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Columna
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Velos que ocultan

Se le nota que posee un variado repertorio artístico, probablemente adquirido durante los muchos años que ha vivido en Nueva York. Me refiero a Alejandro Garmendia (San Sebastián, 1960) y a la suma de obras suyas mostradas en la galería Windsor de Bilbao. En conjunto es una mezcla heteróclita desbocada. Por un lado, en cuanto a los aspectos materiales, conjuga la emulsión fotográfica y los óleos, las fotografías coloreadas manipuladas, la impresión digital y la madera, más la resina, los barnices, las tintas sobre papel, la técnica mixta. Por otro lado, en lo concerniente a representatividad de sus propuestas estéticas, por ahí deambulan en caótico desorden la falta de gravedad, los espacios congelados, la acción de producir-reproducir-y-vuelta a producir, junto a los impulsos aleatorios, el chorretón gratuito, el arrebato anti estético, con el añadido de las enormes y rígidas capas de resina aplicadas a los lienzos.

La falta de gravedad se da en las fotografías, donde en cada una de ellas aquello que era techo se convierte en suelo, y viceversa, con su correspondiente ingravidez visual y/o dislocación de la realidad, equivalente a la creación de espacios congelados. Mas si estas propuestas se pueden catalogar como elementos válidos, no ocurre lo mismo en relación con las formas y mundos que producen los óleos. Ahí se reúnen algunos desaciertos, como por ejemplo: prevalece el todo vale; se palpan las indeterminaciones, las torpezas; los rumbos de las obras se limitan a la falta de rumbo...

Y todo esto que señalamos se quiere eludir mediante la presencia de las aludidas capas rígidas y enormes de resina. Puede que el autor se sienta seguro con ese grosor impostado, a la vez que deja su marca impositiva como retroalimentación personal. No se duda de esa doble finalidad. Sin embargo, ¿no será que esas capas se tornan en celestinas de lujo ocultadoras de cuanto de falaz y de impericia hay detrás de las obras? En realidad, esos signos de interrogación deberían desaparecer de esta página, dejando en su lugar la afirmación de que al utilizar capas gruesas de resina se está ocultando el empobrecimiento formal de lo trazado que hay detrás de cada obra.

En una mirada panorámica, en las obras de Garmendia se detectan algunas influencias de determinados autores. En una obra específica está presente Rauschenberg, en varias su cuñado, el estadounidense Julian Schnabel (casado con una hermana de Garmendia), y en otras, muy en especial, el alemán Gerhard Richter. Es una constatación probada que Gerhard Richter (Dresde, 1932) se ha convertido en el artista del que se han nutrido un mayor número de jóvenes aspirantes al estrellato plástico contemporáneo.

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