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EL DEBATE TERRITORIAL

El PSOE constata el bloqueo de la reforma constitucional por el veto del PP

Zapatero: "Si ustedes no tienen ganas de reformar el Senado, no voy ni a intentarlo"

Carlos E. Cué

Tras la conclusión del larguísimo debate sobre el estado de las autonomías -casi 30 horas de cruce- sólo hay un punto en común a ambos lados del hemiciclo del Senado: en este momento parece imposible que PSOE y PP pacten ni la reforma de la Cámara alta, que implica un cambio de la Constitución, ni el nuevo Estatuto catalán. En el último encontronazo, el PP confirmó que sólo apoyará la reforma del Senado si el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, pacta con ellos el Estatuto catalán. Éste respondió que eso no serviría de nada, porque el Parlamento catalán, donde el PP es la cuarta fuerza, lo rechazaría.

Zapatero se marchó del encuentro "muy contento" y con una invitación al PP para que "reflexione" y se una "sin condiciones" al grupo de 10 partidos que apoyan las reformas, tanto la del Senado como la tramitación del Estatuto catalán. Ésa fue su conclusión, pero poco antes había tenido un fuerte encontronazo con Pío García Escudero, portavoz del PP, que le había acusado de dirigir "el Gobierno más sectario de la democracia" y de "despreciar" al Senado.

Zapatero, que cada mes mantiene cruces muy templados con García Escudero, subió a la tribuna enfadado: "Debemos tener los mínimos parámetros de racionalidad. ¿Que yo desprecio al Senado? ¿Y entonces José María Aznar, que no vino nunca en la legislatura anterior? Después de este alegato inasumible tengo pocas esperanzas de que tengan una voluntad real de consenso. En el fondo, psicológicamente ustedes han negado el resultado de las elecciones. Debatan con ideas, no con exageraciones. Basta ya. Sólo les falta anunciar el fin del mundo", se quejó.

A pesar de que las formas no se perdieron en ningún momento -salvo entre las filas del PP, que entre gritos le llegaron a mentar incluso a los GAL al presidente- la distancia entre los dos partidos se hizo más evidente a medida que avanzaba el debate.

García Escudero templó su crítica en la réplica, pero puso una condición para apoyar la reforma del Senado que Zapatero constató como insalvable: que pacte con el PP todas las reformas, incluida la del Estatuto catalán. El presidente tiró la toalla. "Si ustedes no tienen ganas, si consideran que no merece la pena reformar el Senado, les puedo asegurar que no voy ni a intentarlo. ¿Para qué? Creo que no tienen voluntad. Espero estar equivocado".

Acto seguido, Zapatero lanzó una última oferta para que el PP apoye el Estatuto catalán, pero con todos los demás partidos. García Escudero se mofó: "Usted crea un problema, culpa a la oposición y al Gobierno anterior de la creación de ese problema y luego quiere que nosotros le aplaudamos y le ayudemos a salir del mismo, para que quede usted como salvador".

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Nacionalistas necesarios

Zapatero explicó que no es cierto que él no quiera acordar el Estatuto catalán sólo con el PP porque sí. Lo que pasa, razonó, es que eso no arreglaría el problema, porque el Estatuto tiene que ser aprobado por el Congreso y aceptado por el Parlamento catalán, una Cámara donde el PSC y el PP no tienen ni de lejos la mayoría. Es lo mismo que pasó en 1979, recordó. Necesariamente, los estatutos catalán y vasco se tienen que aprobar con una mayoría distinta a la de otras comunidades donde PP y PSOE suman la mayoría, insistió.

La cuestión del consenso, y el significado de esta palabra, ha sido el eje del debate. Uno detrás de otro, durante tres días, todos los representantes del PP -los presidentes autonómicos de este partido actuaron como tales, mientras los del PSOE se dedicaban a criticar el Estatuto catalán que apoya el PSC- repetían la misma pregunta: ¿Por qué prefiere a ERC que al PP? Y una u otra vez, Zapatero, que entró a todos los trapos, incluidas las cuitas locales de cada autonomía, explicaba su tesis de que el abrazo con la oposición no arreglaría la cuestión de Cataluña.

Además, pedía al PP que se sumara a lo que él entiende como "consenso", esto es, todos salvo ese partido. "¿Quién debe reflexionar? ¿Diez fuerzas políticas, o una? La reflexión más a fondo debería producirse en la fuerza política que se queda sola, manifiestamente sola", espetó.

Al final, harto de repetir el mismo mensaje, Zapatero abandonó su intención de convencer al adversario con argumentos para pasar al ataque: "Todo el tiempo, que ha sido largo, durante el que han estado buscando el centro desde que perdieron las elecciones, ha sido cortísimo para irse a la derecha más derecha que se recuerda desde la Transición". Para entonces, le escuchaban unos pocos senadores y el incombustible presidente aragonés, Marcelino Iglesias.

Mariano Rajoy, en una rueda de prensa en el Senado, mientras Zapatero interviene en el pleno.
Mariano Rajoy, en una rueda de prensa en el Senado, mientras Zapatero interviene en el pleno.BERNARDO PÉREZ

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