Llamando a la puerta de Blair
Empresarios y sindicatos exigen al primer ministro británico una respuesta sobre los presupuestos europeos en la cumbre de Londres
Las necesidades urgentes que padece el proyecto de construcción europea se agolpan a las puertas de Hampton Court. A medida que se acerca la cumbre de líderes europeos que se celebrará el próximo jueves en este palacio cerca de Londres, el debate sobre el modelo social europeo que promueve Tony Blair despierta más incertidumbre. El proyecto del premier británico de realizar un debate teórico y tranquilo sobre los efectos de la globalización en el modelo social y la seguridad europea tropieza con el malestar de los nuevos Estados, que ven aplazadas las discusiones sobre los presupuestos, vitales para su desarrollo. Empresarios y sindicatos también han tomado posiciones especificando sus propuestas concretas a las ideas genéricas de la presidencia.
Tras los noes a la Constitución Europea de Francia y Holanda y el fracaso de no poder aprobar el presupuesto (Perspectivas Financieras 2007-2013) del pasado junio, y ante el desánimo generalizado, Blair vio la oportunidad de imponer su liderazgo en el proyecto europeo. "Una cumbre dedicada exclusivamente al debate sobre el modelo social europeo sería su gran plataforma para difundir sus ideas de 'modernidad, flexibilidad y desregulación' del sistema anglosajón y contraponerlas a 'los viejos y caducos' modelos continentales", dice una fuente comunitaria.
Pero desde que Blair lanzó su proyecto antes del verano, la evolución del escenario político no le ha acompañado. Las esperanzas de consolidar una corriente liberalizadora se desvanecen. La nueva cumbre se celebrará con la presencia del aún canciller Gerhard Schröder, y sin que el nuevo Gobierno de Angela Merkel haya cerrado su programa político. También en Francia, el liberalismo de Nicolas Sarkozy flaquea en pleno debate sobre las subvenciones agrícolas. Tampoco la evolución económica del propio Reino Unido, con un crecimiento económico que ha descendido hasta el 1,6% y con una tarjeta roja por el déficit público, es la mejor carta de presentación para dar lecciones.
Una fuente diplomática sostiene que, "además de las discrepancias políticas de fondo, Blair ha calculado técnicamente mal los plazos y trabajos de su presidencia". Cita tres argumentos: "No ha contado con las necesidades de los nuevos Estados miembros que no pueden esperar hasta fin de año sin saber nada del presupuesto. Insiste en el debate de las subvenciones agrícolas olvidando el acuerdo de jefes de Estado y de Gobierno de 2002 y no ha hablado para nada del cheque británico".
El debate del 'cheque'
El cheque, señala otra fuente comunitaria, "es algo que prácticamente ningún Estado ha renunciado a discutir. Y si Blair quiere un acuerdo para final de año sabe que tendrá que pagar. Las presidencias siempre pagan para lograr acuerdos". El guante sobre el debate social lanzado por Blair ya ha sido recogido por empresarios y sindicatos. Frente a la discusión teórica de palacio, están las demandas urgentes de la sociedad. La Confederación Europea de Sindicatos (CES), que agrupa a más de 60 millones de afiliados, ya ha avisado que defenderá el modelo europeo caracterizado por "Estados de bienestar, servicios públicos y diálogo social". Su vicesecretario Reiner Hoffmann ha planteado una propuesta que puede tener consecuencias más serias: "En la década pasada, los salarios han sido responsables. Si hemos contribuido a la recuperación, necesitamos ahora una compensación salarial".
En el otro frente, Ernest Antoine Seillière, presidente de la influyente patronal europea UNICE, ha dirigido una carta a Blair con propuestas para la próxima cumbre. "Esperamos de los líderes un mensaje comprometido en la modernización y la reforma con el objetivo de la creación de empleo y fomentar el impulso empresarial".
El reto de India y China
Sin que se lo hubieran solicitado, Gordon Brown, el ministro del Tesoro británico, acaba de presentar un documento con la pretensión de que el discurso liberalizador y reformador sea el que presida la próxima cumbre. Aunque la iniciativa de Brown hay que leerla en clave doméstica en su búsqueda de un mayor protagonismo, de nuevo eclipsada por Blair, su texto constituye una documentada e inquietante exposición del espectacular avance de China y la India.
Las cifras del ministro de Finanzas hablan por sí solas y, con independencia de las recetas propuestas, constituyen un análisis riguroso del reto que supone para Europa el auge de las economías asiáticas. "Hace 20 años", señala Brown, "sólo el 10% de los productos manufacturados procedía de los países emergentes y en vías de desarrollo.
El desafío de China e India es tal que para 2020 esta participación se elevará al 50%". No es una cuestión del futuro, el volumen de productos chinos de calidad que se consumen en Europa y Estados Unidos es ya impresionante. China, que crece a un ritmo del 9,4% frente al 1,1% de la zona euro, fabrica el 70% de las fotocopiadoras, el 50% de las cámaras fotográficas, el 40% de los microondas y el 25% de los textiles que consumen los países occidentales.
El volumen del comercio chino se duplica cada tres años, al mismo ritmo que las exportaciones de servicios de la India. En 1990, China captaba el 1,7% de la Inversión Directa Exterior mundial, mientras que en 2004 alcanzaba ya el 10%, más que toda la Unión Europea sin el Reino Unido.
Para Brown, la próxima cumbre es "la hora de la verdad" y emplaza a Blair a que acuerde una respuesta. El rigor del análisis de la nueva Biblia contrasta con la escasa imaginación de sus propuestas: "Nuestra tarea ahora es equipar a Europa para el siglo XXI a través de reformas estructurales y presupuestarias, reformas sociales, reformas en el comercio, para crear una Europa global más competitiva que proporcione el pleno empleo".
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