La candidata a presidenta, con el carrito de la compra
La campaña no la ha cegado ni ha cambiado mucho su estilo. A diario, después de desayunar, Michelle Bachelet deja a su hija menor en el colegio. Sus vecinos suelen ver a esta mujer separada, madre de dos hijas y un hijo, con el carrito del supermercado haciendo las compras.
Con sus equipos de trabajo sabe mantener la información compartimentada, como se hacía en el trabajo clandestino militante contra la dictadura. Por su pasado, los socialistas la consideran una de ellos, de su cultura, mucho más que al propio presidente, Ricardo Lagos.
Michelle Bachelet ha soportado embates duros: en la recta final de la campaña, sus rivales en la derecha la acusan de no dar la talla para la presidencia y de carecer de liderazgo, a pesar de su trayectoria.
La élite política e intelectual del país no la considera integrante de ese mundo, aunque ella fue ministra de Sanidad (2000-2002) y Defensa (2002-2004), habla con fluidez español, inglés, alemán, francés y portugués, tiene estudios de posgrado y se graduó en la carrera más exigente que existe en Chile, Medicina. Y en cierto sentido, no es del establishment: Bachelet proviene de las bases de los socialistas y se impuso como candidata porque tenía apoyo ciudadano, no por el peso de su partido o su apellido.
"Me parece genial que sea presidente. Es una vuelta de la historia, el corolario a su trayectoria", opina Lucrecia Brito, quien no había vuelto a encontrarse con Bachelet desde que ambas compartieron celda mientras estuvieron detenidas en la dictadura hasta que hace dos años participaron en un acto de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Desde la tribuna donde se encontraba, la entonces ministra de Defensa reconoció entre el público a su compañera de prisión y se apresuró a saludarla. Fue un saludo entre sobrevivientes.
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