La desconocida torre de Santo Tomás
El edificio almohade reconstruido en el siglo XIV se abre en Sevilla por primera vez al público
La torre de Santo Tomás, uno de los elementos del sistema defensivo almohade de la Sevilla del siglo XII que se reconstruyó en el XIV, abrió ayer sus puertas por primera vez. El edificio, de 15 metros de altura de los cuales ocho están rellenos de tapial, es un pequeño hexágono con lados de 150 centímetros que pasa desapercibido no sólo para los visitantes, sino también para los propios sevillanos.
La torre, también llamada de Abdelaziz, se encuentra en la esquina de la calle de Santo Tomás con la avenida de la Constitución y sólo puede verse parcialmente porque la mitad de sus lados están embutidos en los edificios contiguos.
Desde ayer y hasta el día 28 de febrero la exposición Ojos que no ven, piedras que hablan permitirá que el público pueda conocer el interior de esta atalaya defensiva, familiarizarse con la cerámica de la época almohade y reconocer lo que queda del entorno almohade. La muestra, organizada por la Fundación Contsa -calle de Santo Tomás, 17. 3º-, incluye visitas guiadas por la zona (954 42 21 36).
"La torre de Santo Tomás simboliza la transición del mundo andalusí a la baja Edad Media, justo en el momento en que se fragua la indentidad andaluza", explicó ayer el arqueólogo Enrique Domínguez, quien además es comisario de la exposición con la que se ha abierto el monumento.
Como todos los elementos de la muralla almohade, que cercaba 150 hectáreas, la torre de Santo Tomás está declarada Bien de Interés Cultural (BIC) pero la comunidad de propietarios que tiene el derecho al usufructo del monumento -entre ellos la Fundación Contsa- desconoce quién es el propietario. "Está claro que forma parte del patrimonio español, pero existe un vacío legal. Catastralmente el mantenimiento le pertenece a los propietarios del edificio, pero debería ser una Administración la que se hiciera cargo de regular la visita, una vez que haya terminado la exposición", asegura Domínguez.
Según los historiadores, la torre era la esquina noroccidental de una alcazaba almohade construida entre 1150 y 1171 para albergar las tropas junto al palacio de gobierno. De esta alcazaba se conservan también otra torre, encastrada en la fachada de la antigua cilla y la puerta del Arquillo de la Plata. "Todavía no se ha hecho un estudio arqueológico, pero por las investigaciones históricas que hemos realizado pensamos que la torre se levantó en el siglo XII, pero se cayó con el terremoto de 1356 y se reconstruyó durante el reinado de Pedro I, en la segunda mitad del siglo XIV, en un estilo mudéjar similar al del palacio del rey en el Real Alcázar", explica el comisario.
"Sevilla es una ciudad monumental y, precisamente por eso, toda la atención se centra en algunos elementos singulares, mientras que se pierde la idea de Sevilla como ciudad histórica y amurallada. La torre era sólo un elemento defensivo dentro de un complejo entramado en el sector meridional que reunía los centros de poder político, religioso y económico y a los que no tenían acceso los ciudadanos normales", añade el arqueólogo.
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