Bachelet promete un Gobierno paritario, de equilibrio político y con caras nuevas

A medida que se ha aproximado la votación han aumentado las quinielas sobre la composición del Gobierno chileno en el que, tras la victoria de la candidata de centro-izquierda, Michelle Bachelet, anunciada por los primeros resultados, los altos cargos se repartirán por un número igual de hombres y mujeres. Se espera también que designe rostros nuevos, por su reiterado anuncio de que "nadie se repetirá el plato", en alusión a los actuales ministros del presidente Ricardo Lagos. El nuevo Congreso acaba con dos herencias de Pinochet: los senadores designados y aquellos impuestos por los militares.

La baraja de nombres ha llegado a tal punto que el presidente del Partido Socialista, Ricardo Núñez, ha pedido esperar el resultado de la votación y tachó de "ordinariez" las especulaciones previas. Aunque Bachelet ha repetido que no se ha dedicado en estos días a reflexionar sobre el Gabinete ministerial, ayer anunció que tendrá la lista de su Ejecutivo esta misma semana y que la próxima se marchará de vacaciones. La presidenta electa dedicará un par de días al ritual chileno de saludos que recibe un nuevo presidente; desde los sindicatos a los partidos, las iglesias, los militares, las principales instituciones y organizaciones saludan al presidente electo inmediatamente después del triunfo.

La tradición de la Concertación por la Democracia, la coalición gobernante, es que los cargos sean distribuidos a partes iguales entre los dos polos que componen esta coalición: el progresista, que reúne a socialistas y sus aliados, y los democristianos, aunque los primeros lograron en la elección de diciembre más parlamentarios y votos que los segundos.

Esta fórmula de reparto de cargos y los triunfos en las urnas han dado estabilidad a la coalición. El propio comité de campaña de Bachelet ha respetado esta tradición en la segunda vuelta y así está encabezado por dos personas; el ex ministro Sergio Bitar, del Partido por la Democracia, y el senador democristiano Andrés Zaldívar.

Sin embargo, el triunfo de Bachelet tenderá a reabrir las diferencias que existen dentro la coalición gobernante, las cuales quedaron en segundo plano en esta etapa de la campaña por la necesidad de triunfar, según coinciden los analistas. Uno de los puntos pendientes, además de la distribución de cargos, es el futuro de la Concertación. El ex presidente Patricio Aylwin (1990-1994), planteaba ayer mientras votaba la necesidad de que haya alternancia entre los candidatos presidenciales de la coalición, con miras a la elección de 2009, dado que Ricardo Lagos y Bachelet son socialistas.

El Congreso chileno presentará dos novedades históricas por primera vez desde la restauración de la democracia en 1990. No habrá senadores designados, una herencia de la dictadura de Augusto Pinochet, lo que implica que todos los parlamentarios serán elegidos por votación popular y se acabará con la llamada bancada militar -un senador por cada cuerpo de las Fuerzas Armadas-, que ha sido una expresión del pinochetismo en el Congreso.

El segundo factor nuevo es que el centro-izquierda será mayoría en ambas Cámaras de Chile, también por primera vez desde el término de la dictadura, aunque ha ganado todas las elecciones desde 1990. Esto puede resultar decisivo para el trabajo del nuevo Ejecutivo, ya que más del 50% de las medidas que Bachelet ha prometido adoptar en los primeros 90 días de su gobierno deben pasar por el Congreso.