El Museo Oteiza reabre la casa-taller del artista en Alzuza
El centro presenta nueva documentación y piezas inéditas de su vida
El Museo Oteiza ha reabierto al público la casa-taller del artista en Alzuza (Navarra), cuyo contenido expositivo se ha remodelado en los últimos meses. El espacio íntimo en que Jorge Oteiza (1908-2003) trabajó y vivió, contiguo al museo, acoge ahora documentación y objetos inéditos vinculados a proyectos del artista en Bilbao o Montevideo, como la renovación de la basílica de Arantzazu o la capilla para el Camino de Santiago.
La casa-taller, de 800 metros cuadrados, fue abierta al público en octubre de 2003, pero la remodelación, que ha dejado intacto el despacho donde el escultor guipuzcoano diseñaba sus obras, ha permitido reordenar las restantes estancias sobre dos principios: uno geográfico y otro temático. Se presentan nuevas piezas, como maquetas inéditas, junto a objetos personales, documentos hasta ahora fuera del alcance del visitante y otros elementos que aportan mayor información sobre la personalidad de Oteiza.
El eje geográfico ordena numerosas imágenes de la vida del artista durante sus periodos de residencia en Orio y San Sebastián (1908-1935), América (1935-1948), Bilbao, Madrid, Arantzazu y São Paulo (1948-1958), Irún (1958-1975) y, finalmente, Alzuza y Zarautz (1975-2003).
El eje temático sirve de guía de las piezas expuestas en función de un diseño de Javier Balda. La unidad Oteiza y la arquitectura recoge reflexiones del autor sobre sus principales proyectos e incluye maquetas de trabajos diseñados para Montevideo y Bilbao.
El área dedicada al euskera repasa sus investigaciones sobre las unidades lingüísticas más ancestrales y la traslación al ámbito estético en sus estudios del laboratorio de tizas realizados en los años setenta. Otro apartado refleja el interés del creador vasco por los lenguajes cinematográficos, especialmente su proyecto frustrado de rodar la película Acteón, y otras acciones desarrolladas en los sesenta.
La vinculación con la poesía se analiza en otro espacio, que da cuenta de la creación lírica, su relación e influencia con otros poetas y su interés por el bertsolarismo (improvisación de rimas en euskera). Este área incluye esculturas como Xenpelar (1969) o Mallarmé (1980) y ofrece la posibilidad de escuchar al propio escultor recitando su poesía En el principio el verano y el gusano.
Finalmente, se abordan los problemas estéticos y las reflexiones teóricas de Oteiza plasmadas en sus libros Quosque tandem (1963) o Ejercicios espirituales en un túnel (escrito en 1965, pero que no se pudo editar hasta 1983). Se incluyen documentos sobre los artistas que más influyeron en él, sus proyectos de acción social y cultural y su intervención decisiva en la creación de los grupos de la denominada Escuela Vasca en los años sesenta. En esta zona se pueden ver piezas como Unamuno (1980) o Pío Baroja (1969).
"El resultado es un espacio que aporta ahora mucha más información al visitante, respetando el entorno más íntimo y personal de Oteiza", asegura Juan Pablo Huércanos, subdirector del museo.
Babelia
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