sanitarios, científicos y educativos.
Esta nueva área económica deberá absorber los más de 200.000 desempleados que generará la desindustrialización de Barcelona.
Algunas medidas previstas con este objetivo son el sincrotrón o acelerador de partículas en el Vallès, los parques audiovisuales previstos en Barcelona, el cluster (concentración) de empresas biotecnológicas y el campus de Levante.
El Consorcio de la Zona Franca, que promociona y gestiona proyectos logísticos, industriales y urbanos, llevará a cabo varias de estas actuaciones. El delegado del Estado en el organismo, Manuel Royes, cree que en lo que el consorcio puede resultar "más útil" es en la creación de centros de investigación, pero también reclama que el esfuerzo vaya acompañado de mejores infraestructuras.
"El transporte del siglo XXI será el ferrocarril, y para que Barcelona pueda crecer se necesita un ancho de vía europeo", sostiene Royes, que también plantea una gestión más eficaz del aeropuerto de El Prat. "No entiendo cómo en un país tan centralista como Francia la gestión de aeropuertos está descentralizada y en España no ocurre", apunta.
Capital riesgo
El déficit de infraestructuras ha causado cierto "estrangulamiento" en todo proyecto económico que Barcelona ha puesto en marcha en los últimos años, sostiene Francesc Raventós, presidente de la firma público-privada de capital riesgo Catalana d'Iniciatives.
En su opinión, todas las propuestas de los dos últimos años "han estado muy condicionadas por el debate del Estatuto y el nuevo acuerdo de financiación autonómica". Ahora, con el pacto de financiación sobre la mesa, cree que se ha dado "un paso significativo y todo mejorará si hay más recursos".
En este sentido, Raventós también propone "una gran empresa capital riesgo público-privado, fuerte, con un capital de 1.000 millones de euros".
La concejal de Empleo e Innovación de Barcelona, Maravillas Rojo, también cree que el capital riesgo necesita un impulso. "En este sector hay mucho capital y cada vez menos riesgo", lamenta Rojo, que además es presidenta de Barcelona Activa, una entidad que fomenta la creación de empresas, asesora a los emprendedores y dispone de un vivero de firmas.
Barcelona Activa asesora a más de 1.000 nuevos proyectos empresariales al año, de los que el 60% acaban constituyendo una nueva empresa que genera 2,3 empleos. Es un buen síntoma para una ciudad que "está creciendo mucho en servicios, pero que son emergentes y de alto valor añadido", opina.
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