La frontera cierra filas frente a la alta tensión
Maçanet de Cabrenys ejemplifica el rechazo del territorio al nuevo trazado de la línea de 400 kilovoltios
Hace unos cinco años, los vecinos de Maçanet de Cabrenys (Alt Empordà) cruzaban la frontera francesa y contemplaban con extrañeza e indiferencia unos improvisados carteles en los que se podía leer: "Non à la THT". Suponían entonces que se trataba de alguna rara protesta relacionada con la dinamita. Ahora ya saben que esos carteles expresaban el rechazo a la muy alta tensión (MAT), en francés très haute tension, y que les concernían muy directamente. Se han incorporado más tarde a la lucha, pero convencidos de que el punto de intersección del tendido con Francia que defiende el Gobierno español -desde Maçanet hasta el Mont Capell- es un atentando contra el territorio.
Un mensaje SMS corría estos días entre los teléfonos móviles de los vecinos de Maçanet: "Maçanet está de luto. Se suspende la fiesta mayor. No a la MAT. Pásalo". A pesar de que se discutió la propuesta, los vecinos no han querido que la electricidad les aguara la fiesta mayor. Y es que ya sería la segunda vez. Todos recuerdan con sorna que el concierto del año pasado debió suspenderse porque sufrieron un importante corte de luz. Tras una reclamación, la compañía Fecsa-Endesa se vio obligada a pagar una indemnización al pueblo. "Cada vez que sopla un poco de tramontana o caen cuatro gotas, nos quedamos sin luz. En lo que tienen que invertir es en las arcaicas líneas de distribución", advierte Christian López, miembro de la Amal (Associació Maçanetenca Antilínea). Magda Puig, que gestiona el alojamiento rural Can Rafelot, está convencida de que el pueblo "no verá ni un kilovatio" de la energía de la línea de alta tensión.
Según algunos consistorios, si no pueden impedir la línea, pedirán compensaciones
Hay 14 alcaldes franceses dispuestos a dimitir y a abandonar la política
Sólo hay que pasear por las calles de Maçanet -sembradas de crespones negros, carteles y pancartas- para darse cuenta del amplio rechazo a la infraestructura. Ferran Sabà, comerciante de Maçanet, advierte de que, con la agricultura y la ganadería heridas de muerte, la explotación del paisaje es lo único que le queda al municipio. "Esto es como un segundo Tratado de los Pirineos, una nueva expoliación del territorio en toda regla", exclama Sabà.
La Asociación de Hostelería del Alt Empordà, por boca de su presidente, Lluís Fernàndez, rechaza de plano el trazado: "No pueden comerse el último reducto virgen turístico de la comarca. Sería más sensato pasar por el corredor de servicios de La Jonquera
[con la carretera N-II, la autopista A-7 y el AVE]; allí el mal ya está hecho".
Los contrarios al tendido eléctrico, a un lado y otro de la frontera, se resisten a creer que el Gobierno francés y el español hayan pactado el paso por Maçanet. Joan Planes, vicepresidente del colectivo francés Non à la THT, no tiene la menor duda al respecto: "La opción Maçanet-Mont Capell es imposible. Hay 14 alcaldes franceses dispuestos a dimitir y abandonar la política. Se juegan su carrera. La única propuesta francesa es el refuerzo de la actual línea de Coll d'Ares, y miente quien diga lo contrario. No podremos bloquear ese refuerzo, pero sí podemos asegurar que en suelo francés no habrá un milímetro de una nueva línea".
Xavier Llorente, portavoz de la plataforma No a la MAT, al frente de la oposición catalana, advierte de que cuando el proyecto de trazado abandona el corredor de infraestructuras, a la altura de Biure d'Empordà, "se hace un daño irreparable". Llorente certifica que su rechazo es "radical". La plataforma no presentará alegaciones para desviar trazados o defender alternativas. "Sólo presentaremos alegaciones para impedir su construcción o su declaración de utilidad pública". Esa declaración sería necesaria en el trazado por Maçanet, puesto que cruza por una zona incluida en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN).
Pero la que ahora se ha decidido a tirar del carro de la oposición es la asociación de municipios contra la línea de 400.000 voltios (AMMAT), que agrupa a unos 40 ayuntamientos de distinto signo político afectados por el trazado, y ha convocado una manifestación para el próximo 11 de diciembre. Aunque el lema de la asociación es Ni aquí ni en ninguna parte, algunos de los alcaldes confiesan en privado que si no pueden impedir el paso de a línea, deberán concentrarse en pedir compensaciones y desplazamientos de trazado.
Los vecinos de Maçanet coinciden en señalar que si se consigue frenar la línea no será por los políticos de este lado de la frontera, sino por la radicalidad de los alcaldes franceses. "Allí la gente defiende el territorio más allá del partidismo", asegura Ferran Sabà.
Algunos observadores técnicos independientes, como el ingeniero industrial Joan Vila, advierten de que sería una lástima que no se usara el corredor de La Jonquera. Vila, convencido de la necesidad de la línea, asegura que el soterramiento -aunque no existan en España antecedentes en zonas boscosas- es perfectamente posible y beneficioso, pero que a la compañía "la asusta sentar un precedente y tiene dudas sobre el mantenimiento y la localización de las averías". El ingeniero industrial echa en falta un debate más técnico, con menos interlocutores que tengan partido tomado de antemano.
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