Ofensiva vacía
En su discurso sobre el estado de la Unión, un George W. Bush más comedido y menos belicoso no pudo evitar seis referencias a la necesidad de "pasar a la ofensiva" en el terreno interno y externo. No se sabe qué puede significar ahora esta súbita fiebre ofensiva, pues el presidente se halla muy limitado por las consecuencias de su anterior política. No tiene tropas para más aventuras, ni dinero para nuevos programas nacionales, tras el espectacular aumento de los gastos militares y los recortes de impuestos. Bush no dudó en sembrar su discurso de referencias al "terror", al "terrorismo" y al "temor" para crear un clima propicio a la continuidad de su política, incluidas las escuchas sin mandato judicial a cualquier ciudadano. Y no hubo atención alguna al multilateralismo.
Bush lanzó un guiño a los que temen una debacle como la de Vietnam al afirmar que el nivel de tropas en Irak "lo decidirán los mandos militares y no los políticos en Washington". ¿Puede creerse su afirmación de que "estamos ganando"? Respecto a Irán, avisó de que "el mundo no permitiría que se hiciera con armas nucleares", pero no precisó su amenaza. Es estimable que, pese al revés que ha supuesto la victoria de Hamás en las elecciones palestinas, Bush siga defendiendo el avance de la democracia y de la libertad en el mundo. Pero no indicó ninguna vía de solución o de esperanza frente al cataclismo electoral. Sólo exigencias a Hamás, justificadas pero insuficientes.
Bienvenido sea su llamamiento a que Estados Unidos deje de ser "adicto al petróleo" por parte de este presidente tan ligado a los intereses petroleros. Puede parecer espectacular que se proponga reducir en un 75% para 2025 la dependencia de su país del petróleo de Oriente Próximo, pero en la actualidad sólo supone un 20% de su consumo total. En todo caso, no pidió ningún sacrificio a los ávidos consumidores americanos. La iniciativa de formar a 70.000 profesores y a 30.000 científicos que enseñen matemáticas y ciencias a los niños de EE UU, y de doblar en 10 años los fondos federales para la investigación, es un encomiable intento de recortar la pérdida de la ventaja tecnológica de su país. ¿Pero de dónde sacará el dinero?
No cabe dar a Bush por acabado. Ha logrado garantizar su legado más duradero, que es la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo, tras la confirmación por el Senado del juez Samuel Alito y la anterior de John Roberts. Le quedan tres años por delante, y mucho dependerá de que los republicanos conserven o no su mayoría en ambas Cámaras del Congreso tras las elecciones de noviembre próximo. Ante esta perspectiva, más que abrirse al centro, se ratificó en su credo, aunque con menor radicalismo. Algo es algo.
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