25 años atesorando la memoria de Cataluña
El Archivo Nacional en Sant Cugat se prepara en su aniversario para acoger los 'papeles de Salamanca'
El Archivo Nacional de Cataluña (ANC) guarda, clasificados y con las máximas garantías de conservación, miles de documentos que han ido ingresando en sus fondos desde que el centro fue creado en noviembre de 1980. Consciente del valor cultural de este patrimonio, en muchos casos de gran interés histórico, el centro ha aprovechado que celebra sus bodas de plata para explicar, a través de una exposición, cómo preserva y conserva estos documentos y, también, como las nuevas tecnologías permiten hoy en día que estos bienes que atesora sean más accesibles para todos.
La exposición 25 anys de l'ANC. La comunicació de la memòria, que se presentó el pasado 29 de noviembre y estará abierta hasta el 14 de mayo, tiene un montaje muy visual en el que destacan varias pilas de cajas de cartón de las que se utilizan para clasificar documentos, con imágenes impresas en su parte superior que reflejan los documentos que podrían hallarse en su interior. Diversos plafones informativos que explican los trabajos de conservación y restauración en pergamino, papel, fotografías o mapas, así como varios vídeos sobre el trabajo interno del archivo completan la exposición, que incluye gran parte de las publicaciones editadas por el centro en estos últimos 25 años.
Los primeros 'papeles' llegarán a Cataluña en enero y se expondrán en el Palau Moja
Los fondos están formados por documentos y pergaminos a partir del siglo XI
El director del ANC, Josep Maria Sans Travé, explica que la evolución del archivo se puede dividir en tres grandes etapas. La primera, hasta 1995, estuvo marcada por la escasez de recursos de la institución, que apenas contaba con presupuesto, ni personal, ni tampoco con las instalaciones adecuadas, ya que en el momento de su creación el archivo ocupó un viejo edificio de la calle de Villarroel de Barcelona que había sido sede de los rotativos Solidaridad Nacional, La Prensa y Solidaridad Obrera, y que los primeros traspasos en materia de cultura pusieron en manos de la Generalitat. De todas formas, apunta Sans Travé, fue cuando el archivo adquirió su configuración definitiva y obtuvo la cesión de algunas de sus joyas actuales: los fondos empresariales de Gasoil, La España Industrial y La Maquinista Terrestre y Marítima; los archivos de los marqueses de Sentmenat, Castelldosrius, Güell-López y Comillas; de los barones de Albí y Lacambra; y de los políticos e intelectuales Enric Prat de la Riba, Francesc Macià, Ventura Gassol, Gregorio López Raimundo, Josep Maria de Porcioles, Ramon Trias Fargas, Eugeni d'Ors, Carles Riba, Ferran Soldevila, Pere Bosch Gimpera y Eduard Fontseré.
Los fondos están formados por miles de pergaminos y documentos a partir del siglo XI. Las cesiones se han seguido produciendo, y una de las últimas es la del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol, que donó toda su documentación personal y política en agosto de 2004. Una segunda etapa, hasta 2003, es la que Sans Travé define como de "consolidación del centro como archivo general de la Administración catalana y como archivo histórico nacional", y coincide con el traslado al actual edificio de Sant Cugat, obra del arquitecto Josep Benedito. La tercera etapa es la de "expansión", basada "en la mejora constante de los procedimientos, con un desarrollo de la informatización de los fondos, de los sistemas de conservación y de los tratamientos de los nuevos soportes documentales", según el responsable del centro, y sobre todo, "en la mejora de la presencia social del archivo, fomentando la colaboración con el mundo docente y potenciando los servicios didácticos del centro".
En ese sentido, Sans destacó que el presupuesto del centro ha pasado de 300.000 euros en 2003 a más de un millón en 2005, lo cual ha permitido, entre otras cosas, que "se trabaje en la digitalización de la documentación más emblemática y la que más se consulta, con el fin de poner a disposición de todo el mundo la documentación de la Generalitat republicana, la de la Guerra Civil y la de la II República, y parte del fondo fotográfico; esto supondrá que se podrán consultar por Internet unos tres millones de documentos en el plazo de tres o cuatro años", concluye el director del centro.
El Boletín Oficial del Estado del 25 de noviembre pasado publicó la ley por la cual, en un plazo de tres meses, la Generalitat de Cataluña recibirá los documentos confiscados durante la Guerra Civil que están custodiados en el Archivo General de la Guerra Civil Española de Salamanca. La ministra de Cultura, Carmen Calvo, anunció hace unos días que los primeros documentos llegarán a Cataluña a finales de enero y primero se expondrán en el Palau Moja, antes de incorporarse a los fondos del ANC. A juicio de Sans Travé, la incorporación de esta documentación no representará ningún problema, pues el archivo está preparado desde el primer día para acogerla. De hecho, recuerda que dos meses antes de inaugurar el nuevo edificio, en abril de 1995, el Consejo de Ministros acordó, por primera vez, devolver los archivos, algo que no llegó a realizarse.
Los 507 legajos formados por libros, hojas de cuentas, agendas, etcétera, no aportarán sorpresas, ya que los expertos del archivo identificaron, clasificaron y microfilmaron toda la documentación durante años. Una vez en Cataluña, los legajos, que ocuparán 50 metros lineales de un armario compacto situado en la cuarta planta, se clasificarán según las competencias que tenía el Gobierno de la Generalitat durante la II República, con los mismos criterios que ya se aplican a otros archivos vinculados a esta institución.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.