Las células madre de embriones clonados son iguales que las naturales
Se pueden distinguir las células de las primeras fases de división de un embrión de origen normal de las de un embrión clonado? ¿Se diferencian en algo? Estas preguntas básicas para avanzar en el cultivo y uso de estas células, las llamadas células madre, han sido contestadas por primera vez en un trabajo realizado con ratones por científicos del Instituto Whitehead, uno de los más prestigiosos de Estados Unidos. La contestación es que no se pueden diferenciar, que el origen del embrión -el proceso normal de fertilización o la transferencia nuclear (clonación)- no induce diferencia alguna. Y claro, ahora los científicos se preguntan por qué, dado que la clonación se puede considerar un proceso muy traumático, por no natural.
En los casi 10 años que han pasado desde que se clonó el primer mamífero -la oveja Dolly- los especialistas han llegado a la conclusión de que todos los animales clonados tienen defectos biológicos, lo que explica la bajísima tasa de éxito en los procesos de transferencia nuclear, explican los científicos del Instituto Whitehead. Sin embargo, no se ponían de acuerdo en si estos defectos se expresan también en la primera fase del desarrollo, y lo que esto significaría para la clonación terapéutica, la creación de embriones humanos con el único objetivo de derivar de ellos células madre para tratamientos.
El análisis de los perfiles de expresión genética de células madre clonadas y de las fertilizadas, en ratones, ha llevado a la conclusión de que no se pueden distinguir unas de las otras incluso llegando a este nivel de detalle. Visualmente siempre han parecido iguales, y esto permitió, por ejemplo, al científico coreano Hwang Woo-suk presentar células madre procedentes de embriones humanos creados por fertilización in vitro como células madre de clones humanos y llevar a cabo con relativa facilidad el gran fraude recientemente descubierto.
"Este artículo demuestra claramente que no importa si la célula madre procede de un embrión clonado o de un embrión fertilizado. Cualquiera de ellas puede ser buena para terapias", explica Rudolf Jaenisch, director del trabajo, que se publica en la revista PNAS.
En la clonación, se transfiere el núcleo de una célula del donante a un óvulo sin núcleo, al que se engaña para que crea que ha sido fertilizado. En la primera etapa de desarrollo del embrión, cuando es un grupo de no más de 100 células, éstas pueden usarse como células madre o permitir que sigan multiplicándose y empiecen a diferenciarse una vez implantadas en un útero. Sin embargo, para que el embarazo sea viable, el óvulo tiene que reprogramar el genoma de la célula original, que puede ser de cualquier tejido -por ejemplo la piel-, borrando la memoria genética de su origen, explica Jaenisch. Lo hace impidiendo que se expresen los genes específicos de la piel y encendiendo los necesarios para el desarrollo embrionario. Los científicos creen que este complicado proceso nunca es perfecto, y que ésta es la razón de las anormalidades de los fetos y animales clonados.
Cuando las células madre son recolectadas en el laboratorio en vez de implantadas en un útero, sucede algo parecido a lo que pasa con los embriones, porque la mayoría muere. Sin embargo, las pocas que sobreviven y se multiplican in vitro parecen ser las que han resultado totalmente reprogramadas.
Su estudio genético ha permitido al autor del trabajo, Tobias Brambrink, asegurar: "Si un gen está activo en células madre fertilizadas también lo está en las clonadas, y con el mismo grado de actividad. Lo mismo sucede con los genes no activos. No existe una diferencia molecular apreciable entre ambos tipos de células madre".
Su director, Jaenisch, es tajante: "En mi opinión, estos resultados apoyan la afirmación de que, aunque un animal clonado sea anormal, una célula madre clonada es totalmente normal".
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