Maragall advierte de que no permitirá que llegue a Cataluña un Estatuto "mutilado"
El proyecto debe respetar el término nación y fijar los criterios de solidaridad, según el presidente
El nuevo Estatuto catalán, tras su paso por las Cortes, debe mantener la definición de Cataluña como nación e incorporar un sistema de financiación que clarifique los principios de solidaridad interterritorial. De lo contrario, el proyecto quedaría "mutilado" y el Parlamento de Cataluña debería retirarlo de las Cortes. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, así lo advirtió ayer en una rueda de prensa de más de dos horas de duración. No obstante, Maragall se mostró totalmente convencido de que el resultado será satisfactorio y que el Congreso respetará el núcleo del Estatuto aprobado en Cataluña.
Hoy se cumplen dos años de las elecciones autonómicas que posibilitaron el acceso de las formaciones de izquierda catalanas (Partit dels Socialistes, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya) al Gobierno de la Generalitat. Maragall quiso celebrar este aniversario con una comparencia ante los medios de comunicación, la primera de su mandato a pesar de que se comprometió a efectuar este tipo de comparencia mensualmente.
El presidente se extendió sobre todo en el asunto que ha marcado el ecuador de la legislatura: la aprobación del nuevo Estatuto catalán y su obligado trámite en las Cortes. Maragall se mostró seguro de que al final el Congreso alcanzará un acuerdo satisfactorio para el autogobierno de Cataluña y de que este dificultoso proceso, a pesar de las recientes encuestas, no erosionará políticamente al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ni afectará a los intereses electorales del PSOE. En este sentido, se comprometió a contribuir a una próxima victoria de Zapatero.
Maragall no contempla la posibilidad de retirar el proyecto de Estatuto de las Cortes, tal como prevé la legislación. Principalmente porque, dijo, "habrá un pacto entre la España que se lo mira todo con desconfianza y la Cataluña que se ha atrevido a decir lo que quería desde hace 25 años y lo ha dicho de golpe". Es decir, el presidente confía en que el Congreso respetará las líneas básicas del proyecto de Estatuto porque, señaló, conoce "la sensibilidad de la gente que lo ha de decidir", en clara referencia a sus compañeros socialistas.
Concepto "antipático"
Este núcleo estatutario consta, dijo, de dos ejes: financiación y nación. El Estatuto, por tanto, debe incorporar los criterios de financiación y los principios de solidaridad entre comunidades autónomas. "Si no, iremos mal", avisó. También deberá definir a Cataluña como una nación, a pesar de admitir de que el término pueda resultar "antipático". Para Maragall, el "equilibrio" que supuso diferenciar en la Constitución entre regiones y nacionalidades se ha "roto" y "ha perdido fuerza". "El término nacionalidad ya no nos sirve y si no es nación ¿qué otra cosa nos queda? Nosotros no queremos ser diferentes, sino que queremos precisión y que nos entiendan como somos", insistió el presidente catalán.
Si ambos principios no constaran en el Estatuto, posibilidad que Maragall confesó no contemplar, el proyecto quedaría "mutilado" y, en consecuencia, defendería que se retirara de las Cortes, aunque reconoció que esta competencia corresponde al Parlamento catalán.
Es tanto el optimismo de Maragall que aseguró que el pacto en el Congreso llegará mucho antes de lo que la gente se imagina, más o menos para Navidad. Para entonces, manifestó, también se diluirá el clima de crispación en torno al Estatuto que se ha creado en España. Un clima y determinadas declaraciones desde algunos medios de comunicación que dijo comprender porque el Estatuto es "larguísimo, pesado e incluso ofensivo o antipático" y se ve, en el resto de España, "como un texto dirigido a hacer una proclamación de la diferencialidad". No obstante, añadió: "Habrá metralla, manifestaciones y rebotes pero se digerirá antes de final de año y la bruma se desvanecerá".
La fuerza del Estatuto radica, según señaló Maragall, en que cuatro partidos de Cataluña -el 89% de los diputados- lo apoyaron en el Parlamento y en que, además, "Zapatero se ha puesto a nuestro lado y ha comprendido la razón de todo. Se lo cree". Este escenario se ve reforzado, manifestó, por las buenas relaciones que últimamente han entablado el presidente del Gobierno central con el presidente de Convergència i Unió, Artur Mas.
Apoyo del PSC
Tras casi dos años al frente de la Generalitat, su presidente dijo sentirse orgulloso del nuevo estilo de gobernar de las tres formaciones de izquierda "próximo a la gente y a sus problemas". Un Ejecutivo, manifestó, que goza de "una salud considerable" a pesar de las dificultades "lógicas" de todo Gobierno de coalición. Entre estas discrepancias, que se esforzó por minimizar, subrayó su pretendido reajuste gubernamental que se limitó adscribir los departamentos a cuatro macroáreas. "Este reajuste dará un nuevo empuje al Gobierno", anunció.
Sin embargo, añadió que el tripartito necesitará dos legislaturas para llevar a cabo todos sus proyectos, principalmente de carácter social. Por ello, se comprometió a repetir la fórmula en la próxima legislatura y a presentarse de nuevo como candidato a la presidencia de la Generalitat, deseo que, manifestó, cuenta con el apoyo de su partido, el PSC.
En la rueda de prensa, Maragall anunció que antes de agotar la legislatura el Gobierno elaborará una nueva ley electoral que, respetando el principio de proporcionalidad, la población y los territorios queden bien representados. Los socialistas quieren impedir que se repita lo sucedido en las dos últimas elecciones autonómicas que, pese a la victoria del PSC en número de votos, Convergència i Unió obtuvo más diputados ya que la ley prima el voto rural sobre el urbano.
Asimismo, el Ejecutivo aprobará en seis meses una nueva ley de ordenación territorial para dividir Cataluña en siete regiones o veguerías. Maragall defendió la interconexión eléctrica con Francia con una línea de muy alta tensión.
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