Hace veinte años
Sí, son ya veinte años los transcurridos desde que la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) fue aprobada y entró en vigor. Tres fueron entonces las manifestaciones contra aquella ley. La primera, el 17 de diciembre de 1983; la segunda, el 25 de febrero de 1984, y por último, la tercera, el 15 de noviembre de 1984. Promovió y convocó aquellas multitudinarias manifestaciones la denominada Coordinadora Pro Libertad de Enseñanza. En ella tuvieron especial protagonismo la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa), la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE) y la patronal de centros de enseñanza CECE.
Veinte años después, esas mismas organizaciones, con otras, han promovido o apoyado una nueva manifestación contra otra ley educativa de un Gobierno socialista; en esta ocasión, contra la Ley Orgánica de Educación (LOE). Antes, contra la LODE; ahora, contra la LOE. Son tenaces, no cejan. Ello les honra. Además, en el presente, se les han unido con mayor visibilidad la Conferencia Episcopal Española y el Partido Popular. Una feliz coincidencia para ellos.
Pienso, sin embargo, que su persistencia en el rechazo a las iniciativas legislativas socialistas les conduce a la repetición de lemas y consignas que, con el paso del tiempo y su reiteración, pierden vigencia. Se distancian y alejan de la realidad que tanto unos como otros compartimos.
No les reprocho que hace veinte años y ahora se manifiesten. ¡Faltaría más! Pese a ello, quiero añadir que unos años más atrás fueron remisos para manifestarse a favor de la libertad de enseñanza. Ya se entiende, las manifestaciones estaban prohibidas. Y si vamos más atrás, hasta la libertad de enseñanza que ahora predican, la condenaban de forma explícita. Leamos el Nuevo Ripalda (1944):
Pregunta. ¿Hay otras libertades perniciosas?
Respuesta. Sí, señor; la libertad de enseñanza, de propaganda y de reunión.
P. ¿Por qué son perniciosas esas libertades?
R. Porque sirven para enseñar el error, propagar el vicio y maquinar contra la Iglesia.
P. ¿Tolera la Iglesia estas libertades?
R. No, señor; pues repetidas veces las ha condenado.
Olvidemos aquel oscuro pasado y bienvenidos sean en la defensa de la libertad. Aunque, asimismo, considero que, más cerca, en el periodo democrático, su memoria sigue siendo menguada. Entiendo que la memoria también es olvido. Pero desde las manifestaciones contra la LODE sólo han transcurrido veinte años y tanto olvido da que pensar.
Voy a recordar algunos llamativos presagios que entonces se hicieron. Oigamos a Manuel Fraga, presidente de Coalición Popular: "El Gobierno socialista, antes de 1986, quiere tener nacionalizada la enseñanza y orientada la escuela única, cuya neutralidad consiste en seguir fielmente las consignas marxistas". No es broma, ni exagero. Lo dijo el señor Fraga en una conferencia en el Colegio Mayor Pío XII el 25 de abril de 1983 y cuya reproducción multicopiada conservo.
Por su parte, en documentos internos de la llamada Coordinadora Pro Libertad de Enseñanza (en los públicos se mostraban más cautelosos) se podía leer que la LODE trataba "de imponer en España el modelo de escuela socialista" o de que "se pretende imponer desde el Gobierno los valores en los que los padres deben educar a sus hijos" (guión para las sesiones informativas sobre la LODE, octubre de 1983).
La Concapa, en uno de sus escritos, afirmaba que con la política educativa socialista:
- No habrá nueva convocatoria de subvenciones.
- Los centros no se podrán acoger a las condiciones inaceptables de la ley de financiación.
- Los centros subvencionados se convertirán en centros dependientes del Estado.
- Una estrategia clara con un objetivo concreto: estatalizar.
No más citas. Como muestra sirvan los botones expuestos. Ahora, junto con las citas, un dato económico. Cuando los socialistas accedieron al Gobierno de España, en 1982, se destinaban para subvencionar la enseñanza privada unos 80.000 millones de pesetas, y en 1994, tras 12 años de gobiernos socialistas, y la aplicación de los conciertos a partir de 1986, la cantidad recibida por la enseñanza privada fue de algo más de 313.000 millones de pesetas. Lo cual, unido al sistema de conciertos, establecidos en la LODE, que eran por una duración de cuatro años prorrogables, y no de año en año como se concedían con anterioridad, dio a los centros concertados mayor estabilidad. En conclusión, con la denostada LODE, los centros privados, mayoritariamente de la Iglesia católica, recibieron más recursos y mayor seguridad y garantías jurídicas.
¿Dónde quedan ahora aquellas predicciones estatalizadoras? ¿Dónde la anunciada y paulatina desaparición de la enseñanza privada? ¿Dónde los augurios de que las consecuencias de los consejos escolares, constituidos por padres, profesores y alumnos, conducirían a la autogestión? Quienes tan pugnaces fueron contra la LODE, beneficiarios de la misma, aún no han reconocido públicamente que sus vaticinios fueron equivocados y, aunque tengo dudas, quizá lo hagan en el futuro.
Hace veinte años, en sus manifestaciones contra la LODE, gritaron contra el ministro José María Maravall y Felipe González. Ahora no se han detenido en atacar a la ministra de Educación, María Jesús San Segundo, aunque pidan de paso su dimisión. Han ido a la cabeza, su objetivo es directamente el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
No es tiempo ahora de rectificaciones, me dirán. La campaña contra la LOE les tiene plenamente ocupados. Acaso dentro de otros veinte años, si es que aún vivimos, haya que recordarles, otra vez, que su visión catastrofista de la LOE era también equivocada.
Mariano Pérez Galán es profesor y autor del libro LODE; Intrahistoria de una ley.
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