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Reportaje:

El misterio de Luis Portillo

El constructor sevillano ha creado en 20 años un imperio valorado en más de 1.700 millones

Íñigo de Barrón

Sólo en tres semanas, un perfecto desconocido llamado Luis Portillo Muñoz (Sevilla, 1962) se ha convertido en el dueño de una inmobiliaria cotizada, Inmocaral (la antigua Fosforera), y el primer accionista privado del BBVA, con el 0,5% del capital. Su grupo empresarial y las participaciones bursátiles en BBVA, Santander y Popular y en Metrovacesa, tienen un valor bruto de mercado que supera los 1.700 millones de euros, incluyendo el endeudamiento asumido. De hecho, tiene un grupo industrial superior al de cualquier caja andaluza, excepto Unicaja.

¿Quién es Luis Portillo? ¿Cómo ha podido crear en sólo 20 años un grupo inmobiliario y constructor tan inmenso, que además participa en otros siete sectores, partiendo de cero? Para algunos es el claro ejemplo de las fortunas creadas al calor del boom inmobiliario, cuando se han más que duplicado los precios, mientras los tipos de interés se han hundido. "Antes del boom, se podía comprar suelo a crédito y pagar el principal y los intereses con la revalorización de los activos", afirman en el sector.

Portillo acaba de comprar un 0,5% del BBVA y tiene un 0,3% del Santander

Pese a la reciente exposición pública de este empresario, el hermetismo rodea su vida. Incluso su trayectoria es casi desconocida en la sociedad andaluza. Para agrandar más el misterio, Portillo se mantiene al margen de los medios de comunicación.

Algunos apostaban por que esta situación acabaría el 16 de noviembre, cuando finalizó con éxito la OPA que lanzó sobre la pequeña inmobiliaria Inmocaral, pero no fue así. Al margen de los códigos de transparencia, Portillo no compareció ante la prensa. Sólo se supo su intención de "dar entrada a nuevos inversores relevantes en la empresa", según una escueta nota de prensa. Ahora domina Inmocaral, (que ha subido un 70% en Bolsa desde su llegada) tras invertir casi 200 millones, financiados por el BBVA. La entrada de Portillo se inició tras el fallecimiento de Francisco Carrasco, dueño de Inmocaral.

Luis Portillo tenía 12 años cuando se trasladó a la localidad sevillana de Dos Hermanas. Su historia oficial señala que con 21 años, al terminar el bachillerato y sin realizar estudios superiores, empezó a trabajar en la empresa de su padre, maestro albañil, dueño de una subcontrata de 10 empleados.

En 1987 toma el mando de la empresa y abandona el negocio de la subcontrata para centrarse en la construcción de Vivienda de Protección Oficial (VPO) en la corona metropolitana de Sevilla y de Málaga. Ese año construye 50 viviendas. Con su meteórica carrera, para 1991 ya había logrado levantar 1.000 pisos de VPO, aunque nadie sabe responder cómo logró ese empujón tan fuerte. En 1992 llegó la Expo de Sevilla, que fue un trampolín para Portillo, que multiplicó la plantilla: en 1989 tenía 100 trabajadores; hoy son más de 1.700, según los datos oficiales. Personas de su entorno cuentan que se volcó en la VPO porque, aunque era una inversión menos rentable que la vivienda libre, también era más segura. Así esquivó la crisis de aquellos años.

Con los réditos de la VPO compró terrenos en Madrid, Sevilla y Cádiz a precios muy bajos porque el mercado estaba deprimido. Hoy es dueño de suelo donde puede edificar 20.000 viviendas. Su estrategia es "anticiparse a las nuevas situaciones del mercado. Hay que prever el futuro", ha declarado. Por eso, tras su entrada en Inmocaral, considera que, "si el ciclo cambia y la vivienda libre no tira, hay que migrar hacia vivienda social y alquileres con opción de compra". Portillo acudió a bancos y cajas de ahorros para levantar su gigantesco grupo. Sí ha trascendido que tiene importantes líneas de crédito con la caja El Monte, de Sevilla, y Cajasur, de Córdoba, y el BBVA. Otros aseguran que es un cliente muy relevante de los tres grandes bancos en los que ha invertido. ¿Cuál es su relación con la política y los alcaldes andaluces? En Sevilla se le considera un hombre cercano al entorno socialista, aunque sin rehusar los ambientes del PP.

Pero este imperio no se limita a ladrillos y suelo. Expo-An, la sociedad con la que inició su faraónico proyecto en 1987, es un grupo de sociedades con actividades hoteleras, en la educación, investigación, medio ambiente, agrícola, alimentario y de transportes. Posteriormente creó la sociedad Zent Inversiones (propiedad en el 51,69% de Portillo y el 48,31% de María Jesús Valero Pérez, su esposa), y la convirtió en la cabecera de un complejo entramado de 36 sociedades.

Los datos sobre las participaciones bancarias de Portillo no están claros. Es dueño del 0,5% del BBVA (compartido con el otro gran empresario inmobiliario andaluz, Nicolás Osuna) valorado en 250 millones. En el Santander tiene un 0,3%, que vale en Bolsa 200 millones; en Metrovacesa, donde es consejero, ha declarado tener el 6%, que cuesta 325 millones. Portillo asegura que se acerca a los bancos sólo como inversor financiero, pero hay quien dice que también busca el enorme negocio del ladrillo que rodea a estas entidades.

Sus activos inmobiliarios están valorados en 567 millones, sin contar con su participación en Inmocaral, que vale hoy 340 millones y se ha publicado (no desmentido oficialmente) que es dueño del 0,45% del Popular, cuyo valor de mercado es de 55 millones. En total, supera los 1.700 millones, incluyendo el endeudamiento. De momento, este aficionado al mar y dueño de un barco ha pasado de ser un desconocido a tener como socios en Inmocaral a la empresaria Alicia Koplowitz y a Rafael del Pino Moreno, fundador de Ferrovial. Y probablemente aparezca pronto entre las grandes fortunas españolas en la famosa lista de Forbes.

SCIAMMARELLA
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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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