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Las lluvias aumentan las reservas de los pantanos y alejan las restricciones hasta la primavera

Los embalses estaban ayer al 35% de su capacidad, frente al 28% de la semana pasada

Las autoridades del agua empiezan a respirar. No ha pasado el susto, pero las últimas lluvias han producido un aumento de las reservas en los embalses, lo que prácticamente aplaza las restricciones a la primavera, siempre en el supuesto de que no llueva una sola gota de ahora a entonces. Y esta vez el agua ha caído repartida. La zona del Llobregat, que llegó a estar en el límite para entrar en emergencia (lo que ocurre cuando los reservas disminuyen al 20%), alcanzó ayer el 27,7%. Las reservas totales eran de 196 hectómetros la pasada semana, frente a los 244,9 de ayer.

La cuenca del Llobregat tiene tres embalses: La Baells, la Llosa del Cavall y Sant Ponç. La capacidad sumada de los tres es de 213,8 hectómetros cúbicos. El miércoles de la pasada semana, las reservas alcanzaban los 46 hectómetros cúbicos. Una semana después habían crecido hasta 59. En porcentaje, esto significa pasar del 21,52% al 27,7%. O lo que es lo mismo: de estar a punto de entrar en fase de emergencia a disponer de un colchón de agua apreciable.

Lo mismo ocurre en la cuenca del Ter, con la variante de que sus pantanos partían de una situación mejor que los del Llobregat. Hace una semana los embalses de Sau y Susqueda, con una capacidad sumada de 398 hectómetros cúbicos, tenían 123. Las mediciones hechas ayer por la Agencia Catalana del Agua elevaban esa cantidad a 146 hectómetros cúbicos. En términos porcentuales, del 31% se ha pasado en siete días al 36,84%. Y lo relevante a efectos de garantía de suministro es que 205,9 hectómetros corresponden a los embalses de las cuencas del Ter y el Llobregat, las más amenazadas en las semanas pasadas.

Lluvia después de la lluvia

Las cuencas internas cuentan con otros pantanos de capacidad menor: el de Boadella, que puede almacenar 61 hectómetros cúbicos, y los de Foix, Siurana y Riudecanyes, con una capacidad conjunta de 17,54 hectómetros.

"Lo importante", explicó ayer el director de la Agencia Catalana del Agua, Jaume Solà, "es que el agua caída equivale al consumo de un mes y medio más. En los peores momentos suponíamos que íbamos a entrar en fase de emergencia en noviembre, lo que hubiera hecho que la población notara las restricciones a principios de año. Las reservas actuales, sobre todo las del conjunto Ter-Llobregat, permiten aplazar la fase de emergencia hasta mediados de diciembre, lo que supone que la población no sufriría restricciones antes de mediados de febrero". Esto, señala Solà, en el caso improbable de que no llueva nada de aquí a esa fecha y de que no se produzcan nuevas escorrentías del agua ya caída. "Lo bueno para los pantanos es que llueva después de haber llovido, como ha ocurrido en estos días", apunta.

No obstante, los datos de los pantanos siguen mostrando que la situación es "descompensada", dice. El Llobregat sigue estando bajo de reservas, aun reconociendo que sus incrementos en siete días han sido apreciables. Y una vez dicho todo esto y soltado el suspiro de alivio, retoma el gesto de gestor preocupado y añade: "Pero seguimos en una situación de excepción y la sequía no ha terminado. Hay que seguir ahorrando y pensando en el futuro". En resumen, optimismo sí, pero dentro de un orden.

Según los cálculos provisionales de los daños ocasionados a los bienes públicos por las lluvias del pasado jueves en el Baix Empordà, ascienden a 14 millones de euros, según datos de los consistorios más afectados. Los alcaldes de Calonge, Palamós, Castell-Platja d'Aro, Sant Feliu de Guíxols y Santa Cristina d'Aro, entre otros, se reunieron ayer con el subdelegado del Gobierno en Girona, Francesc Francisco-Busquets, quien se comprometió a solicitar al Gobierno central un decreto específico de ayudas económicas. El objetivo es que las segundas residencias, que llegan al 90% en algunas localidades de la Costa Brava, puedan también ser objeto de ayudas específicas, informa Gerard Bagué.

El Servicio de Control de Mosquitos de la Bahía de Roses y el Baix Ter, pro su parte, realizó ayer una fumigación de urgencia desde el aire sobre unas 500 hectáreas para prevenir una posible plaga de mosquitos. La Dirección General de Emergencias desactivó el plan Inuncat.

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