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Tribuna:CARTA DE ERDOGAN A ZAPATERO
Tribuna
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"Libertad con responsabilidad"

El primer ministro turco, copatrocinador de la Alianza de Civilizaciones junto al jefe de Gobierno español, le dirige una carta abierta en la que propone una doble vía para rebajar la tensión: evitar "vejaciones" contra Mahoma y condenar todas las respuestas violentas.

Estimado colega:

Ante los recientes sucesos provocados por la publicación de una serie de caricaturas que representaban al profeta Mahoma, me ha parecido necesario escribirle esta carta y expresarle mis puntos de vista, con la esperanza de poder impedir que la situación actual se deteriore hasta el punto de amenazar todavía más la paz y la estabilidad internacional. Estos desgraciados acontecimientos han creado una tensión, casi una polarización, entre Oriente y Occidente y entre los mundos islámico y cristiano, sin precedentes en los tiempos modernos. Por el bien de la paz mundial y la salvaguardia de los valores, creo fundamental que los políticos y hombres de Estado actúen con prudencia y sentido común, se comporten como auténticos dirigentes y emprendan las acciones conjuntas que se esperan de ellos.

En primer lugar, todos debemos tratar de entender las razones de fondo que han dado lugar a los últimos incidentes. Los musulmanes, en general, respetan como es debido a todos los profetas. Pero, a pesar de su profundo respeto por el profeta Mahoma y su firme creencia en las enseñanzas islámicas, están dispuestos a escuchar cualquier crítica bienintencionada. Ahora bien, lo que no se puede pretender es que toleren supuestas críticas que claramente violan los límites de la crítica genuina y son, en realidad, vejaciones e insultos descarados contra el profeta Mahoma.

Hemos observado que algunos sectores de los medios de comunicación han considerado estos desafortunados sucesos como un caso fundamental para la libertad de expresión. También hemos observado cierta tendencia a utilizar la situación para poner a prueba la paciencia del mundo islámico y su idea de libertad. Semejante arrogancia cultural no puede justificarse en ninguna cultura ni civilización. Ninguna cultura tiene derecho a insultar las sensibilidades de otras. La condición indispensable para una coexistencia armoniosa es que las distintas civilizaciones y tradiciones reconozcan y respeten las respectivas diferencias, siempre que estén en conformidad con los valores comunes sobre los que se apoya nuestra experiencia democrática moderna. Esa condición es también un requisito de la visión pluralista moderna, que comprende la necesidad de mantener y respetar las diferencias como elementos enriquecedores, en vez de abandonarlas para que las exploten quienes desean crear enemistad y odio.

Hemos defendido con firmeza que, mientras no sustituyamos la tesis del "choque de civilizaciones" y la cultura de la violencia y el enfrentamiento por una "alianza de civilizaciones", seguirán estallando conflictos. Por desgracia, los últimos acontecimientos han demostrado que teníamos razón.

La libertad de prensa y la expresión de esa libertad por todos los cauces existentes son elementos imprescindibles de la democracia. Sin embargo, a la hora de aplicar esa libertad, hay que tener sentido de la responsabilidad moral. No hay en la tierra ninguna libertad que pueda invocarse para degradar e insultar creencias, valores y símbolos sagrados. Tenemos que reflexionar sobre unos aspectos tan fundamentales y delicados.

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Por otro lado, quienes, en su indignación, recurren a la violencia, y quienes incitan o provocan esa violencia, perjudican a su propia causa y pierden el derecho a tener razón. El islam es la religión de la paz y exige la protección de la vida, la propiedad y la dignidad de todos los que viven en países islámicos. La defensa del islam y los musulmanes no puede llevarse a cabo con métodos que empiezan por oponerse a las enseñanzas islámicas.

Turquía apoya todos los esfuerzos sinceros destinados a enriquecer el diálogo y facilitar la reconciliación y la integración. Nuestro objetivo supremo es contribuir con las peculiaridades de cada uno al ideal humano de alcanzar "la unidad en la diversidad". Tanto la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones como nuestros pasos decididos para acabar siendo miembros de pleno derecho de la Unión Europea tienen como fin hacer realidad este noble ideal.

Creo firmemente que las civilizaciones comparten valores, normas y principios que pueden permitirles colaborar en la lucha contra los numerosos problemas que acosan al mundo de hoy. Creo asimismo que la gran mayoría de las personas están deseando acoger al otro, encontrarse con él en torno a esos factores comunes, y que eso desmiente las teorías de que se avecina el enfrentamiento. Ése es el contexto en el que debemos impedir que en las sociedades occidentales arraiguen políticas capaces de engendrar "islamofobia". En estas circunstancias tan críticas, es crucial actuar con sensatez y con más sentido de la responsabilidad que nunca. Nuestras experiencias históricas y nuestros valores en común nos muestran el camino. No sólo debemos exhibir un propósito compartido, sino que debemos asegurarnos de emplear todos los medios y mecanismos a nuestro alcance para calmar las tensiones actuales.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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