Una vida entre telas
María Rosa Salvador, propietaria de una de las tiendas de costura más exclusivas de Madrid, celebra una doble conmemoración: 40 años dedicada a la moda y el 25º aniversario del premio Aguja de Oro, el primero ligado a este sector en España.
Hay gente que nace y otra que se hace. María Rosa Salvador es de las que han construido su pequeña catedral de moda piedra a piedra y con la sólida argamasa de su propia convicción y la de un equipo pequeño pero compacto. El mayor reconocimiento a su dedicación le ha llegado este año en forma de doble celebración: 40 años ininterrumpidos dedicada al negocio de la moda y el 25º aniversario de la Aguja de Oro, el primer premio dedicado en España a reconocer el talento de los creadores, y que debe a esta pequeña pero enérgica mujer su nacimiento y también su actual prestigio internacional.
"Desde muy joven he trabajado", explica Salvador, "y eso ya era muy revolucionario para una época en la que las mujeres lo que se planteaban era buscar un marido. Me apasiona la moda, y busqué mi sitio en el sector ofreciendo piezas especiales, muy seleccionadas, para lo que entonces se podía denominar la alta sociedad española".
De esta idea nació Dafnis, una tienda y taller que no se encuentra en ninguna de las rutas comerciales habituales de Madrid, pero a la que, entonces y ahora, saben acudir las mujeres que buscan un vestido exclusivo o ese trabajo detallista y minucioso que sólo consigue la costura más artesanal.
Hay que remontarse a 1965, y recordar el pobre panorama de moda que existía en España, para poder valorar adecuadamente lo que supuso la iniciativa de María Rosa Salvador, de cuya mano han llegado a nuestro país las creaciones de Givenchy, Chanel, Ungaro, Ralph Lauren o John Galliano, entre otros. Y después dar un salto de 15 años para calibrar el apoyo que supuso la creación de la Aguja de Oro, cuyo desarrollo ha ido en paralelo a la evolución social española y al desarrollo de la moda en nuestro país.
"Me invitaron a París a la entrega del Dedal de Oro el año que se lo dieron a Givenchy", recuerda María Rosa Salvador. "Cuando volví a Madrid decidí que nosotros teníamos que organizar un premio así. Era el inicio del despegue de la moda de España, por eso al principio los premiados fueron todos españoles; era nuestra forma de apoyar lo que teníamos aquí. Después llegó el momento de los italianos, y, a partir de los noventa, la internacionalización definitiva y los diseñadores de primera línea mundial".
Prestigio y publicidad no premeditada. Salvador es la primera sorprendida por la envergadura y la importancia que ha adquirido el premio con el paso del tiempo, y se siente obligada a explicar que ella se ha limitado a la organización, pero que los aciertos respecto a los premiados hay que agradecérselos a la certera opinión de un jurado por el que han pasado, a lo largo de los años, periodistas, estilistas especializadas, modelos y personajes conocidos de la sociedad española. "El premio no empezó con ninguna finalidad comercial, y no podíamos ni imaginar la repercusión que ha conseguido con el paso de los años. Además, no creo haber contribuido al cambio que ha experimentado España en el terreno de la moda por tener esta tienda de lujo. Las personas se mueven porque tienen ganas de hacer cosas y porque hay gente muy válida. Yo simplemente he sido una observadora atenta".
Sólo pequeñas sombras enturbian la felicidad de esta pionera: el avance todavía lento de la moda española -a la que le falta, desde su punto de vista, "apoyo de la industria y ese punto intermedio de calidad que manejan con maestría los italianos"- y el negro futuro que se adivina para la alta costura -"los precios se disparan, falta amor por los pequeños detalles, y además no hay gente con la suficiente paciencia para dedicarse a un trabajo que exige años de aprendizaje"-. En cualquier caso, se siente en su sitio justo e ilusionada por estos cumpleaños tan especiales, que celebra, desde el pasado día 21, con una exposición de 25 vestidos, uno por cada uno de los premiados con la Aguja de Oro, en el Museo del Traje de Madrid.
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