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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Enfermo' de Europa

La Comisión Europea ha abierto un expediente a Italia porque considera que sus normas de vigilancia financiera carecen de transparencia, generan inseguridad jurídica y dificultan las inversiones extranjeras en los bancos italianos. Aun sin nombrarlo, el expediente apunta a la peculiar gestión del gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, que se sirvió de esas normas para frenar dos OPA de alcance europeo, la del holandés ABN Amro sobre Banca Antonveneta y la del español BBVA sobre Banca Nazionale del Lavoro, y para favorecer sendas "alternativas nacionales" capitaneadas por Gianpiero Fiorani (Banca Popolare Italiana, BPI) y el asegurador Giovanni Consorte (Unipol).

Una juez de Milán ha ido más lejos que Bruselas. El encarcelamiento del banquero Fiorani, acusado de dirigir "una asociación de delincuentes" dedicada a saquear la BPI en provecho propio y a reciclar dinero sucio, parece constituir el inicio de una nueva convulsión en el sistema político-financiero de Italia. La juez ha incluido en el sumario una lista, secreta por el momento, de "políticos de nivel nacional" presuntamente corrompidos por Fiorani.

Fazio, respaldado por la jerarquía católica y hasta hace poco respetado por todos los sectores políticos, salió reforzado de Manos Limpias, la investigación judicial que a principios de los noventa destapó la connivencia ilícita entre finanzas y política, y se llevó por delante la Primera República. El gobernador se perfila ahora como principal responsable del desastre. No sólo incumplió su obligación de velar por la transparencia, honestidad y solidez del sistema bancario, sino que eligió como banquero predilecto al propio Fiorani.

Es razonable sospechar que detrás del rechazo de Fazio a las inversiones bancarias de ABN Amro y BBVA había el deseo de evitar que una incursión foránea destapara toda una red de complicidades ilegales y fraudes mercantiles. Fazio, que ha desoído las peticiones de dimisión formuladas por el propio Gobierno de Berlusconi, resulta la persona menos indicada para pilotar la banca italiana en una nueva fase de graves turbulencias. Su cercanía a Fiorani le sitúa bajo los focos judiciales. En situación similar se encuentra Giovanni Consorte, el presidente de Unipol, que parecía haber vencido el pulso al BBVA por el control de BNL. Son acontecimientos que agravan la condición de Italia como enfermo de Europa y reabren el juego por el dominio de sus bancos.

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