Una mente muy poderosa
De Isaac Newton (1643-1727), en mi opinión la mente más poderosa de que tiene constancia la historia, se ha escrito tanto, y en algunos casos tan bien, con tanto detalle y rigor, que es inevitable preguntarse si tiene sentido que alguien se ocupe de componer una nueva biografía de él; pregunta aún más oportuna si ese alguien -James Gleick en el presente caso- no posee ninguna credencial previa como especialista en el extenso universo de los estudios newtonianos. ¿Puede una persona de este tipo aspirar a competir con las 908 páginas del fenomenal Never at rest. A biography of Isaac Newton, de Richard Westfall? (No confundir, como hace en la bibliografía el traductor del libro de Gleick, con la versión abreviada que el propio Westfall preparó años después y que fue traducida al español). ¿O con la maravillosa trilogía de Frank E. Manuel, en la que la historia de la ciencia y de las ideas se dan la mano con la interpretación de índole psiquiátrico: Isaac Newton, Historian, A portrait of Isaac Newton y The Religión of Isaac Newton?
ISAAC NEWTON
James Gleick
Traducción de Antoni Puigròs
RBA. Barcelona, 2005
255 páginas. 18 euros
Gleick ha intentado escribir un libro que mostrase la esencia del complejo y plural mundo newtoniano
Y también habría que recor
dar, limitándome a obras traducidas al español, la magnífica biografía de Gale Christianson, que Salvat (1986) publicó en una excelente colección de biografías que tuvo, no obstante, el efímero destino que permite la venta en quioscos. Y si se desea brevedad, pero la brevedad que conmueve al mismo tiempo que informa, mi recomendación es un escrito de Keynes (el economista, sí; en su tiempo fue un gran newtoniano: reunió una de las mejores colecciones de manuscritos del gran Isaac), incluido en un casi desconocido volumen publicado en 1982 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. "Newton", escribió allí Keynes con más de un grano de razón, "no fue el primero de la Edad de la Razón. Fue el último de los magos, el último de los babilonios y de los sumerios; la última de las grandes mentes que contempló al mundo visible e intelectual con los mismos ojos de aquellos que empezaron a construir nuestra heredad intelectual, hace casi diez mil años".
Entre las biografías de Newton que no son demasiado extensas, mi preferida es la versión reducida del Never at rest de Westfall que Cambridge University Press España publicó en castellano en 1996 bajo el título de Isaac Newton: una vida, y a la que aludí antes. No recomendaría, por tanto, el Isaac Newton de James Gleick. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea un mal libro. En absoluto. Habría sido extraño en un autor de la probada capacidad de Gleick. Recordemos su espléndido Caos: la creación de una ciencia, que obtuvo un gran y merecido éxito, o la biografía, inédita en español, que recientemente dedicó a Richard Feynman.
De hecho, en su libro muestra que ha hecho muy bien sus deberes, estudiando la bibliografía newtoniana y consultando incluso algunos de los, no infrecuentemente bastante esotéricos, manuscritos del gran genio de la ciencia universal. En su deseo de aportar algo a los estudios sobre Newton, Gleick ha intentado escribir un libro que mostrase la esencia del complejo y plural mundo newtoniano, un texto en el que estuviera "todo", pero con cuantos menos "adornos" mejor. Ahora bien, sucede que esos "adornos" -esto es, más detalles del escenario en el que vivió y trabajó el autor del inmortal Principios matemáticos de la filosofía natural- son necesarios para muchos lectores.
Dicho en otras palabras: este
Isaac Newton es un excelente libro, con momentos de una cierta belleza narrativa ("los hornos alquímicos", leemos, por ejemplo, cuando Gleick intenta recuperar la intensidad con que Newton se sumergió en la empresa de escribir los Principios, "se enfriaron y los manuscritos teológicos se quedaron en los estantes. Ahora se había apoderado de Newton una fiebre como ninguna otra desde los años de la peste. Comía casi siempre en sus aposentos, unos pocos bocados sin apenas sentarse. Escribía de pie ante su mesa-escritorio... Nunca había escrito de esta manera: con un gran propósito y con la intención de que se leyeran sus escritos"), pero si lo situamos -y tal es la obligación del crítico- en un contexto bibliográfico lo más completo posible, encontramos que prácticamente todo lo que se nos presenta en él se ha dicho ya muchas veces en otras obras, de las que se puede aprender más y con más detalles, obras que sin duda conocerán aquellos familiarizados con los estudios newtonianos. Y para los no introducidos en ese maravilloso universo histórico y conceptual, acaso la sintética precisión del texto de Gleick les cause, en más de un momento, problemas de compresión, problemas que el Isaac Newton: una vida de Richard Westfall no les planteará.
Puedo comprender fácilmente, muy fácilmente, que Gleick haya querido, él también, enfrentarse a la tarea de escribir una biografía de uno de los personajes más interesantes de la historia de la humanidad. Sucede, sin embargo, que otros han sentido antes la misma atracción, dedicando su vida a semejante empresa y dejándonos abundante testimonio del producto de sus esfuerzos.
De Newton alguien dijo: "Dichoso él, porque descubrió las leyes del movimiento y la gravitación, y nadie después de él podrá ya aspirar a semejante honor y placer". Pues bien, de manera parecida, acaso podríamos decir nosotros también: "Dichosos aquellos que ya se enfrentaron con la tarea de reconstruir la biografía de Isaac Newton, porque no tuvieron que plantearse con la misma intensidad que nosotros, si podrían añadir algo nuevo a tantos esfuerzos y logros anteriores en la misma dirección". De todas maneras, en tiempos de sobreabundancia editorial, mejor disponer de una nueva y buena biografía de Newton, aunque no sea realmente necesaria, que de tanto libro superfluo por los cuatro costados.
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