Los artistas digitales consolidan su espacio y apuestan por las esculturas interactivas
Tras los años de la explosión digital, y para intentar normalizar su presencia en el mercado, los artistas digitales se van alejando de la obra totalmente inmaterial, proporcionando a sus piezas un contexto objetual o instalativo que las hace más comprensibles y apetecibles para el coleccionismo. Junto al puñado de galerías que se atreven con obras digitales, la feria de arte contemporáneo Arco renueva su compromiso con el new media art a través de la segunda edición del programa comisariado The BlackBox@Arco, que ha sido posible gracias al apoyo tecnológico de Epson.
Los 12 proyectos que se presentan en este espacio ofrecen una panorámica de las diferentes tendencias del arte digital e incluyen algunos de los artistas de referencia de la joven historia de este medio. Es el caso del mexicano Arcángel Constantini (Espacio Líquido, Gijón), que presenta una histórica pieza de net.art (6.300 euros) y se pasea por la feria con un detector de metales modificado (10.000 euros) "para detectar contenidos"; o del brasileño Eduardo Kac (Blackbox Gallery) con Time Capsule (25.000 dólares), una instalación que documenta la performance que el artista llevó a cabo en 1997, implantándose un microchip en la pierna. La reflexión sobre la relación entre procesos biológicos y tecnológicos y el concepto de escultura en la era digital es el punto de partida, asimismo, de la instalación de Daniel Canogar (Filomena Soares, 22.000 euros), que materializa la paradoja entre la destrucción medioambiental y la fascinación producida por la reconstrucción tecnológica, y de las esculturas sonoras de Herwig Weiser (Galerie Lisa Ruyter, 30.000 euros), que el espectador puede tocar interviniendo sobre un líquido magnético.
En 'Portapak', del canadiense Alexandre Castonguay, una maleta audiovisual proyecta un viaje
Canogar materializa la paradoja entre la destrucción medioambiental y la fascinación tecnológica
El bioarte protagoniza también sendas propuestas institucionales de la Fundación Telefónica, con las obras premiadas en la edición anual del concurso de arte y vida artificial Vida, y del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), con un proyecto del grupo australiano Symbiotica que consiste en reproducir obras maestras de la historia del arte, como el cuadrado negro de Malevich, a través de un dispositivo formado por un cultivo de neuronas de ratón, que reciben los impulsos eléctricos de la imagen digital del cuadro y los retransmiten vía Internet a un robot que dibuja su propia versión.
Los mecanismos interactivos y la inédita relación con el espectador que permiten continúan siendo el gran aliciente del new media art, como demuestra la cola delante de la poética escultura interactiva móvil Portapak (Ouellette Art Contemporain, 8.000 euros), del canadiense Alexandre Castonguay, formada por una maleta audiovisual en la que se proyecta un viaje que el espectador puede ralentizar, acelerar y modificar a su antojo, tan sólo tocando la pantalla.
Las galerías que se atreven con los nuevos medios apuestan por artistas ya consolidados. La canadiense Pari Nadimi exhibe San Marco Flow (17.900 euros), una proyección de David Rokeby basada en un software que separa la gente de la arquitectura, creando nuevas narraciones visuales parecidas a los flujos de la memoria, de la que se han ya vendido dos copias. La suiza Guy Bärtschi presenta los objetos audiovisuales de Jennifer & Kevin McCoy y los retratos de Rafael Lozano-Hemmer, generados a través de la instalación interactiva de arte público Under Scan, que actualmente se expone en Inglaterra.
En las galerías de Austria, país invitado de la actual edición y cuna europea de los nuevos medios, escondidas entre los trabajos más tradicionales, se encuentran obras de artistas como Peter Kogler o Ruth Schnell, que también se exhiben en el Centro Cultural Conde Duque en el marco de la exposición La condición postmedia, una de las cuatro propuestas del ambicioso programa dedicado a la cultura digital, organizado por Medialab Madrid.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.