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Reportaje:

El edificio teatral y su valor patrimonial

Arquitectos y profesionales de la escena debaten la rehabilitación y reconstrucción de coliseos y los condicionantes de su uso

"Un teatro debe ir cambiando a lo largo del tiempo, porque su principal valor patrimonial es el de que, por muchos años que tenga, siga funcionando", afirma el arquitecto Xavier Fabré, responsable, junto a Lluís Dilmé y el fallecido Ignasi de Solà Morales, de la reconstrucción del teatro del Liceo de Barcelona. Y si algo ha cambiado de forma radical en las últimas décadas en el mundo del teatro es la representación de obras. Adaptar el espacio escénico a las exigencias actuales de la función teatral y de todos los servicios que ésta precisa se ha convertido en el eje central de las intervenciones arquitectónicas en la rehabilitación de edificios teatrales. Las diversas soluciones adoptadas y las necesidades y requerimientos de los profesionales de la escena han sido objeto de análisis y debate por parte de arquitectos y gente del mundo del teatro en el marco de las Jornadas Internacionales sobre la Intervención en el Patrimonio Arquitectónico Teatral, celebradas recientemente en Barcelona, en la sede del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Felipe Delgado: "La tendencia actual es recuperar los antiguos edificios tal y como eran en su origen"

"La estandarización de los espacios que normalmente ofrece el edificio teatral constituye un patrón que no siempre se ajusta a las necesidades del teatro que queremos hacer y encorseta, a menudo de forma perniciosa, las posibilidades y la creatividad que las artes escénicas deberían permitirse, limitándolas en aquello que más les afecta: el espacio donde se desarrolla y la percepción que el público tiene de él", sostiene Quim Roy, escenógrafo y profesor del Instituto del Teatro de Barcelona y de la Universidad Pompeu Fabra. La tiranía del edificio teatral, en palabras de Roy, y más concretamente la maldita cuarta pared que impone la estructura del teatro a la italiana, presente en la gran mayoría de los edificios que integran la red de teatros españoles, centró buena parte de los debates de las jornadas.

Hallar puntos de encuentro entre las necesidades arquitectónicas y las escénicas es posible, aunque satisfacer por completo las exigencias de ambas partes resulta utópico, a juicio de Massimo Scheurer, coautor junto a Giovanni da Pozzo de la reconstrucción del teatro de La Fenice de Venecia, destruido por un incendio en 1996, dos años después de que también ardiera el Liceo de Barcelona. "Los políticos de las administraciones pasan, los directores de escena pasan y las escenografías pasan, pero la arquitectura es la que perdura a lo largo de los años", sentencia Da Pozzo. "Reconstruir com'era e dov'era. No hubo dudas con La Fenice", afirma Scheurer. "La imbricación del teatro en el tejido urbano, un espacio histórico patrimonio mundial, y el hecho de que el edificio formara parte de la historia de la música fue suficiente para que nadie se planteara alternativas".

"La tendencia actual es la de recuperar los antiguos edificios tal y como eran en su origen, ya sean en las rehabilitaciones o las reconstrucciones tras un siniestro, pero dándoles la oportunidad de que tengan un uso moderno", asegura el arquitecto Felipe Delgado, autor de las restauraciones de los teatros María Guerrero y La Zarzuela de Madrid, y del Corral de Comedias de Almagro (Ciudad Real), originario de 1628 y en el que sólo se representa teatro clásico. "No andamos tan sobrados de patrimonio como para no restaurar aquellos edificios que tienen una cierta antigüedad. Si una sociedad es rica culturalmente ya, construirá un nuevo teatro en otro espacio y no destruirá uno antiguo para edificar sobre él uno nuevo", defiende el arquitecto Francesc Guardia, coautor, junto a Manuel Núñez, de la rehabilitación del Palau de la Agricultura, edificio de 1929, como sede del nuevo Teatre Lliure de Barcelona. El nuevo teatro, con dos salas y diversas dependencias, ha acabado ocupando el interior del Palau de la Agricultura, construido para la Exposición del 29, conservando la fisonomía antigua como una piel, excepto un aumento de altura para ubicar la caja del escenario principal.

Al llamado "patrimonio débil" pertenecen la mayoría de los edificios teatrales antiguos, buena parte de los cuales fueron transformados en cines tras la Guerra Civil, y en la actualidad apenas se pone en duda su recuperación tal y como eran en su origen. No lo dudaron los arquitectos Juan Caballero y Emilio Sánchez cuando a mitad de la década de 1990 ganaron el concurso para rehabilitar el Teatro Circo de Albacete, reconvertido en cine en la década de 1940 y en desuso desde 1985 hasta su reinauguración en 2002. "Albacete no es una ciudad que posea demasiado patrimonio y no podíamos permitirnos perder un espacio tan singular como un teatro circo, un tipo de edificio teatral del que apenas quedan ejemplos en España. Es por ello por lo que desde el principio optamos por recuperar la forma y la decoración de la sala originales de 1887, que ya fue transformada en 1929". El exterior del edificio y el escenario, de los que no quedaba rastro, fueron construidos en forma moderna.

La modernidad de las rehabilitaciones y reconstrucciones de los teatros, además de las instalaciones y la seguridad del edificio, se concentra en el escenario y sus necesidades para la representación teatral actual. Por ello, cualquier intervención arquitectónica tiene en ese espacio su eje central. Las torres escénicas para albergar la maquinaria obligan a modificar los volúmenes del edificio original y son casi siempre la marca distintiva de una modernización, que para los directores de escena no siempre tiene en cuenta la diversidad de las nuevas dramaturgias. "Los escenarios apenas dejan opción para buscar formas diferentes que faciliten la ruptura de la convención, del teatro a la italiana", asegura Joan Font, director del grupo teatral Comediants. "Si para experimentar otras formas de expresión teatral al margen de las convencionales debemos buscar espacios diferentes al edificio teatro, es que algo no acaba de funcionar", concluye la autora teatral y directora de escena Silvia Ferrando.

El nuevo Teatre Lliure de Barcelona, ubicado en el antiguo Palau de la Agricultura, de 1929.
El nuevo Teatre Lliure de Barcelona, ubicado en el antiguo Palau de la Agricultura, de 1929.JOAN SÁNCHEZ
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