"Detesto con toda mi alma el Apocalipsis"
Juan Echanove se atreve con el teatro como director y acaba de estrenar en el Teatro Bellas Artes de Madrid Visitando al señor Green, de Jeff Baron, una comedia dramática que interpretan sus colegas los actores Juan José Otegui y Pere Ponce, y que tiene el asunto de la homosexualidad y la tolerancia en su raíz y en su desarrollo. La obra narra el desarrollo de una relación, hasta el entendimiento, de un anciano judío y un joven ejecutivo rico y homosexual. El otro día, el actor de cine y de teatro estaba en el Círculo de Bellas Artes y observó que dos jóvenes homosexuales hacían ostentoso su amor ante una pareja heterosexual de personas mayores; éstos empezaron haciendo muestras de desagrado pero terminaron, complacidos, haciendo ellos lo mismo. Pues en Visitando al señor Green, dice Echanove, pasa algo parecido.
"Son los actores los que hacen la función, y además, si no les escuchas, te irá fatal. El teatro es un trabajo de equipo"
"Estoy preparado para fracasar; de hecho convivimos con el fracaso, sabemos que puede venir. Pero al día siguiente iré a trabajar otra vez"
Pregunta. Pone usted en escena un asunto de mucha actualidad.
Respuesta. El teatro tiene la capacidad de especular, de convertirse en espejo de lo que pasa, más que cualquier arte. En el escenario aparecen seres vivos, y los están mirando personas que de un modo u otro sienten cercanía ante lo que ven. Es el pilar maestro del teatro: hacer reflexionar al espectador sobre su existencia.
P. Ahora coexisten en la escena madrileña muchas historias que responden a lo que usted dice.
R. Sí. La extraña pareja, con Osinaga y Kremel; Almacenados, con Sacristán; Charing Cross, con Carmen Elías; Wit, con Rosa María Sardá... Ni siquiera son parecidas, pero en todas se huelen trozos de vida. Todas, además, presentan a dos personajes. En lo que respecta a la que representamos nosotros, lo que más me sorprendió fue su capacidad de decirnos cómo somos, con toneladas de sentido del humor. Una función escrita por un hombre muy optimista. Cuando la leí me di cuenta de que me ayudaba a reconciliarme con el ser humano: cosas que antes pensaba que eran terribles, el señor Green me ayudaba a comprenderlas, se me abría la sonrisa y pensaba que había soluciones.
P. ¿Para todo?
R. Para todo. Vivimos un tiempo de transición, en medio del griterío y la zozobra, y de repente me monto en la chalupa del señor Green y me digo: "Tranquilo, se puede llegar a puerto".
P. ¿Qué es lo que más zozobra le produce?
R. Detesto que se segregue por la condición sexual, detesto que se congregue a la gente por su condición racial, detesto que la gente use sus creencias religiosas como justificación de su intolerancia, detesto que no exista lugar para el romanticismo, detesto el "tanto tienes tanto vales", detesto con toda mi alma el Apocalipsis, y si me monto en la barca del señor Green, ese mundo en blanco y negro, patético y vulgar, se me empieza a iluminar y veo claramente que la mejor condición del hombre es su sentido del humor.
P. ¿No lo hay?
R. Me falta desde que me levanto hasta que me acuesto. Vivimos en una competición olímpica que, además, no va a tener pistoletazo de salida. Nos preparamos para una competición que no existe. En el camino, egoísmo, sálvese quien pueda, y un sentimiento fatalista: está todo escrito, hagas lo que hagas, tus movimientos no sirven para nada.
P. Habla usted del Apocalipsis. ¿Lo ha visto?
R. Nos lo anuncian cada rato; son fuegos de artificio, una lamentable puesta en escena del pánico.
P. ¿A qué se refiere?
R. A que se nos decía hace dos años que este país se iba al carajo, y las tropas dejaron Irak, los gays se pueden casar, el Estatuto está en vías de solución...; falta resolver la cuestión vasca. Si esto es el Apocalipsis, que venga Dios y lo vea. Voy más a la izquierda que el PSOE, mi manera de pensar está más con el 5%, pero la cintura de este Gobierno hace que me sienta cómodo yo también. Y ante el Apocalipsis, yo pongo a estos dos personajes que interpretan mi obra: terminan entendiéndose.
P. ¿A qué le ha obligado asumir el puesto de director de teatro?
R. A asumir que el director hace un trabajo bello, pero tiene que parecer que no existe. Son los actores los que hacen la función, y además, si no les escuchas, te irá fatal. El teatro es un trabajo de equipo.
P. Isabel Coixet (Charing Cross) también hablaba de la humildad de este trabajo.
R. Es que no puede ser otra la actitud. Una obra se te va formando en la cabeza, como un sueño; pero si te empeñas en tu propio sueño, si no escuchas a los que tienes alrededor, vas dado. Otegui me lo decía: los montajes salen como quiere la compañía. Y el director colabora. Como uno más. Es muy importante ensayar. Que todos nos quitemos la importancia: tenemos que ponernos el mono, subirnos al andamio, y ponernos a hacer la función, que es nuestro jefe.
P. ¿Dirigir enseña a obedecer?
R. A no ordenar. El dictador que todos tenemos dentro nunca debe salir a flote. Este trabajo me ha enseñado también que, cuando sea actor de nuevo, debo estar al 100% al servicio del director. ¡Cómo entiendo ahora a Lluís Pasqual, a Jorge Eines, a Taco Larreta, a Adolfo Marsillach, a José Luis Castro, a José Carlos Plaza, a Miguel Narros..., que han sido mis directores!
P. Ninguna mujer.
R. Me encantaría que me dirigiera una mujer. Me gusta mucho Carme Portacelli..., y estuve a punto de trabajar con Pilar Miró. Cuando me veía, siempre me decía: "Te me estás resistiendo". Y cuando se murió, me dije: "Me cago en la leche, te me has ido antes de tiempo".
P. ¿Y está preparado para fracasar?
R. Estoy preparado para fracasar; de hecho convivimos con el fracaso, sabemos que puede venir. El Echanove director es muy parecido al Echanove actor. En todo lo que hago voy a fondo; no hay otra cosa que la función, ella es la que me manda. Y si fracaso, me quedaré deprimido y triste, pero al día siguiente iré a trabajar otra vez. Tengo 44 años, he hecho muchas películas, he hecho televisión, y teatro, no estoy inmunizado contra las tropelías que se han cometido y se seguirán cometiendo con lo que uno hace. A veces veo cómo me tratan y me pregunto: "Si esto me lo hacen a mí, ¿qué no le harán al pobre que empieza?". Si no tuviera la experiencia que tengo, sólo oír la palabra fracaso me haría vomitar. Pero estoy seguro de que esta obra no va a fracasar.
P. ¿Por qué?
R. Porque conmueve. Y porque tiene un reparto adecuado. José Luis Alonso, el mítico director de teatro, decía: "El éxito viene después del reparto".
P. Ha hecho de todo. ¿Qué le ha dado esa combinación de disciplinas?
R. Muchos amigos me han llamado para trabajar en cosas que no hago habitualmente y que, en efecto, tienen que ver con las más diversas disciplinas: he recitado tres poemas en la presentación de un libro, he ilustrado discos... Eso ha ampliado mis miras y ha contribuido a quitarme ese traje de la vanidad, como si me despojara de la bata amarilla con la que murió Molière... Cuando un actor se mira al espejo, se cree el rey Sol. Cuando eso ocurre se está muriendo el actor. Cuanto más contacto haya con la vida y con la calle, mucho mejor, y eso me lo da a mí el estar en todas partes.
P. También le permitirá tener una idea global de cómo va la cultura.
R. Pues va mal, porque no se promueve desde la escuela. Por ejemplo, ¿cómo es posible que en los colegios no se forme a los niños en las artes escénicas? El teatro nos da muchísimas ocasiones para vivir y sentirnos en otros, para analizar la sociedad desde el juego... Creo que el teatro daría más a la personalidad de los chicos que la educación física. Esta es una carencia cultural importante. Si no se elimina, no conseguiremos transmitir que la cultura más la calidad de vida es juego, no es esfuerzo, te hace cada día mejor, más completo. Todo eso requiere un compromiso institucional que va más allá de lo que digan los ministerios.
P. Tendría que ser un compromiso del Gobierno.
R. Del presidente del Gobierno, y no lo ha habido nunca. El día que veamos que el presidente del Gobierno es aficionado al teatro pensaré que nos ha tocado la lotería primitiva con bote, pero puedo asegurar que hasta ahora a ninguno de los que hemos tenido les gusta el teatro.
P. ¿Cómo le han recibido como director, el teatro, los medios?
R. El medio teatral me ha recibido con interés y cariño. ¿Los medios? A veces me piden que haga puenting, que juegue al tenis o que cocine huevos fritos en el plató para hacerme perdonar que diga dos líneas de la obra en una entrevista.
P. ¿Tan mal ve el periodismo?
R. Un tipo de periodismo sí que lo veo muy mal.
Babelia
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