Sharon lucha contra la muerte
Los médicos descartan que el primer ministro israelí pueda regresar a la política
Israel afronta horas cruciales, inciertas y sobre todo muy tensas. El funcionamiento del Gobierno, las elecciones legislativas del 28 de marzo y en definitiva el futuro inmediato del país dependen del cerebro de Ariel Sharon, de su reacción posoperatoria y de las manos de dos neurocirujanos de origen argentino, Félix Umansky y José Cohen. "Estable dentro de la gravedad", es la definición más simple y certera que se puede formular en estos momentos de la compleja situación de Sharon, ingresado en la séptima planta de la UCI del hospital Hadassa de Jerusalén. El director del prestigioso centro sanitario, el doctor Shlomo Mor Yosef, compareció a última hora de la tarde ante centenares de periodistas de todo el mundo.
"El primer ministro se mantiene estable dentro de la gravedad, bajo una anestesia muy profunda y con respiración asistida. De momento, los indicadores muestran estabilidad. Todos los parámetros son los previsibles en este tipo de operación", afirmó cortando los rumores sobre la muerte del paciente. Preguntado sobre las posibilidades de Sharon, Mor Yosef respondió: "No soy un profeta. Sólo cuando le retiremos la anestesia podremos saber realmente su reacción y si su situación ha mejorado o va camino de empeorar". La previsión es que ello no sucederá hasta el domingo, que será el día clave para conocer las reales posibilidades de Sharon.
La operación quirúrgica, que se alargó toda la noche, la gravedad de la hemorragia, el hecho de que es el segundo infarto cerebral en menos de tres semanas y sus 77 años abonan el pesimismo. Los médicos admiten que, en el mejor de los casos, no volverá a la política.
Sus jóvenes consejeros se olvidaron ya del Sharon líder político y desean simplemente que siga viviendo. Ayer, en la presidencia de Gobierno reinaba un silencio estremecedor. Uno de sus asesores confesaba: "En los últimos días vi a un Sharon desconocido, muy nervioso y tenso tanto por la pequeña intervención en el corazón a la que debía someterse como por las últimas acusaciones de un posible caso de corrupción. De repente, la extraordinaria y, a veces, temida sangre fría de Sharon se convirtió en ansiedad y tensión".
Miles de cartas y mensajes de ánimo inundaron las oficinas del hospital. Excepto un grupo minúsculo de ultraderechistas como Itamar Ben Gvir -organizó una fiesta en su casa-, la sociedad israelí rezó al unísono por la salud de Sharon. Así lo pidieron ayer los principales rabinos de Israel, Yona Mesger (askenazí) y Shlomo Amar (sefardí). En la plaza Rabin de Tel Aviv, decenas de jóvenes encendieron velas ante el monumento del primer ministro asesinado, Yitzhak Rabin.
Todos los corazones israelíes laten por Sharon, pero las miradas y preguntas se fijan en su sucesor, Ehud Olmert, su fiel escudero en el Gobierno y en el nuevo partido Kadima. Ayer, ejerció las funciones de primer ministro y su primera medida fue convocar al Gobierno en una reunión corta y emotiva. El asesor jurídico, Mani Mazuz, explicó el funcionamiento a seguir, de acuerdo con la ley, en caso de incapacidad del primer ministro. Olmert es el jefe de Gobierno durante 100 días, tras los cuales, habrá elecciones. Una medida innecesaria ya que Sharon las había adelantado al 28 de marzo.
Olmert, que no se sentó en el habitual asiento de Sharon, quiso lanzar un mensaje de tranquilidad a unos ciudadanos confusos por lo ocurrido con el primer ministro más popular de las últimas décadas. Visiblemente emocionado, declaró: "Son horas muy difíciles para todos nosotros. Es una situación nueva. Rezamos por la salud del primer ministro, que no sólo es un líder sino también un amigo. Esperamos que Sharon, que ha vivido muchas guerras, gane ahora la batalla más importante. Debemos afrontarlo unidos".
Argumentando "la responsabilidad nacional", el líder del Likud, Benjamin Netanyahu (enemigo de Sharon en los últimos años), apoyó a Olmert y suspendió la prevista dimisión de sus cuatro ministros. "Hoy empieza una nueva era de la política israelí", reconoció a Yosef Lapid, amigo de Sharon y dirigente del partido centrista y laico Shinui. Aunque nadie lo hace de forma pública, por respeto y decoro, la clase política se centraba ya en el día después. Si antes de la hemorragia la única duda de los comicios era quién iba a ser el segundo tras Sharon, ahora todo está abierto. El mejor situado es Olmert, reforzado por una encuesta publicada anoche y que le da en torno a 40 escaños en caso de ser líder de Kadima, un partido cuya única ideología hasta la noche del miércoles era la figura de Sharon.
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