Gripe aviar: empieza la función

Alerta máxima. Un caso de gripe aviar ha sido identificado en un pueblo francés de Bretaña, al oeste del país, según confirmaron ayer las autoridades sanitarias de Francia. La tasa de mortalidad es del 80% y existen graves peligros de epidemia. Se trata del virus H5N1, el más mortal. Se ha activado el plan de emergencia. El diagnóstico de los veterinarios es unánime: hay que matar a todas las aves de la explotación infectada para que no se difunda la enfermedad y, sobre todo, para evitar su contagio a los humanos.

El escenario planteado asusta, aunque sea un poco exagerado. Porque es mentira. Pero así lo plantearon las autoridades de Bretaña para realizar esta semana un simulacro de un caso de gripe aviar en un gallinero. Kergloff, una pequeña aldea de 880 habitantes y 45 explotaciones agrícolas del Finisterre francés, a unos 600 kilómetros al oeste de París, fue el escenario de esa peculiar representación. Aparte de la trama -un caso de gripe aviar-, todo era real: las autoridades políticas y sanitarias, los veterinarios, los gendarmes. Unas 90 personas. Sin olvidar las estrellas: 25.000 pollos. Empieza la función.

En los países de la Unión Europea se simularán ejercicios para combatir el virus

Como cada mañana, Jean-Luc Bernard visita a sus pollos. Varios yacen por el suelo, muertos. Preocupado, Bernard llama a su veterinario. Éste, nada más tener la sospecha de un caso de gripe aviar, avisa a la Dirección de Servicios Veterinarios (DSV). Empieza entonces una carrera contrarreloj para, si se confirma una infección, acabar con el brote. "El ejercicio consiste en probar los procedimientos de alerta y prevención, demostrar la capacidad de movilización de los actores", explica François Lucas, el delegado de las autoridades locales en la zona y responsable de la operación.

Los espectadores -121 periodistas acreditados, entre ellos australianos y japoneses- esperan con ganas a ver por fin uno de esos pollos enfermos. Pero aún no se sabe si lo están; estamos en fase de "sospecha". Un equipo de dos inspectores de la DSV llega a la granja de Bernard, donde matan a cinco aves antes de hacer una autopsia. Los inspectores analizan la sangre de otros 25 pollos encerrados en una jaula. Todos -periodistas incluidos- llevan un traje higiénico azul, guantes, botas herméticas, gafas y una máscara.

Bajo el escupido, como llaman a la lluvia en Bretaña, el simulacro no interesa a todos en Kergloff. Martine Guivarc'h, dueña de Chez Martine, el único bar del pueblo, de 50 años, no cree en la necesidad del simulacro. "La gente mayor no lo entiende y cree que hay realmente gripe aviar", dice. También confiesa que si no fuera por la presencia de tantos periodistas, ni se hubiera enterado "porque da un poco igual". Una opinión que no comparte el alcalde de Kergloff, Pierrot Belleguic. "La gente sabe que es un simulacro y no hay pánico", asegura antes de insistir en que "lo más importante es mostrar que podemos asegurar la protección de la gente".

"La contaminación al hombre no va a ser ensayada, ya que el riesgo no existe", no cesa de recordar el delegado Lucas, con el apoyo de los especialistas presentes. La epizootia, enfermedad contagiosa que afecta a los animales, es el único caso pensado en el guión; en ningún momento la pandemia. Lo que sin embargo sí existe es "el riesgo de transportar de manera pasiva" la enfermedad, matiza Laurence Deflesselle, de la DSV. Un riesgo que obliga a una desinfección total no sólo de los veterinarios, sino de toda la zona.

Las pancartas de "Prohibido pasar" rodean la explotación de Bernard. En un radio de tres kilómetros alrededor del gallinero, los agentes vigilan las salidas del pueblo; ningún vehículo puede entrar. Los que salen ven sus ruedas rociadas por completo con desinfectante. Sólo han pasado 24 horas desde que se detectó la "sospecha" -en la realidad hay que esperar entre tres y 21 días- y Bernard ya adivina los resultados del laboratorio: uno de sus pollos ha dado positivo por gripe aviar. Destino obligatorio de los volátiles: el matadero; morirán asfixiados. En Kergloff, el pasado viernes, la matanza no se llegó a representar. La gendarmería alza una segunda zona de protección, esa vez de 10 kilómetros alrededor del brote.

Matanza. Una palabra que obsesiona a Philippe Guirault, de 49 años y cuya explotación se encuentra a unos metros de la de Bernard. Su miedo: que se confunda salud animal con salud humana. Martine Guivarc'h lo dijo: "La gente va a dejar de comer carne". Una encuesta reciente revela que el 20% de los franceses disminuirá su consumo de carne de pollo. Para la región de Kergloff, las consecuencias económicas podrían ser catastróficas: Bretaña produce el 40% de la carne de pollo consumida en el país. Para Guirault, "no hay razón para dejar de comer pollo". "El pollo va bien", dice pensando en la caída de su producción y de sus ventas. Los especialistas reunidos en Kergloff insistieron en numerosas ocasiones en que "todos los productos son sanos" y en que "la gripe aviar no existe en Francia". Guivarc'h es una mujer informada: "Yo no he dejado y no dejaré de comer carne [de pollo]", asegura, "porque aunque enferma, si la cocemos, es comestible".

La función ha terminado. Parece que todo ha funcionado tal como las autoridades lo exigían. En teoría el gallinero de Bernard está vacío; los 25.000 pollos están muertos y los veterinarios lo están desinfectando. Ellos mismos tendrán que pasar por una zona especial de desinfección antes de salir de la explotación. Los profesionales se felicitan por el éxito de la operación. "No estamos sin defensa en caso de que se detectara un caso. Hemos sido capaces de vigilar una explotación y eliminar el brote para que no se difundiera. En situación de emergencia, el Estado está operativo", comentó Philippe Hercouët, director general de la DSV. "Sabemos que tenemos a agentes que saben intervenir", añadió tranquilizado el alcalde Pierrot Belleguic. "Rezamos para que sólo fuera un simulacro", también añadió.

Mientras unos 25.000 pollos fueron las estrellas de producción bretona, ya se conoce el próximo estreno financiado por las autoridades sanitarias francesas. La Organización Mundial de la Salud apuntó que si la gripe aviar puede transmitirse entre personas, el virus llegará en avión. Un hospital de París tuvo la idea de instalar cámaras térmicas en los aeropuertos para detectar eventuales casos. ¿Para cuándo el ensayo?...

[El Reino Unido, como presidente de turno de la Unión Europea, celebrará un ejercicio sorpresa de dos días similar al de Kergloff en 28 países distintos para comprobar las habilidades para luchar contra un caso de gripe aviar. El simulacro tendrá lugar antes de fin de año, aunque las autoridades sanitarias no quieren revelar su fecha. El ejercicio se aplicará tanto en países de la UE como en otros, como Suiza].