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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa reconecta

Del reto que plantea la globalización a Europa en todas sus dimensiones -humana, económica, financiera, energética, comercial y cultural- se lleva hablando desde hace años. Pero los líderes de los Veinticinco no habían encontrado tiempo de discutir a fondo una respuesta conjunta hasta ayer, en el Consejo Europeo de Hampton Court. De él debía salir una estrategia. Lo que ha salido es la necesidad de discutir propuestas concretas en diciembre, algunas de las cuales se adelantaron ayer, y llegar a conclusiones prácticas en marzo para poner a la UE "en el buen camino".

El fracaso de la Constitución europea sigue en la mente de todos. Y la voluntad de salir de la tristeza económica también. En este gris contexto, Zapatero ha planteado que la mejor respuesta para defenderse de los embates y sacar provecho de las oportunidades de la globalización es la que se pueda generar desde una Europa más integrada. Ningún Estado miembro puede luchar ya por sí solo contra la inmigración ilegal, y las fronteras externas de todos los países no son ya nacionales, sino del conjunto de la UE, que necesita avanzar con medidas y fondos comunes como los propuestos desde España.

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El documento base para Hampton Court, elaborado por la Comisión Europea, parte acertadamente de que "Europa debe reformar y modernizar sus políticas para preservar sus valores". Para ello, y para acabar con un paro que afecta a 19 millones de personas, necesita renovar la llamada Agenda de Lisboa, que en 2000 planteaba convertir a la UE en una década en la zona económicamente más avanzada del mundo. A medio camino, va más que retrasada, quizá porque faltan instrumentos europeos y se fía casi todo a medidas nacionales y a una mera coordinación, que no integración. Es necesario que la UE dé un gran salto adelante para no perder más distancia de EE UU, e incluso de China, en inversiones en investigación, desarrollo e innovación.

El buen ambiente registrado no sirve para disimular que Alemania, Estonia y varios países nórdicos rechazaron la creación del Fondo propuesto para mitigar las consecuencias de la globalización para los trabajadores afectados por la competencia global, no para las empresas, o que Chirac amenazó con vetar toda rebaja de la Política Agrícola Común en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, una gran contradicción si se quiere ayudar a los países generadores de una desesperada emigración ilegal.

No cabía esperar una solución al reto de la globalización en una reunión informal que suministra una bocanada de oxígeno a la UE al abordar problemas que importan más a los ciudadanos y conectan mejor con ellos. Aunque no era objeto del encuentro, sí hubo plena coincidencia a la hora de valorar que si los Veinticinco no pactan el marco presupuestario para 2007-2013, la UE no recuperará la confianza propia y la ajena.

Es decir, el gran acuerdo de ayer fue sobre la necesidad de un acuerdo en diciembre.

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