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Reportaje:

Francia revisa su pasado colonial

La ley que obliga a que los textos escolares reflejen el "papel positivo" de la colonización desata la polémica

Remover el pasado colonial de una gran potencia puede traer complicaciones, y más si con ello se pretende reivindicar sus efectos benéficos sobre los pueblos colonizados. Esto es lo que ha sucedido en Francia, donde un simple artículo de una ley menor que mencionaba "el papel positivo de la presencia francesa en Ultramar, especialmente en África del norte", ha acabado forzando la anulación de un viaje a Martinica del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, las excusas del primer ministro, Dominique de Villepin, y la solemne intervención ayer del presidente, Jacques Chirac, pidiendo que se "calmen los ánimos".

Todo empezó el pasado mes de febrero en la Asamblea Nacional con una enmienda de última hora -que pasó sin hacer ruido- a una ley retórica sobre el "reconocimiento de la nación a los repatriados", presentada por el diputado Christian Vanneste, del partido gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP).

El debate fuerza al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, a anular su viaje a Martinica

Aprobada el 23 de febrero, la norma recomienda en su artículo cuatro que "los programas escolares reconozcan en particular el papel positivo de la presencia francesa en Ultramar, especialmente en el norte de África".

Podía haber quedado como una muestra más de la inutilidad de ciertas leyes, en tanto que el Ministerio de Educación no movió ni un dedo para poner en práctica lo que, en sí, no podía ser más que una censura sobre el trabajo de los historiadores. Pero el mes pasado, el grupo parlamentario socialista presentó una propuesta para modificar el citado artículo, y ni siquiera las presiones del palacio del Elíseo, residencia oficial del presidente de la República, consiguieron que los diputados de la UMP dieran su brazo a torcer. La resistencia obstinada que evidenció la sesión parlamentaria actuó de amplificador y desató una polémica nacional sobre el pasado colonial francés.

El propio Christian Vanneste salió en defensa de su texto y rechazó que fuera "una apología de la colonización, o peor aún, de la esclavitud, que la presencia francesa abolió, por ejemplo, en África ecuatorial". Pero la onda expansiva ya se había extendido por toda la sociedad, como lo prueba el hecho de que el sábado pasado, la celebración del 200º aniversario de la batalla de Austerlitz, una de las más brillantes victorias de Napoleón Bonaparte, fuera aprovechado por grupos antirracistas para recordar que el emperador Bonaparte restableció la esclavitud que había sido abolida tras la Revolución de 1789.

En plena polémica, Nicolas Sarkozy, el ministro del Interior, decidió anular su viaje oficial a Martinica y a Guadalupe, dos departamentos de Ultramar franceses, donde le esperaban manifestaciones de todo tipo contra su presencia. El ministro del Interior optó por la prudencia, una vez que el poeta y político antillano Aimé Césaire se negara a recibirle en Martinica.

Por su parte, Dominique de Villepin se vio obligado a tomar partido y criticó la pretensión de "los políticos y del Parlamento de reescribir la historia o la memoria". "No hay una historia oficial en Francia, sino diferentes historias. Francia ha pedido a pleno pulmón el reconocimiento de otras identidades como forma de evitar un choque de civilizaciones. Apliquémonos a nosotros mismos la regla. Hay palabras que pueden herir", dijo el primer ministro francés.

"La ley de la vergüenza"

El presidente francés, Jacques Chirac, anunció ayer solemnemente, interviniendo en la polémica, la creación de "una misión pluralista para evaluar la acción del Parlamento en el terreno de la memoria y de la historia".

Un equipo que "deberá escuchar todas las sensibilidades y rodearse de historiadores" elaborará sus conclusiones en un plazo de tres meses. "Es preciso ahora que los ánimos se tranquilicen; tiene que llegar el momento de una reflexión serena en el respeto de las prerrogativas del Parlamento, en la fidelidad a nuestros ideales de justicia, tolerancia y respeto, en un espíritu de unidad y de unión", dijo el presidente francés.

El ministro delegado de Turismo, Léon Bertrand, que se define como "hijo de criollo y de una amerindia de Surinam", ha pedido a los diputados del partido gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP) que tomen la iniciativa y retiren esa frase de una ley pensada para honrar la memoria de quienes lucharon en la guerra de Argelia.

En los departamentos del Caribe se han creado comités para pedir la abrogación de "la ley de la vergüenza" que "justifica los crímenes cometidos en nombre de una civilización que ha conducido al exterminio de pueblos, a la extinción de culturas y al saqueo de numerosos países".

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