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CERCO JUDICIAL A LA CASA BLANCA

El fiscal y el gran jurado del 'caso Plame' se reúnen sin anunciar procesamientos

La posibilidad de que miembros del Gobierno sean acusados mantiene en vilo a Washington

A las 8.55 de ayer, el fiscal especial Patrick Fitzgerald, que investiga la filtración que permitió conocer la identidad de Valerie Plame, una agente secreta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), llegó al tribunal de distrito de Washington en el que se reúne el gran jurado, la instancia que debe autorizar o no los procesamientos, en caso de que lleguen a producirse. Pero la expectativa que mantiene en vilo a la clase política y periodística de Estados Unidos se frustró ayer cuando el gran jurado concluyó su reunión sin que se anunciasen novedades.

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A mitad de la sesión, que duró tres horas, una fuente de Justicia filtró a varios medios de comunicación que no iba a haber anuncios en la jornada de ayer. Después de que el gran jurado concluyera su reunión, el equipo del fiscal estuvo discutiendo una hora más.

El Gran Jurado, que concluye en principio su tarea el próximo viernes, se reúne habitualmente los miércoles. Las últimas informaciones del entorno de Fitzgerald -mezcladas con rumores, porque las deliberaciones de un gran jurado son secretas, en teoría- indicaban que el fiscal está dando los últimos toques al caso. De ahí que se esperara ayer la información que confirmara o desmintiera si Lewis Libby, jefe de gabinete del vicepresidente Cheney, iba a ser acusado formalmente de la filtración o de otros cargos más fáciles de probar, como obstrucción a la justicia, perjurio o manejo inapropiado de información clasificada. La otra gran incógnita es saber si a Libby le va a acompañar o no en el procesamiento Karl Rove, cerebro político del presidente Bush.

En el ambiente de alta tensión que acompaña al caso, hay varias posibilidades abiertas: que, a pesar de las apariencias, los procesamientos se hubieran aprobado ayer y permanecieran lacrados, a la espera de comunicárselos a los acusados; que el gran jurado no haya concluido el debate sobre el número de procesamientos, o, incluso, que no esté ni siquiera claro -contra todo pronóstico- que vaya a haber acusaciones, o que vaya a haber tantas como se pensaba. Y, por fin, que el gran jurado prorrogue su labor otros seis meses.

En todo caso, a pesar de que esta investigación se abrió hace casi dos años, su objetivo es muy amplio, y han desfilado casi medio centenar de testigos ante el Gran Jurado. El FBI estuvo haciendo averiguaciones hasta el lunes por la noche entre los vecinos de Valerie Plame, a los que la policía preguntó si sabían o no -antes de que se publicara en la prensa- que la mujer del ex diplomático Joseph Wilson era una agente secreta de la CIA. Por todo ello, no es extraño que un fiscal con fama de meticuloso, como Fitzgerald, necesite tener todos los cabos atados y se tome el tiempo que considere necesario.

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En una Casa Blanca que trata de disimular el estado de ansiedad y preocupación en el que se encuentra desde hace días, tanto Rove como Libby participaron ayer en sus reuniones habituales. De las notas tomadas por el segundo se desprende, según el testimonio de abogados recogido el martes por The New York Times, que el vicepresidente Cheney y él hablaron del caso en junio de 2003, un mes antes de que se revelara en la prensa la identidad de Valerie Plame. Pero las notas no confirman que ninguno de los dos supiera que era una agente secreta. Aunque esa conversación sitúa al vicepresidente en el centro de la escena, el dato le podría eliminar de la lista de los que cometieron el delito, porque la ley que castiga desvelar la identidad de un agente secreto lo hace depender de que se haga conscientemente. Al mismo tiempo, el relato podría demostrar que Libby no dijo la verdad al gran jurado cuando afirmó que escuchó hablar de Valerie Plame por primera vez a periodistas, porque él mismo escribió que su primer contacto con el nombre procede de la conversación con Cheney.

Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca, no quiso confirmar ni desmentir el martes nada relacionado con Cheney ni con el caso. Ayer, McClellan siguió sin ceder a la presión de los periodistas, que querían opiniones y reacciones: "Naturalmente, estamos siguiendo el desarrollo de los acontecimientos a través de los medios de comunicación, pero todo el mundo tiene mucho trabajo que hacer", dijo. En caso de que haya procesamientos, se espera que los acusados presenten su dimisión. Se espera también una inmediata comparecencia televisada del presidente.

Sondeo de Gallup

En el compás de espera, una señal más del incremento de las críticas contra Bush. Según el último sondeo de Gallup, el 50% cree que el presidente no tiene "la personalidad y el liderazgo que el puesto exige". El índice de aprobación de su tarea se sitúa en el 42%, tres puntos por encima de su mínimo absoluto de la semana pasada. El 39% cree que ha habido asesores de la Casa Blanca que violaron la ley en el caso Plame, y otro 39% piensa que aunque no sea el caso, violaron principios éticos.

El país está dividido por la mitad en cuanto a si fue o no un error la invasión de Irak, un porcentaje que antes se inclinaba a favor de los que condenaban la guerra. Pero sigue siendo una mayoría del 57% la que cree que la situación en Irak no va bien.

Dick Cheney, ayer durante una reunión en la Casa Blanca.
Dick Cheney, ayer durante una reunión en la Casa Blanca.REUTERS

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