Excluida de las ayudas de la Junta
Sofía Calero es un ejemplo de la "fuga de cerebros" que el sistema español no lograba retener después de haberlos formado. "Yo he sido una de las rescatadas gracias al programa Ramón y Cajal", expone. Esta iniciativa ha permitido contratar a 2.000 jóvenes científicos desde que arrancó, en 20001. Además, ha posibilitado el retorno de muchos que se habían ido al extranjero, como Sofía Calero. Ella, no obstante, sopesó mucho el regreso: "Tuve grandes dudas, sabía que o me volvía ahora o me quedaba en Amsterdam para siempre".
La investigadora dispone de un contrato de cinco años, pero confía en estabilizar su situación laboral en 2006. "Creo que aquí no tendré problemas, me ayudan y me dan medios pero quiero que me aseguren la permanencia", señala Calero en referencia a la UPO, adonde llegó de la mano de su director de tesis y catedrático de la universidad sevillana, Santiago Lago.
Desde la concesión del premio comunitario, Calero ha recibido tres ofertas para integrarse en centros de Lovaina (Bélgica), Ámsterdam (Holanda) y el Centro Europeo de Computación Atómica Molecular (CECAM) de Lyon (Francia). "De momento he dicho que estoy un poco harta de moverme y que me gustaría quedarme aquí, para una investigadora joven es una ventaja una universidad nueva, que me puede ayudar y a la que yo puedo ayudar".
Calero está satisfecha con el apoyo de la universidad sevillana, que ha puesto en marcha un plan emergente para impulsar la creación de grupos de investigación, pero sigue apreciando diferencias respecto a Europa. "En España cuesta mucho trabajo que nos den dinero". La Junta de Andalucía le ha denegado recientemente ayuda en su último concurso de proyectos de excelencia, justo lo que la Comisión Europea ha valorado con el premio Marie Curie, dotado con 50.000 euros. El jurado la definió como "una excelente científica".
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