Nuevo rostro para el Banco de España
Una actuación a fondo sobre fachadas y cubiertas prepara el edificio para estrenar el ala agregada por Rafael Moneo
El Banco de España, uno de los edificios madrileños de mayor entidad y porte, adecenta a marchas forzadas sus 8.875 metros cuadrados de fachadas al paseo del Prado y a la calle de Alcalá. La cabalgata de Reyes, en la noche del 5 de enero de 2006, será la fecha tope para culminar esta operación de limpieza profunda, la primera de esta envergadura acometida en los últimos 13 años.
Ahora se trata de armonizar cromáticamente la piel de los principales tramos de fachada de este monumento, florón del eclecticismo decimonónico obra de Adaro y Yárnoz, con la del que va a estrenar el nuevo cuerpo que Rafael Moneo ha agregado al edificio bancario sobre el solar que en su día ocupó el palacio de Lorite, en el vértice de las calles de Marqués de Cubas y Alcalá. La culminación de esta nueva integración -presupuestada en 19 millones de euros-, ya casi del todo visible a pie de calle, está prevista para el último tramo del próximo febrero. Será entonces cuando los dos grandes tramos de fachada se engarcen en un contínuum que compone uno de los retablos urbanos más significativos de Madrid.
Treinta hombres, y alguna mujer también, tocados todos de sus correspondientes cascos, se encaraman cada día en los siete pisos de andamios vigilados por un sistema electrónico de seguridad. Desde allí, con el cuerpo virado hacia paramentos, balaustradas y columnas, examinan y palian los efectos que la suciedad ambiental, humos y excrementos de palomas han producido durante lustros sobre los elementos decorativos que ornamentan los muros del gran banco: columnas, tejadillos, ventanas, así como óculos, mascarones, cariátides y titanes, reciben su dosis diaria de atención por parte de los profesionales de la compañía Kalam, especializada en estos menesteres. Al frente de un cometido que él define como "encaminado a devolver a esta dama (el Banco de España) la dignidad de su aspecto y su belleza", se encuentra el doctor arquitecto Valentín Berriochoa, madrileño, de 59 años, premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en el año 2000 y con actuaciones en las catedrales de Toledo y Burgos, entre otras.
Berriochoa, catedrático de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, evoca a su maestro, Fernando Chueca Goitia, con una sonrisa: "En estas actuaciones, él nos invitaba a discernir entre la mugre y la pátina", recuerda. La primera era, simplemente, la suciedad. La pátina, sin embargo, "es la marca que sobre la piedra deja su historicidad, de tal forma que se integra a la personalidad propia del monumento de manera inextricable". ¿Y cómo se consigue erradicar la una sin dañar la otra? "Con mucha delicadeza y maestría". Berriochoa resalta con emoción que esta actuación comprende los tres cuerpos que componen las fachadas: el zócalo o área industrial "se trataba de una fábrica, de billetes, pero fábrica en definitiva"; los arcos, área estrictamente bancaria, "albergaban oficinas", explica, "y la zona superior de mansardas, habitacional". "Cada elemento ornamental ha sido cuidadosamente tratado con procedimientos a menudo manuales, casi de artesanía, para preservarlos", subraya el arquitecto.
Respecto de la gran estatuaria que jalona las fachadas, señaladamente la que mira hacia la calle de Alcalá, a base de ménades, mascarones, cornucopias y cariátides, fue toda labrada en mármol de Carrara, agrega el arquitecto. Tanto esplendor obedeció, a juicio de Berriochoa, "al deseo de las clases acomodadas españolas de dotar de la mejor arquitectura y ornamentación a un banco emblemático como éste".
Otras obras emprendidas hace casi dos años se despliegan en torno a las cubiertas del gran banco, rematado por planchas de cinc muy deterioradas y con más de un siglo.
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