Un paréntesis de agua
Comienza la recuperación ambiental del arroyo Riopudio, en el Aljarafe sevillano
A mediados de octubre de 2004, la Asociación para la Defensa del Territorio del Aljarafe (ADTA), en colaboración con la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua, inauguraba una exposición itinerante dedicada al Riopudio. No sólo se trataba de divulgar los valores naturales de este humilde cauce sino, sobre todo, de buscar el compromiso de las diferentes administraciones en la recuperación ambiental del mismo. Como entonces explicaron los responsables de ADTA, si las administraciones públicas no actuaban de inmediato sería imposible salvar de la destrucción uno de los últimos elementos naturales que aún perduran en el Aljarafe sevillano, comarca que, con el paso de los años y por su proximidad a la capital, ha sacrificado buena parte de sus señas de identidad para dar cobijo a una población que ronda las 400.000 personas.
El Riopudio, que desde Olivares hasta Coria del Río recorre de norte a sur el Aljarafe, se convertía así en el símbolo de un patrimonio hidrológico sometido a un excesivo maltrato y, al mismo tiempo, se revelaba como el mejor ejemplo de ese otro modelo de desarrollo que podría ser viable si se lograba el acuerdo de todas las instituciones implicadas en su conservación. ADTA proponía neutralizar la degradación del cauce, protegiendo tanto sus valores naturales como los elementos culturales asociados al mismo, de manera que pudiera convertirse en un gran parque periurbano, o, si se prefiere, en un extenso corredor verde capaz de descongestionar la zona central de esta comarca.
Vía pecuaria
En paralelo al río discurre una de las vías pecuarias más importantes de España, la cañada real que enlazaba Medellín (Badajoz) con Isla Mayor, camino que servía para conducir el ganado desde la Meseta hasta los pastos de invierno que crecen en las marismas del entorno de Doñana. Este camino, además de ofrecer un itinerario alternativo a las carreteras, constituye, a lo largo de sus 15 kilómetros de recorrido, un espacio libre, de dominio público, que ocupa unas 100 hectáreas de superficie.
Alrededor de estas dos vías, fluvial y pecuaria, se extiende, asimismo, un amplio valle que atraviesa el término municipal de 13 localidades, y en el que se incluyen otros muchos elementos susceptibles de integrarse en ese gran parque periurbano. Además de los afluentes del Riopudio, el entramado de vías pecuarias y los múltiples caminos cargados de historia y tradiciones (muchos de ellos son imprescindibles para el tránsito de la romería del Rocío), a lo largo de este corredor se conservan algunas haciendas de gran valor arquitectónico, como la de Torrijos, construcción emblemática en la cultura popular del Aljarafe. También se localizan restos arqueológicos de cierta importancia, como los dos puentes romanos que salvan el cauce, y no pocas manchas del primitivo olivar y de otros cultivos tradicionales que antaño ocupaban gran parte de esta comarca.
El guante que arrojó ADTA acaba de recogerlo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que la pasada semana presentó el esbozo de lo que será el plan para la restauración ambiental del Riopudio, proyecto en el que también se han embarcado la Consejería de Medio Ambiente y la Mancomunidad de Desarrollo y Fomento del Aljarafe. Los objetivos generales de este trabajo incluyen la adecuación del cauce, de manera que recupere su estructura natural sin que ello origine problemas de desbordamiento o erosión; la reforestación de sus márgenes y de los terrenos que discurren en sus cercanías; la defensa del dominio público, evitando la ocupación ilegal del mismo, y el fomento de aquellas actividades que hagan posible el uso del área restaurada por parte de todos los ciudadanos.
De los 23 kilómetros que recorre el cauce desde su nacimiento hasta su desembocadura, se ha previsto actuar en más de 18 kilómetros, repartidos entre los términos municipales de Olivares, Salteras, Espartinas, Bormujos, Bollullos de la Mitación, Mairena del Aljarafe, Palomares del Río, Almensilla y Coria del Río. Asociados al río, y por tanto sometidos de alguna manera a su influencia, se han identificado terrenos que suman cerca de 140 hectáreas, en las que se acometerán obras de reforestación para las que se ha calculado el uso de más de 36.000 árboles y cerca de 70.000 arbustos. De acuerdo a las características naturales de la zona, las especies que mayor número de ejemplares reunirán en el entorno del Riopudio serán el álamo blanco (casi 7.000 ejemplares), el fresno (más de 6.500 ejemplares) y las encinas y olmos (con más de 4.000 ejemplares cada uno). Al mismo tiempo, se mantendran aquellas manchas de olivar mejor conservadas como ejemplo de los primitivos países agrícolas.
En lo que se refiere al uso público, se han previsto cuatro áreas de esparcimiento y un sendero que, en las dos orillas, sumará casi 35 kilómetros de recorrido y que será transitable a pie, a caballo o en bicicleta.
Cuestión de olfato
En época romana, el Pudio discurría junto a yacimientos de azufre que aportaban al cauce un característico olor putrefacto (putidus en latín), y ése es el origen del nombre que hoy recibe el río. Resulta paradójico que el olfato, por motivos que nada tienen que ver con aquella primitiva circunstancia, siga indicando la presencia de este curso de agua en aquellas zonas donde se vierten residuos urbanos sin someterlos a tratamiento alguno, utilizando el propio cauce, o alguno de sus afluentes, como verdaderos colectores.
Aunque la intensa urbanización que ha sufrido la comarca del Aljarafe pudiera hacer pensar que en ella ya no hay lugar para la fauna silvestre, el Riopudio, y las tierras que lo circundan, sigue brindando cobijo a un buen número de especies características de zonas agrícolas. Desde las aves más discretas, como aquellas que forman parte del grupo de las paseriformes (vencejos, golondrinas, aviones, verderones o ruiseñores), hasta las más vistosas rapaces, como el ratonero, el milano o los mochuelos, que aún mantienen sus territorios de caza en parcelas rodeadas de viviendas y carreteras. Mamíferos como la liebre, el topo o el erizo también están presentes, aunque los felinos, que en su día estuvieron representados por la jineta, terminaron por desaparecer. Al borde de la desaparición se encuentran algunos peces (barbos y carpas), reptiles y anfibios que en muy pocos enclaves pueden resistir el impacto de la contaminación que sufren las aguas de este río.
Toda la cuenca del Riopudio constituye, por último, un corredor estratégico, un paréntesis de agua, en la ruta que siguen las aves migratorias hacia las marismas del Guadalquivir y el corazón de Doñana.
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