Juan Villoro novela el poder de la mirada en 'El disparo de Argón'
Anagrama reedita la primera obra del escritor mexicano
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) debutó como novelista en 1991 con El disparo de Argón, que entonces publicó Alfaguara. La obra alcanzó poca difusión en España y ahora la editorial Anagrama ha decidido recuperarla de su limbo literario con los recortes decididos por el autor. "Me interesaba adentrarme en las cosas que se revelan a través de los ojos", dijo ayer el escritor en la presentación del libro.
El oftalmólogo Fernando Balmes, protagonista de la novela, trabaja en el hospital del doctor Suárez, una copia mexicana de la Clínica Barraquer, sita en Barcelona. El decorado de la trama no es azaroso. Cuando Juan Villoro visitó por primera vez la capital catalana, en 1979, tuvo que dirigirse forzosamente a la célebre clínica. Un accidente con un vetusto cargador de maletas le provocó un derrame en un ojo y fue allí para curarse. El lugar le fascinó. "El vestíbulo estaba decorado con los signos del zodiaco y coronado con un gran ojo de Osiris. El suelo era ajedrezado y las columnas negras", recordó el escritor.
Aquella sorpresa fue creciendo con el tiempo y se convirtió en acicate de la novela, tras otra breve estancia en la clínica para extraerse una partícula metálica que se le había metido en el mismo ojo. "Poco a poco, me fui interesando por su fundador, el doctor Barraquer. Tenía un doble interés por la visión, el médico y el trascendental. Decía que Las meninas no se pintaron con colores, sino con intuiciones".
De su atribulada experiencia surgió un relato breve, La vista de Suárez, embrión definitivo de El disparo de Argón. "El doctor Suárez es un presunto discípulo de Barraquer. El personaje alza una réplica de su hospital en un barrio mexicano ficticio, San Lorenzo, construido en una cuadrícula que evoca la parrilla en la que fue torturado aquel mártir. En su caso, los símbolos que decoran el recinto no son egipcios, sino prehispánicos". Villoro tenía ya encauzados los dos temas que articulan la obra: el poder de la mirada y las relaciones entre un barrio pequeño y su envoltura, la gran ciudad.
Aparte de una peculiar historia de amor, el meollo de la trama se enriquece en cada página. Por ejemplo, el doctor Suárez apenas aparece en la novela, aunque su ausencia es omnipresente. "En un libro que trata de la vista y del poder de la mirada tenía que aparecer su reverso, la invisibilidad. El doctor Suárez es un personaje invisible que dirige las vidas de los demás. Refleja el poder que se ejerce en las sociedades autoritarias".
Por último, la historia de Fernando Balmes se complica por un sucio negocio de contrabando de córneas. "Escribí la novela entre 1986 y 1990. Era una época en la que se hablaba mucho del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y México. Casualmente, se publicaron varios reportajes sobre el tráfico de órganos. Me pareció una metáfora interesante: vendíamos partes de nuestros cuerpos en el mercado a cambio de un puñado de dólares".
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