"Las colecciones del Museo Británico pertenecen a todo el mundo"
Con su nuevo director, Neil MacGregor, el Museo Británico ha recuperado el antiguo prestigio, autoridad y confianza. Al tomar posesión del cargo, en el verano de 2002, la institución atravesaba una de sus peores crisis: una deuda en torno a los cinco millones de euros, salas periódicamente cerradas, robos de tesoros artísticos y una acusada pérdida de visitantes extranjeros. Grecia seguía reclamando el retorno de las esculturas del Partenón y la prensa local criticaba la falta de rigor académico de algunas exposiciones temporales. Nacido en Glasgow en 1946, licenciado en Derecho e Historia del Arte, MacGregor se instaló en Russell Square tras una excelente trayectoria de 15 años al frente de la Galería Nacional. Bajo su dirección, el éxito vuelve una vez más al epicentro de todas las civilizaciones, guardián de siete millones de objetos, que se fundó hace 252 años.
"Hoy día los peligros que acechan al mundo provienen del creciente número de personas que se repliegan en identidades singulares"
"Nunca ha sido tan importante entender Irán, que se siente heredero del Imperio persa. Ése es el propósito que ha guiado la actual exposición"
Pregunta. ¿Cómo ha logrado dar la vuelta al museo en tan poco tiempo?
Respuesta. Tomando decisiones muy difíciles. Tuvimos que reducir la plantilla en un 10%, lo cual fue una acción brutal. Recortamos gastos y actividades y, sin incrementar la subvención estatal, dejamos de estar en números rojos. Ahora reina el optimismo y un enfoque más centrado.
P. ¿Se ha descuidado la calidad del trabajo museístico?
R. En absoluto. Nos aseguramos de preservar lo más posible la calidad de la actividad científica, académica y conservadora. El 250º aniversario de la fundación del museo, en 2003, nos ayudó a mirar atrás y meditar sobre los fundamentos de nuestra existencia. Redefinimos el propósito y la función cívica del museo. Fue un ejercicio clarificador. Hoy día, los peligros que acechan al mundo provienen del creciente número de personas que se repliegan en identidades singulares, ya sea religiosa, nacional o de otro tipo. Y, precisamente, el museo se fundó en 1753 para frenar el repliegue y exaltar las maravillas del mundo.
P. ¿Cuál es el eje de dichos principios fundacionales?
R. Fue el primer museo nacional, de acceso gratuito, creado por un parlamento para mostrar las culturas del mundo y permitir al visitante comprender el mundo entero. Ayuda a todos los ciudadanos a entender el pasado y el presente. Es el mismo propósito que guía la exposición actual, sobre el Imperio persa; la anterior, dedicada a Sudán y otras más. Nunca ha sido tan importante entender Irán y, para ello, es preciso comprender que Irán se siente hoy heredero de ese extraordinario imperio, el más extenso que conoció la humanidad, con sus diferentes razas y religiones.
P. ¿Fueron duras las negociaciones con el nuevo Gobierno iraní?
R. Nos preguntamos si consentirían prestar piezas tan importantes, incluidos iconos de la identidad iraní. Nos dieron la autorización en base, principalmente, a una cuestión de amistad entre comisarios de ambos países. Los museos forman parte de una comunidad de académicos, investigadores y expertos que poco tiene que ver con el mundo político. No sé si llegan a influir en la política pero, ciertamente, abren puertas.
P. ¿El nombre "británico" resulta obsoleto para un museo con colecciones de todo el mundo?
R. Todo lo contrario. Se denominó británico por ser la colección del ciudadano, no del rey. En el siglo XVIII, Europa entera quería ser británica. Gran Bretaña era modelo de libertad frente a la tiranía, libertad de pensamiento, investigación, actuación... Es una institución portavoz de una de las grandes tradiciones británicas: el derecho de toda persona, de cualquier parte del mundo, a informarse gratuitamente.
P. ¿Puede el nombre suscitar una lectura imperialista?
R. Es importante recordar que es un museo preimperial. Y una vez más, británico significa hoy el mundo entero. Londres es la ciudad más cosmopolita del planeta. Se hablan cerca de 300 lenguas nativas y conviven poblaciones de cada cultura representada en el museo. Ser británico implica estar íntimamente conectado con el mundo. De museo preimperial hemos avanzado a ser un museo poscolonial.
P. ¿La cooperación con los Museos Nacionales de Kenia es fruto del esfuerzo poscolonial?
R. Demuestra que las colecciones del Museo Británico pertenecen genuinamente a todo el mundo. Por primera vez se va a montar en África una exposición procedente de un museo europeo que no ha sido escogida por los europeos. Colegas del museo de Nairobi han pasado siete meses aquí eligiendo los objetos de nuestra colección que desean presentar en una exposición sobre los orígenes de la cultura de Kenia.
P. ¿Es el preámbulo a la apertura de sucursales en otros continentes?
R. Es todo lo contrario a una sucursal. Implica hacer realidad un ideal del XVIII. Entonces era imposible puesto que las piezas no podían desplazarse de un sitio para otro. Ahora podemos dejar que gente de diferentes partes del mundo decidan qué hacer con las colecciones que se conservan en nuestra sede.
P. ¿Incluidos los mármoles del Partenón?
R. Grecia siempre ha pedido el retorno definitivo de las esculturas del Partenón, algo completamente imposible para el museo. Además, no hay ninguna razón. El arreglo actual es perfecto. Por accidente nos encontramos con la solución ideal. En Londres, se pueden contemplar los mármoles dentro del contexto de la historia del mundo y, en Atenas, como parte integrante de la historia de la ciudad y de la escultura griega.
P. ¿Da crédito a la reclamación de pertenencia por parte de Grecia?
R. No les pertenecen de igual forma que los velázquez de la Galería Nacional tampoco pertenecen a España. ¿Deberían todos los rembrandt retornar a Holanda? ¿Le gustaría al Prado desprenderse de sus boscos?
P. Pero Grecia reclama lo que considera un signo de identidad.
R. Preservando sus colecciones juntas, el Museo Británico demuestra que todas las culturas y tradiciones dependen unas de las otras y se dan forma unas a las otras. Se puede escoger entre dos perspectivas culturales: la del XVIII y la del XIX. La primera se basa en el ideal de la Ilustración por el que la humanidad es una y todos somos herederos de la misma cultura. La perspectiva del XIX defiende que la cultura de cada nación es propia y exclusiva. Es el mito nacionalista y un mito muy peligroso.
P. La Galería Nacional aventajó, por primera vez, al Museo Británico al recibir 4,9 millones de visitantes el último año. ¿Cómo se siente?
R. Estoy encantado de que la Galería Nacional funcione tan bien. ¿Cómo no voy a estarlo si le dediqué 15 años de mi vida? Nunca hay competencia entre los museos. Si la gente va a uno, visitará otros. Todos pertenecemos al mismo público, y al Museo Británico vienen cada año entre 4,5 y 5 millones de personas.
Babelia
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