Isabella Rossellini filma una carta de amor a su padre
La actriz presenta un libro y el cortometraje 'Mi papá tiene cien años' en Berlín y Madrid
Querido señor Rossellini: he visto sus películas Roma, ciudad abierta y Paisá, y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado su alemán, que no es muy inteligible en francés y que en italiano sólo sabe decir ti amo, estoy lista para ir y a hacer una película con usted". Roberto Rossellini (Roma, 1906-1977) recibió esta carta el 6 de mayo de 1948 y no dudó en calificarla como el "regalo más preciado" de su 42 cumpleaños, en el telegrama de respuesta que envío a Beverly Hills a la remitente: la actriz sueca Ingrid Bergman.
Aquel cruce de correspondencia fue el comienzo de uno de los romances artísticos más sonados de la época. La estrella hollywoodiense abandonaba hija y marido y se lanzaba a los brazos del maestro del neorrealismo italiano. El escándalo estaba servido tras el rodaje de Stromboli -la primera de las seis películas que realizaron juntos- y el romance parecía indestructible.
"Alfred Hitchcock le dijo: 'Tenías que haber sido cura y no cineasta"
"Mi padre lo hacía todo en la cama: comía, escribía, veía a los colaboradores..."
Cuatro años después de la misiva de Bergman al admirado director, nacía la primera de los tres hijos que tuvo la vilipendiada pareja: Isabella (Roma, 1952). Y es ella quien ahora firma una nueva "carta de amor de quince minutos" dirigida al mismo destinatario, Roberto Rossellini, con motivo del centenario de su nacimiento. Sin matasellos de por medio, Isabella escenifica un homenaje a la figura de su padre -"un genio que vive casi en el olvido"- en el cortometraje Mi papá tiene cien años. El guión de esta cinta es también el eje del libro In the name of the father, the daughter, and the Holy Ghosts (En el nombre del padre, de la hija y de los espíritus santos) con el que Isabella completa el tributo a su padre.
Publicado por la editorial alemana Schirmer Graf, el volumen -presentado esta semana en el Festival de Berlín- recoge las notas y dibujos que Isabella realizó durante la producción de la película, fotos procedentes del archivo familiar, la correspondencia entre Bergman y Rossellini y una entrevista que dos jóvenes franceses, François Truffaut y Eric Rohmer, realizaron al director italiano para Cahiers du Cinema, entre otros materiales. En el capítulo dedicado a la familia, Isabella habla acerca de la dificultad de ser hija de dos mitos del cine y de su profundo amor por su padre. "Tenía complejo de Electra, puede que todavía lo tenga. Nunca quise matar a mi madre, la quería, pero de pequeña sin duda era la niña de papá", escribe.
La actriz y modelo protagoniza bajo la dirección del canadiense Guy Maddin el cortometraje en el que se inspira el libro y que fue presentado el pasado lunes en la Filmoteca de Madrid. De factura clásica, en blanco y negro -como casi todas las películas de este director-, para la redacción del guión Isabella Rossellini utilizó multitud de cartas y documentos. "Pasé nueve meses escribiéndolo y un año rodándolo. Todo lo que pongo en boca de los personajes fue dicho por ellos en la vida real", explicó la actriz. Estrenada en el último Festival de Toronto, la película, de producción canadiense, será exhibida en varios festivales y canales de documentales.
Isabella Rossellini es la única intérprete de la cinta pero se disfraza en la pantalla para dar vida a Fellini y a la propia Ingrid Bergman, sin olvidar a Chaplin, al productor David O. Selznick ni a Hitchcock. Con todos ellos entablan un diálogo a tres Isabella y Roberto Rossellini.
El director está representado en la cinta por una gran tripa, una imagen que la actriz asocia con su figura por las muchas siestas que se echó tumbada sobre ella -"suave, redonda, grande, caliente y acogedora"-. "Papá, cuando era pequeña tenías una tripa tan grande que pensaba que estabas embarazado, además tú siempre te lamentabas de no haber podido amamantar a tus siete hijos", recuerda la actriz en uno de los diálogos de la película. La actriz también desvela la afición de su padre por las pastillas de glucosa y por hacerlo todo en la cama para "no malgastar energía". "En la cama comía, veía a sus colaboradores, leía, escribía, se tomaba un espresso, editaba sus películas. Más que nada, mi padre pensaba y pensaba y pensaba".
En el papel de Hitchcock, Isabella le reprocha a Rossellini haberse dedicado al cine. "Tenías que haber sido cura y no cineasta", le espeta el director británico. Aburrido, cabezota, lento son algunos de los insultos que suenan de fondo y a los que la tripa de Roberto responde que "la realidad es más fuerte, más extraordinaria que nada de lo que pueda imaginar la mente humana" y reivindica "el poder de los sueños, la fantasía y la memoria".
Mi papá tiene cien años también aborda la vida personal del director y así Isabella pregunta a su madre por Ana Magnani, a quien Roberto abandonó por ella -"Ana era una loba valiente", dice Bergman-. ¿Y es cierto que la relación con Rossellini perjudicó la vida profesional de Bergman? "Fui yo quien destrocé su carrera", sentencia Ingrid Bergman.
Babelia
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