"Informar de la vida privada exige control"

Robert Pinker, ex presidente del Comité de Quejas de la Prensa británica, 74 años. Ahora es consultor de aquella organización y proclama la importancia de la autorregulación.

Pregunta. ¿Y esa cruzada?

Respuesta. Si no se autorregulan, los Gobiernos vienen con sus leyes, y tienen el derecho. Los periodistas no están por encima de la ley.

P. ¿Y si no hay autorregulación?

R. El Gobierno tiene el deber moral de regularlos. A la gente le viene mejor que existan organismos de autorregulación, porque las leyes son lentas, caras e inseguras, mientras que los dictámenes de organismos de autorregulación, como el Consejo de Prensa del que disponemos en el Reino Unido, ofrecen reparaciones justas, rápidas, y gratuitamente.

P. Tony Blair quiere controlar la BBC, en Estados Unidos el Gobierno manipula a una periodista.

R. Dos ejemplos del valor de la prensa, para debatir, para indagar, para interrogar al poder político: ¿La BBC debe sufrir una reprimenda gubernamental? ¿Hay derecho a que mienta un funcionario público y haga mentir a un a periodista?

P. ¿Límites de la libertad de expresión?

R. La difamación, el acceso a la información privada. La libertad de expresión, ¡hurra!, el derecho a la vida privada, también ¡hurra!. Pero chocan: los periodistas han de explicar muy bien a qué interés general obedece su información sobre la vida privada. La autorregulación garantiza que los periodistas se expliquen, o paguen sus pecados.

P. ¿Ocurrirá de nuevo lo que sucedió con Diana de Gales?

R. La ironía fue que murió en Francia, donde no hay ley de privacidad. Lo que hicieron los paparazzi fue indefendible. Diana era una figura pública, que además buscaba publicidad. Esa fue parte de la tragedia. Sus hijos se benefician ahora de un acuerdo tácito de los editores: no publican tonterías sobre ellos, ellos no hacen tonterías y además no buscan publicidad.