23 centrales térmicas cerrarán a partir de 2008 por contaminar demasiado

Veintitrés centrales térmicas de fuel y carbón para producir electricidad tienen fecha de cierre por contaminar. Las plantas, el 34,8% de las existentes, han comunicado al Ministerio de Industria que se acogen a su plan de cierre, según una respuesta del Gobierno al diputado de Izquierda Verde Joan Herrera. El plan fija que sólo podrán funcionar 20.000 horas desde 2008 a 2015. Las horas que funciona cada central dependen de la demanda eléctrica, pero lo previsible es que la mayoría cierre antes de 2013. A partir de 2016 ninguna de las 23 plantas podrá arrancar. Las 43 centrales restantes que usan estas tecnologías tendrán que reducir sus emisiones de óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre, nocivas para la salud.

La Unión Europea estableció en una directiva de 2001 unos límites de emisión de óxidos de nitrógeno, partículas y dióxido de azufre en las instalaciones de combustión que producen electricidad. Esa norma fijaba un tope de emisión de 277.000 toneladas al año de óxidos de nitrógeno (que España superó el año pasado) hasta 2008 y establece drásticas reducciones a partir de esa fecha.

El decreto de 2004 que traspuso la directiva da tres opciones a las antiguas instalaciones de combustión: "O cumplir cada una con unos valores límite de emisión para dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas, o que el Estado miembro establezca un plan nacional de reducción de emisiones [...] que consiga los mismo resultados". La tercera opción es que las centrales "se comprometan por escrito a no hacer funcionar la instalación durante más de 20.000 horas operativas a partir del 1 de enero de 2008 y hasta, como muy tarde, el 31 de diciembre de 2015".

Las eléctricas han remitido a Industria (con un año de retraso sobre lo previsto por el decreto) la lista de centrales que se acogen a la tercera opción: el cierre. Son 23 centrales (19 de fuel-gas y cuatro de carbón). Hay siete de Iberdrola, siete de Endesa, cuatro de Viesgo, dos de Unión Fenosa, una de Hidrocantábrico y dos que comparten Unión Fenosa e Iberdrola. Están repartidas por casi toda España, desde Algeciras a Santurce.

Años más secos

Las horas que funciona cada central depende principalmente de la demanda eléctrica y de la lluvia: los años más secos funcionan más porque los emblases producen menos electricidad. Las plantas más importantes superan las 4.000 horas al año, por lo que cerrarán antes de 2013. Estas centrales suman una potencia eléctrica de 6.500 megavatios, equivalente a un 80% de la potencia nuclear que hay en España. Las plantas que cerrarán emitieron el año pasado 23.860 toneladas de oxídos de nitrógeno y 85.802 de dióxido de azufre.

Las 43 centrales de carbón y fuel-gas restantes, que han decidido seguir funcionando, tendrán que implantar sistemas de desnitrificación y desulfuración para rebajar sus niveles de contaminación o entrar en la adquisición de derechos para que la reducción sea global. Las 23 centrales que cerrarán han considerado que ninguna de las dos opciones les sería rentable. En su lugar, las eléctricas ya ultiman centrales de ciclo combinado, que usan gas y contaminan menos.

El responsable de energía de Ecologistas en Acción, Ladislao Martínez, señala que es importante el cierre porque "es la primera vez que se antepone la calidad del aire a la producción eléctrica". Martínez, impulsor de la pregunta parlamentaria, asegura que "alrededor de algunas de estas centrales térmicas se han superado los niveles establecidos de calidad del aire, pero los gobiernos autonómicos lo ha pasado por alto esperando el plan de cierre". Un informe de Ecologistas en Acción basado en datos oficiales señala que, en 2003, alrededor de estas centrales se superaron en 84 ocasiones los niveles máximos permitidos de contaminación.

España se aleja de los niveles de emisión que Bruselas ha fijado para estas sustancias, según el Ministerio de Medio Ambiente. Además de las centrales, el tráfico es responsable de gran parte de las emisiones contaminantes.

El jueves pasado, el Ministerio de Medio Ambiente impidió por primera vez construir una central de gas por contaminar demasiado. La planta era un proyecto de Endesa en Sevilla y el ministerio argumentó en la declaración de impacto ambiental que la ciudad no podía asumir "nuevos focos de emisiones de óxidos de nitrógeno".