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LA PACIFICACIÓN DEL PAÍS VASCO

La policía detecta un descenso significativo de la actividad organizativa de ETA en Francia

La banda terrorista mantiene en España tres 'comandos' operativos con capacidad para atentar

ETA mantiene intacta su capacidad para atentar, pero sus movimientos organizativos en el País Vasco francés, lugar donde la policía suele tomar el pulso a su actividad criminal, se han ralentizado significativamente. Éstas son las principales conclusiones del último informe elaborado por las fuerzas de seguridad sobre la situación de la banda. Las últimas investigaciones han constatado la presencia en España de tres comandos: uno en Vizcaya, otro en la zona geográfica que comprende Navarra y Aragón, y el tercero, que se circunscribiría a la provincia de Guipúzcoa y con capacidad para actuar en Madrid.

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La maquinaria terrorista de ETA no se ha detenido, lo confirman los últimos atentados, y lo corroboran los informes policiales, que señalan que la banda conserva su total capacidad de maniobra criminal. Sin embargo, el último informe policial constata algún movimiento positivo al otro lado de la frontera. Desde el 1 de diciembre se han contabilizado casi una veintena de ataques terroristas contra oficinas de Correos, instalaciones del Inem y compañías privadas, pero hace casi tres años que la banda no comete asesinatos.

El último informe de la Comisaría General de Información de la Policía se divide en seis epígrafes en los que se evalúa la situación en cada provincia vasca, se detalla la situación en Francia y se establecen una serie de conclusiones. En éstas, los investigadores destacan que los comandos que se encuentran operativos en estos momentos son grupos itinerantes: están preparados para desplazarse a Madrid o a cualquier otro punto de España. Los cuerpos de seguridad tienen identificados a decenas de integrantes de esos comandos, según el documento policial. Sin embargo, en uno de los puntos de referencia más importantes para tomar el pulso a la actividad de la banda, el País Vasco francés, sus movimientos organizativos se han reducido significativamente, según la policía.

Pese a estos movimientos contradictorios, los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad subrayan que es necesario mantener la guardia en la lucha antiterrorista. Los etarras han ralentizado sus movimientos, pero fuentes de la lucha antiterrorista advierten de que estas señales no permiten confirmar policialmente la posibilidad de un anuncio de abandono de las armas de la banda. Desde el punto de vista estrictamente operativo, ETA sigue activa y atentando, y no da más señales, según las mismas fuentes.

El descenso de actividad al otro lado de la frontera no ha hecho menguar el número de ataques en España, donde ETA se sirve de sus miembros operativos para atacar intereses de empresarios, que presumiblemente no han cedido al chantaje económico de la banda, oficinas de Correos, juzgados e instalaciones del Inem. Desde el 1 de diciembre se han producido casi una veintena de atentados que provocaron daños materiales, pero no hubo que lamentar víctimas.

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El último acto violento se produjo el 1 de febrero en Bilbao, en un edificio de Correos situado en el polígono industrial Lezama-Legizamón. Una hora antes de la explosión, dos llamadas telefónicas en nombre de ETA, a la asociación de ayuda en carretera DYA y al diario Gara, avisaron de la colocación del artefacto, cuya explosión no causó heridos. Tres días antes, el objetivo fue una oficina del Inem del barrio bilbaíno de Santutxu. La explosión de una mochila bomba con cinco kilos de cloratita provocó heridas leves a un agente de la Ertzaintza.

ETA ya había hecho estallar el día 26 una potente bomba en el Juzgado de Balmaseda (Vizcaya), compuesta por entre 10 y 15 kilos de cloratita reforzada con otro material explosivo, y otro artefacto menor, con entre tres y cinco kilos del mismo material, en una oficina de Correos de Zuia (Álava).

El primer acto terrorista del año se produjo el día 5 de enero en la localidad zaragozana de Sos del Rey Católico. ETA hizo estallar dos artefactos, uno de los cuales, compuesto por entre cuatro y seis kilos de un explosivo, causó graves destrozos en el parador de turismo de la localidad.

Las dos últimas acciones terroristas de 2005 fueron contra intereses empresariales. El 21 de diciembre estalló un coche bomba en una discoteca de la localidad navarra de Santesteban. Y el día 17, un potente artefacto destruyó parte de las instalaciones de la empresa Angulas Aguinaga en Irura (Guipúzcoa).

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