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Reportaje:

Marsans intenta sanear Aerolíneas

El grupo español mantiene sus planes para sacar la compañía argentina a Bolsa

La difícil situación laboral que se vive en Aerolíneas Argentinas, con huelga incluida, corre el riesgo de frustrar la estrategia de Marsans para su sociedad participada, un proyecto que pasa por su normalización operativa y financiera y una posterior oferta pública de venta (OPV) a presentar en la Bolsa de Buenos Aires.

Los pilotos creen que el proyecto de Marsans de potenciar Austral esconde una táctica para transferirle aviones, rutas y pasajeros de Aerolíneas
Aerolíneas habría logrado, según Marsans, resultados positivos por valor de 43,8 millones de dólares en 2003 y 44 millones en 2004

En Marsans se sentían relativamente animados hasta que en noviembre los pilotos de APLA y los técnicos de mantenimiento de APTA, los dos sindicatos más combativos de la compañía, iniciaron una huelga que paró nueve días la línea aérea y le generó pérdidas por valor de 12 millones de dólares. Y que, casi seguramente, volvió a generar pérdidas a la compañía argentina en 2005. El grupo español, que recibió la compañía argentina (cuyo 92,1% adquirió a la SEPI en 2001) al borde de la suspensión de pagos y con casi todas sus rutas internacionales desactivadas, viene reivindicando las bondades de su gestión. Según sus cifras, Aerolíneas (que incluye a Austral, que cubre las rutas domésticas) habría abandonado los números rojos al año siguiente de su entrada.

Afectada por una deuda acumulada de 1.817 millones de dólares en 2001 y pérdidas de 392 millones de dólares en 2001 y 363 millones en 2000, Aerolíneas Argentinas habría logrado, según Marsans, resultados positivos por valor de 43,8 millones de dólares en 2003 y 44 millones en 2004.

Y no sólo eso. Su tráfico subió desde los 3,7 millones de pasajeros de 2002 a cerca de seis millones el año pasado y su plantilla desde 6.734 a 8.704 trabajadores. Según el grupo español, la mejora de las constantes vitales de Aerolíneas se debe a decisiones como la reanudación de las rutas internacionales (vuela ahora a 24 destinos exteriores) y la estrategia de contención de gastos (con la renegociación de todos los contratos de suministro). También ayudó la estrategia de Marsans de llenar la flota de 65 aparatos de Aerolíneas con pasajeros de otras compañías del grupo español.

El grupo afirma haber cumplido los acuerdos con la SEPI, en especial las inversiones. Ha anunciado un plan de renovación de flota por valor de 528,5 millones de dólares, ya parcialmente cumplido. Y recientemente adquirió un simulador de vuelo y una flota de autobuses para los aeropuertos bonaerenses de Ezeiza y Aeroparque. Estos días inicia los trabajos de construcción de una nueva sede corporativa, la Ciudad Aerolíneas.

Críticas a la gestión

En Argentina no ven las cosas del mismo modo. Sindicatos de la empresa y sectores del Gobierno se han mostrado muy críticos con la gestión de Marsans en la compañía y lograron incluso convencer el año pasado a Nestor Kirchner de que la situación era muy negativa. Tanto, que éste se quejó por dos veces a José Luis Rodríguez Zapatero de la situación de Aerolíneas. La situación estalló en noviembre (temporada alta en el país), cuando los sindicatos de pilotos y técnicos de mantenimiento, que exigen fuertes aumentos salariales, iniciaron una huelga que algunos calificaron de salvaje.

Al final, la huelga se detuvo por la intervención del propio Gobierno, preocupado con los prejuicios que le estaba creando a la economía argentina, sobre todo a los sectores hotelero y turístico. El paro no sólo afectó a los vuelos internacionales sino también a las conexiones domésticas (operadas por Austral), lo que dejó a muchas ciudades del país, incluidos destinos turísticos, incomunicadas.

Ahora, hay un compás de espera para negociar, producto de un acuerdo auspiciado por el Gobierno argentino, que expira a finales de febrero. Pero, hay expectación sobre el desenlace de la crisis. Los pilotos se han mostrado especialmente beligerantes con el proyecto de Marsans de potenciar Austral como línea aérea internacional, que interpretan como una táctica destinada a trasladar aviones, rutas y pasajeros desde Aerolíneas (la compañía mala) a Austral (la buena). De momento, el Gobierno de Kirchner le ha negado a Austral las cuatro rutas internacionales solicitadas.

La acusación de los pilotos descansa sobre el distinto clima laboral que se vive en las dos compañías. Mientras que en Aerolíneas no ha cesado la agitación laboral, en Austral el ambiente es más plácido. De hecho, los pilotos de esta compañía han criticado públicamente la huelga de sus colegas de Aerolíneas.

De momento, el conflicto ha aplazado la OPV del 45% (un 30% en Bolsa y un 15% entre empresas argentinas), prevista para 2005 o principios de 2006. Entre otras razones, porque ha acabado con la racha de resultados positivos de los últimos años. La prensa porteña ha publicado que la salida a Bolsa, cuyo objetivo es no sólo la obtención de fondos sino también argentinizar la compañía, se ha complicado por la negativa del Gobierno de Kirchner (el Estado argentino tiene el 1,2% del grupo aéreo) a aprobar los balances de la sociedad (que aprobaron durante la etapa de pérdidas).

Alta conflictividad

Fuentes solventes consideran, sin embargo, que la principal razón del retraso no se debe a este hecho sino a que la conflictividad e incertidumbre que rodea a la empresa y la permanencia de Marsans en ella reduce el atractivo de Aerolíneas para los inversores. Por eso, Antonio Mata, su presidente, ha intentado contactos con el Gobierno de Kirchner para conocer sus intenciones con respecto a Aerolíneas.

En el sector se cree que la OPV podría ser el preludio de una venta, que Marsans ha desmentido (oficialmente dice que su vocación "es seguir"). Pese a que el grupo adquirió Aerolíneas (a través de Air Comet) por un precio simbólico (y la asunción de deuda por 635 millones de dólares), en Marsans consideran que el esfuerzo de gestión desplegado en la compañía argentina y su calidad operativa actual la convierten en una aerolínea con un valor de mercado muy diferente del que tenía en 2001.

Antonio Mata, presidente de Aerolíneas (izq), junto a Luis Conrado, presidente de Marsans Argentina.
Antonio Mata, presidente de Aerolíneas (izq), junto a Luis Conrado, presidente de Marsans Argentina.EFE

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