"Ahora tengo una cara, como todo el mundo"
Isabelle Dinoire, la mujer que recibió el 27 de noviembre el primer trasplante facial, muestra su recuperación
"Ahora tengo una cara, como todo el mundo". Isabelle Dinoire, la mujer de 38 años a la que hace dos meses le fue trasplantada la barbilla, los labios, la nariz y una de las mejillas, que le habían sido arrancadas por su perro, compareció ayer públicamente en el hospital de Amiens, ante más de un centenar de periodistas que desde primeras horas de la mañana se agolpaban frente a las puertas del centro hospitalario. Por una puerta trasera, vestida con abrigo oscuro y un fular, una mujer de apariencia juvenil, media melena rubia y rasgos agradables, apareció por detrás de la mesa en la que se sentaban los dos cirujanos principales del equipo que realizó la operación: Jean-Michel Dubernard y Bernard Devauchelle.
La mujer ya puede abrir la boca y comer. Además, ya siente los labios y la nariz
La paciente, a pesar de su cansancio, rió a carcajadas con los periodistas
Cuentan quienes la conocían que antes tenía un mentón prominente, los labios más finos y una nariz respingona. Ahora su nariz es recta, sus labios más carnosos y tiene menos barbilla. En su cara se distinguen claramente las cicatrices, pero no se la deforman. De más cerca, las secuelas de la operación se hicieron enseguida evidentes. La parte inferior de su cara es todavía inexpresiva; no consigue pronunciar las consonantes palatales -los sonidos que se obtienen al juntar los labios y abrirlos súbitamente- porque todavía no puede cerrar del todo la boca.
Pese a estas dificultades con el habla, ayer leyó primero un largo texto contando, básicamente, el terrible accidente que sufrió el pasado mes de junio y el proceso por el que se decidió a someterse a la primera operación de este tipo, y después respondió a varias preguntas e incluso se rió a carcajadas en un par de ocasiones.
Bajo la chaqueta llevaba un jersey negro, una rebeca fucsia y unos pantalones vaqueros. Su mirada, primero huidiza -claramente impresionada- se hizo luego viva e inquisitiva, pero fue poco a poco apagándose por el cansancio. Un agotamiento no sólo físico sino psicológico. Sus próximos aseguraron que le tenía pánico a esta aparición pública. Ayer dio un paso importante en su recuperación. No sufre, no tiene dolores, dijo, y tampoco piensa cambiar de identidad.
La historia que contó confirma buena parte de los detalles que han ido emergiendo desde que el pasado 27 de noviembre se realizó la operación. "Como ustedes saben, cuando llegué al hospital estaba completamente desfigurada", leyó. "El 27 de mayo, después de una semana muy perturbadora y con muchos problemas personales, tomé medicamentos para olvidar; me sentaron mal y me desmayé. Cuando me desperté intenté encender un cigarrillo y no comprendía por qué no se aguantaba entre mis labios. Fue entonces cuando vi el charco de sangre y la perra a mi lado. Me fui a mirar en el espejo y, horrorizada, no podía creer lo que estaba viendo, sobre todo porque no tenía ningún dolor", prosiguió.
Ingresada en el hospital, durante un mes y medio Isabelle Dinoire no se atrevió a salir de su habitación. "Tenía miedo de la mirada de los demás", aseguró. No podía abrir la boca más de tres milímetros, lo que le impedía comer. Cuando salió del hospital iba siempre con una máscara quirúrgica para no mostrarse. Le ofrecieron la posibilidad de someterse a un trasplante y la aceptó de inmediato. "Lo peor fue esperar la fecha de la operación sin saber cuándo sería, ya que todos los días, cuando salía con mis hijas, tenía que afrontar la mirada de la gente y sus comentarios", reconoció.
"Ahora puedo abrir la boca y comer; desde hace poco ya siento los labios, mi nariz y mi boca. Cierto, tengo todavía mucho trabajo por delante para reactivar todos los músculos y, por supuesto, debo seguir tomando el tratamiento inmunodepresor", concluyó.
Isabelle sufrió un episodio de rechazo a los 18 días de la operación, pero lo superó y no ha vuelto a repetirse. No olvidó mencionar su agradecimiento a la familia de la persona cuyas facciones le fueron trasplantadas, una mujer que estaba en coma cerebral. "Nada de esto habría sido posible si no hubiese habido la donación que abre una puerta al futuro para mí y para otros", dijo. Ahora quiere retomar su vida de familia normal e iniciar una nueva actividad profesional. "Espero que mi operación ayude a que personas heridas como yo revivan", dijo.
El equipo médico que llevó a cabo este primer trasplante, dirigido por Jean-Michel Dubernard, jefe del servicio de cirugía del hospital universitario de Lyon, y Bernard Devauchelle, jefe del Servicio de Cirugía Maxilofacial del hospital de Amiens, anunció ayer que ya ha pedido autorización para cinco nuevos trasplantes de cara. Ayer, Dubernard -autor del primer trasplante de mano en 1998- reivindicó la primicia quirúrgica, y aseguró que se trata de una "aventura" que pone en funcionamiento "la mecánica para que otros pacientes de Francia y del mundo puedan beneficiase de este progreso".
"Se trata de una investigación clínica en el sentido más noble", añadió en clara respuesta a las críticas que recibió hace dos meses cuando anunció que había llevado a cabo el primer trasplante de cara.
La paciente todavía tiene por delante un largo camino, y aún es posible que sufra rechazo, ya que la piel es uno de los tejidos más proclives al rechazo en los trasplantes. "No se puede hacer ningún pronóstico para el futuro", reconoció.
Los dos cirujanos usaron proyecciones para explicar la operación y el proceso de recuperación. Una de las fotografías mostradas era un plano medio de Isabelle apoyando la barbilla en la palma de su mano. "Pone la mano sobre su trasplante porque su trasplante ya le pertenece", dijo Dubernard.
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