San Fernando tendrá una ocupación histórica por las patrulleras de Venezuela
"Hemos cambiado una pesadilla por un sueño hecho realidad", dicen los trabajadores
En apenas un año, los operarios del astillero de San Fernando (Cádiz) han pasado de luchar para salvar en el último momento la supervivencia de su factoría a afrontar en los próximos meses la llegada de cargas de trabajo históricas. "Hemos cambiado una pesadilla por un sueño hecho realidad". Lo dice José Bastida, uno de los mil empleados de plantilla. Su compañero en el taller de elaboración, Antonio Ramírez, también está ilusionado. Ambos trabajarán en las ocho patrulleras para Venezuela cuyo encargo se acaba de suscribir. Garantía laboral hasta 2012.
"No entendemos cómo estábamos tan mal y ahora de repente, tan bien"
Los ocho barcos garantizan el trabajo para 600 empleados durante seis años
En la firma el pasado lunes entre el ministro de Defensa, José Bono, y el presidente venezolano, Hugo Chávez, José, de 49 años, y Antonio, de 42, ven la salvación de la factoría en la que llevan trabajando media vida. Las patrulleras, cuatro oceánicas y cuatro de vigilancia, son para ellos algo más que un nuevo e importante contrato. Son la buena noticia que les ha despertado de la pesadilla definitivamente.
No hace mucho, apenas un año y unos cuantos meses, que Antonio y José esquivaban las pelotas de goma de la policía. Eran los días en que cortaban la autovía y la vía del tren de su ciudad mientras que en Madrid se decidía su futuro. La reclamación desde Europa de unas ayudas estatales a los astilleros obligaba a una nueva reconversión naval. En las primeras reuniones, San Fernando se quedaba fuera de la empresa de carácter militar, la que sería Navantia, que se estaba gestando para salvar el sector. Y eso a pesar de sus 200 años de historia. "Cuando nos decían que estábamos fuera de la división militar, no nos lo creíamos", rememora Antonio Ramírez, quien sigue llevando el mono con de la antigua Bazán.
El astillero isleño estaba amenazado con el cierre o la privatización. Bajo aquella losa, los trabajadores hicieron frente a las tanquetas de los antidisturbios. "Fueron días de mucho miedo y unión", recuerda José Bastida. Y ganaron. Su victoria fue el mantenimiento de su astillero.
Todo aquello ocurrió el año pasado. "Lo que no entendemos es como estábamos tan mal entonces y ahora de repente estamos tan bien", se extraña Antonio. Los datos son halagüeños para el astillero isleño. Sólo las patrulleras venezolanas garantizan trabajo para 600 empleados durante seis años. En 2007 las máquinas estarán a pleno rendimiento porque estarán construyéndose además encargos de la Defensa española: algunas de las 12 lanchas de desembarco que ya se han iniciado, el programa de buques de acción marítima (BAM) o el buque de aprovisionamiento de combate (BAC). "La empresa va a tener que subcontratar mucho. La industria auxiliar va a ser una de las grandes beneficiadas. Vamos a ver el triple de compañeros", vaticina Bastida. Ramírez asegura que hace mucho tiempo que el astillero no alberga tanta actividad. "La última vez fue cuando llegaron seis patrulleros marroquíes. Y cuando tuvimos que hacer cuatro barcos de aluminio". De aquello han pasado unos 15 años.
Antonio y José no entienden la oposición de dirigentes del PP a los contratos venezolanos. "Ellos fueron los que nos metieron en el lío y cuando todo parece resolverse lo critican", asegura Bastida. "En nuestro taller hay compañeros que temen que si el PP vuelve a gobernar echaría para atrás estos barcos. Eso sería muy grave". La Bahía de Cádiz ha sido centro del debate político internacional a cuenta de esta firma. El embajador de Estados Unidos en España, Eduardo Aguirre, la ve como un desafío por entender que son barcos de guerra. Hugo Chávez la defiende como un muestra de dignidad frente al imperialismo. Antonio y José se aferran a ella para asegurarse de que el buen rendimiento de su factoría no es ningún sueño.
Los dos están deseando ver su astillero lleno de vida. "No sabes la alegría que dar ver entrar un montón de chavalitos con los ojos pegados por la mañana", señala Ramírez. Porque mientras sigan entrando en el astillero adormiladas miradas de jóvenes es que hay futuro.
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