Israel deja de pagar al Gobierno palestino los impuestos que recauda en su nombre

La financiación de un Gobierno palestino encabezado por Hamás, tras su triunfo en las elecciones del 25 de enero, acapara la atención de los países implicados en el conflicto de Oriente Próximo. Mientras Estados Unidos y la UE aseguran que no aportarán fondos a una Administración encabezada por los islamistas, los países árabes y los partidos palestinos abominan de una decisión que definen como "un castigo colectivo". Israel, por su parte, no ha esperado siquiera a que el presidente Mahmud Abbas se reúna con los vencedores en las urnas y ayer congeló una transferencia de fondos -36 millones de euros- procedente de los impuestos que recauda en nombre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

El Estado judío, EE UU y la UE exigen a Hamás que renuncie a la violencia, que reconozca oficialmente a Israel y que se sume a un proceso de paz moribundo desde hace cinco años y en el que nunca han creído. Los islamistas reiteran por activa y por pasiva que no se someterán a lo que definen como un "chantaje". Y que no renunciarán a ninguno de sus "derechos legítimos". La salida del atolladero se presenta muy complicada. Y los viajes de los líderes de todos los partidos se suceden sin solución de continuidad.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, viajó ayer a El Cairo para entrevistarse con su homólogo egipcio, Hosni Mubarak, pieza clave en las negociaciones entre Israel y la ANP, y también en las que sostuvieron Abbas y las milicias palestinas en febrero de 2005 para acordar la tregua que Hamás mantiene vigente. El Ejecutivo de Mubarak se situó, fiel a su papel de eterno mediador, entre dos aguas.

Tras la cita de ambos mandatarios, el jefe de los servicios de espionaje egipcios, Omar Suleimán, declaró: "Nadie negociará con Hamás mientras no abandone la violencia, reconozca a Israel y acepte los acuerdos de paz, incluida la Hoja de Ruta". Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores, Abdel Abu Gheit, que se reunió con su homóloga israelí, Tzipi Livni, instó durante una conferencia de prensa conjunta al Estado judío a entregar a la ANP el dinero recolectado por la retención de impuestos y tasas de aduanas que corresponde entregar mensualmente al Gobierno palestino, un total de 36 millones de euros. Y agregó, en relación con la eventual suspensión de las ayudas financieras al Ejecutivo palestino: "Es un castigo colectivo que nosotros no deseamos".

Israel recauda los impuestos para los palestinos en virtud de un acuerdo que suscribió la ANP y el Gobierno israelí en 1995 en París. Este acuerdo regula las relaciones económicas en los territorios ocupados. Los impuestos que Israel transfiere a la ANP son básicamente los recaudados por las exportaciones de los productos palestinos, que tienen que pasar por los puertos y aduanas israelíes, además de las retenciones salariales practicadas a los trabajadores palestinos que desarrollan su actividad laboral en Israel.

Abu Gheit utilizó un argumento que no contribuye al sosiego, pero que también se escucha en las calles y en los despachos oficiales palestinos. "Si la UE y EE UU detienen su apoyo financiero a la ANP, creo que Irán les facilitará el dinero", dijo el jefe de la diplomacia egipcia tras la entrevista entre Abbas y Mubarak, informa Reuters. Amer Musa, secretario general de la Liga Árabe, cuya sede radica en El Cairo, añadió que las aportaciones financieras internacionales "deben continuar, independientemente del Gobierno que se forme".

Palestinos de toda condición muestran estos días su profundo desencanto con las medidas anunciadas por la UE. De Estados Unidos, y por supuesto de Israel, esperaban su radical oposición a un Gobierno dirigido por Hamás y la consecuente congelación de las partidas de las que se nutre la ANP, más de 1.000 millones de euros con los que se abonan los salarios de los 140.000 funcionarios palestinos. Pero la decisión de Bruselas ha caído como un jarro de agua fría. Si la UE no goza de por sí de demasiado crédito en los territorios ocupados, la suspensión de las aportaciones difícilmente contribuirá a reforzar su prestigio.

Mientras, la incertidumbre sobre la constitución del Gobierno palestino crece. En principio, Abbas se reunirá mañana en Gaza con dirigentes de la organización islamista para analizar las alternativas. Pero en su partido, Al Fatah, la división es profunda entre quienes desean formar parte del Ejecutivo y quienes se niegan en redondo. Como también es de calado la discrepancia entre Hamás y el mandatario sobre el futuro de las fuerzas de seguridad palestinas. Abbas reclama la competencia última.