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Israel critica un informe de la UE que condena la colonización de Jerusalén

Bruselas aún no ha aprobado el documento

Israel ha acogido de mal grado un informe de los cónsules europeos emplazados en Jerusalén Este que critica la política de colonización del Gobierno israelí en la parte palestina de la ciudad. Aunque aún no ha sido aprobado en Bruselas, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí declaró ayer a través de su portavoz, Mark Regev: "Si es aprobado, podría haber repercusiones sobre el modo en que observamos la implicación de la UE". Regev aludía así a la participación de los policías europeos en el cruce de Rafah, fronterizo con Egipto.

El informe, que se debatirá en el Consejo de Relaciones Exteriores de la UE el 12 de diciembre, arremete contra hechos consumados del Ejecutivo israelí que pueden suponer obstáculos insalvables ante unas eventuales negociaciones de paz. "Ningún palestino puede aceptar una política que reduce la posibilidad de llegar a un acuerdo final sobre el estatuto de Jerusalén", señalan los diplomáticos de la UE radicados en la mitad oriental de la ciudad.

El texto condena el muro -declarado de forma unánime ilegal por los jueces del Tribunal Internacional de Justicia- que las autoridades del Estado judío levantan alrededor de Jerusalén y que se adentra en varias zonas del territorio ocupado de Cisjordania. Arremete contra la ampliación de los asentamientos de Maale Adumim, Gilo, Ramot y la Colina Francesa -adyacente a la Línea Verde que dividió Jerusalén tras la guerra de 1967-, entre otros. Unos 200.000 israelíes viven ya en estos barrios de nueva construcción, que todos los Gobiernos israelíes consideran "innegociables".

"Israel está utilizando los asentamientos y el muro de separación en Cisjordania para crear una anexión de facto de territorios palestinos", reza el informe. "La actividad en Jerusalén", prosigue, "viola la Hoja de Ruta y la legislación internacional", sentencian los cónsules.

Pero también apuntan los representantes de la UE que el Gobierno de Ariel Sharon practica medidas "discriminatorias impositivas" contra los palestinos; permite que ciudadanos judíos se instalen dentro y fuera de la ciudad vieja -que la Autoridad Nacional Palestina exige como parte de la capital de su futuro Estado-. Asimismo, critica la demolición de casas palestinas y la reducción de permisos de trabajo a los pobladores árabes de la ciudad. Los diplomáticos también reclaman que los 200.000 palestinos residentes en Jerusalén Oriental puedan participar en las elecciones legislativas que se celebrarán en enero de 2006. Israel, que se anexionó la ciudad al completo en 1981, se opone. La Unión Europea y la práctica totalidad de la comunidad internacional no reconocen esta apropiación.

La reacción oficial llegó sin tardanza. Un alto funcionario del Ejecutivo de Sharon comentó ayer al diario The Jerusalen Post que las apreciaciones contenidas en el informe "pueden dañar la nueva amistad con la Unión Europea". De hecho, a juicio de algunos diarios locales, el ministro de Exteriores, Silvan Shalom, canceló a última hora su asistencia a la Cumbre Euromediterránea de Barcelona tras conocerse el informe. "Nunca habíamos tenido europeos sobre el terreno", advirtió Regev, en referencia a la presencia de los policías de varios países de la UE que vigilarán el paso de Rafah, en el que, después de cuatro décadas, ha desaparecido la presencia de soldados hebreos.

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Hasta ahora, sólo una quincena de uniformados italianos, daneses, rumanos y luxemburgueses se han desplegado en la terminal fronteriza, pero en las próximas semanas lo harán agentes españoles, portugueses, suecos, finlandeses y lituanos. Hasta completar los 70 necesarios para que las instalaciones permanezcan abiertas las 24 horas del día. Ayer, segunda jornada de control palestino del paso, cruzaron hacia Egipto 402 personas durante las cuatro horas en que permaneció abierta; y 979 entraron en la franja de Gaza procedentes de este país.

Varios palestinos esperan para entregar sus pasaportes en el puesto fronterizo de Rafah.
Varios palestinos esperan para entregar sus pasaportes en el puesto fronterizo de Rafah.REUTERS

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