El libro de los muertos de la Guerra Civil
Un ejemplar recoge los nombres de miles de enterrados en Cuelgamuros
La memoria histórica sobre la Guerra Civil dispone en Madrid de un testimonio tristemente excepcional, desconocido por el gran público. Se trata de uno de los libros más costosos y con más carga simbólica de la historia de España. Contiene los nombres y apellidos de muchos de los 33.872 combatientes muertos durante la contienda y enterrados en el Valle de los Caídos. Sus restos procedían de cementerios cercanos a los frentes de guerra.
El libro fue capitulado por provincias, cuyos escudos encabezan las relaciones de sepultados, precedidos por Salmos de David o fragmentos de correspondencia de San Pablo caligrafiados con letras góticas miniadas y doradas sobre pergamino.
La relación más numerosa, sobre papel verjurado (con filigranas de rayas menudas) de color hueso, es la de la provincia de Madrid, con 4.198 nombres. Zaragoza tiene 3.744 registros, Castellón, 1.056 y Barcelona, 30. La provincia de A Coruña carece de nombres.
Los sepultados en el valle de los Caídos procedían de fosas cercanas a las batallas
Las características del libro son la piel de cabra, medio metro de altura, 38 centímetros de anchura y trece de lomo, con grabados e incrustaciones en metal de oro de 22 quilates y polícromos tejuelos (cuadraditos que se pegan en el lomo para poner el título). Pesa 30 kilos, que incluyen su estuche y su sobrecubierta, titulada en grandes letras rojas Homenaje a los caídos que reposan en esta basílica, en referencia al templo de Nuestra Señora de la Cruz del Valle de los Caídos, cerca de San Lorenzo de El Escorial, a unos 50 kilómetros al noroeste de Madrid.
El dictador Francisco Franco, ya en 1940, había dispuesto erigir en el valle de Cuelgamuros una cruz conmemorativa de la Guerra Civil, con enterramientos de caídos en la contienda, teóricamente de ambos bandos. Aún hoy se desconoce cómo se sortearon los obstáculos impuestos por algunos medios al enterramiento en tierra sagrada de personas no cristianas, como presumiblemente se trataba de muchos de los caídos en los frentes de guerra de la zona republicana. El número de sepultados hasta 1983 -muchos de identidad desconocida- alcanzó la cifra de 33.872 y sus restos reposan en ocho capillas de la basílica madrileña -horadada hasta 261 metros en la roca- que albergan hasta 11.072 columbarios.
El libro con los nombres de los sepultados hasta 1969 fue hecho a mano en aquel año por encargo de Franco al entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro. Éste encomendó su hechura a la Imprenta Municipal, regida por Francisco Matallanos Picas, que asignó la tarea al calígrafo Luis Moreno, fallecido hace 5 meses con 89 años, y al encuadernador Vicente Cogollor Mingo, de 76 años, natural de Meco, muerto hace unas semanas. Los enterramientos se prolongaron hasta 1983. El suntuoso libro registral, que no sigue un orden alfabético salvo el de las provincias, se guarda en el interior de un gran estuche que contiene la sobrecubierta citada, en cuero con grandes letras rojas y el ejemplar singular luego. Hace años fue expuesto en una vitrina.
"La tarea de encuadernarlo era ímproba", explicó Vicente Cogollor antes de su reciente fallecimiento. Sus tapas o cubiertas fueron hechas en piel de marroquín y de madrás, francesa, así como con otra de la variedad Oasis, británica. "Estos materiales permanecieron a la espera durante meses en la frontera de Francia, de donde procedían", comentó.
Las incrustaciones se hicieron con oro ducado doble, de 22 quilates, para dorar los cantos de sus 273 páginas. Muchas de las letras capitulares, con las que se encabezan algunas ilustraciones, son también de oro. Fue caligrafiado durante más de 1.600 horas y otras 4.800 horas fueron empleadas en su encuadernación, previo tratamiento de sus numerosas pieles y ornamentos.
La cubierta anterior del gran libro lleva un escudo con el águila imperial adoptada por el general Franco. El águila se muestra flanqueada por una palma y una rama, que simbolizan el martirio y la gloria.
El primer nombre registrado es el del líder de Falange Española José Antonio Primo de Rivera. El último inscrito es Manuel Frago Ruiz. En la cubierta posterior, aparece estampado -e igualmente orlado por hojas y flores en mosaico- el guión del general Franco. Los tejuelos son de colores amarillo, morado, verde, rojo, entre otros.
Su esmerada encuadernación por el artesano Vicente Cogollor la convirtieron en una de las piezas -tristemente maestras- de toda España en esta artesanía.
Cada letra fue minuciosamente escrita con tinta sobre pergamino fabricado por la compañía Guarro por el calígrafo Luis Moreno, un madrileño autodidacto, fallecido hace meses, autor, a mano también, del ejemplar príncipe de la Constitución Española de 27 de diciembre de 1978.
Sus letras capitulares, en gótica y con róleos vegetales, adquieren una belleza singular. En el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde caligrafiaba cartas credenciales y otros importantes documentos, era conocido por Don Luis. "Casi todos los jefes de Estado que han visitado España cuentan con algún documento caligrafiado por él", dice con orgullo su viuda, Delfina Carretero, funcionaria municipal jubilada. "Nadie le enseñó el oficio, simplemente Luis había nacido con ese don".
La custodia del libro de los Caídos la ejerce Patrimonio Nacional. Se halla depositado en la biblioteca del Palacio Real de Madrid. Se conserva una copia, cuyos capítulos han sido fotografiados del pergamino original.
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