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Reportaje:

La solución es hoy un problema

Alejandro Echevarría ha pasado de ser el empleado perfecto a convertirse en un directivo molesto para la junta del Barcelona por su currículo

Ramon Besa

Impecable como colaborador de Joan Laporta, Alejandro Echevarría se ha convertido a sus 40 años en un problema para la junta del Barça desde que en febrero de 2004 fue nombrado directivo "por su capacidad, por ser un valor añadido y porque apostamos por la diversidad". El presidente, y también cuñado, avaló el ingreso de Echevarría tanto en la junta como ante la asamblea de compromisarios, que por dos veces pidió garantías de que el nuevo dirigente nada tenía que ver con la Fundación Francisco Franco antes de aceptar su nombramiento, desmentido que hoy está en entredicho. En cuanto ha perdido el anonimato que tanto le protegía, y personalmente defendía, Echevarría se ha convertido en un personaje vulnerable. Los empleados difícilmente son noticia mientras que los socios acostumbran a chequear a los directivos en tanto que representantes del club. Así que, aun siendo la misma persona, a Echevarría se le mira hoy de distinta manera que cuando llegó al Camp Nou.

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Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, fundador del despacho profesional Echevarria Asociados, especializado en asesoramiento jurídico y económico de instituciones públicas y privadas, e hijo de Juan Echevarría Puig, ex presidente de Fecsa, Nissan Motor Ibérica y fundador en 1980 del partido Solidaridad Catalana, próximo a Alianza Popular, Echevarría siempre ha alternado con la sociedad civil catalana con independencia de su ideología. Alejandro, por ejemplo, fue el padrino de boda de Josep Pujol, uno de los hijos del ex presidente de la Generalitat, y siempre se llevó bien con Josep Lluís Núñez y Navarro, hijo del ex presidente del Barça. Extremadamente discreto y de trato amable, se suponía que no le gustaba el fútbol, y su número de carnet (93.025) confirma que no hace mucho tiempo que se dio de alta como socio del Barça. Aunque ya había liderado la moción de censura del Elefant Blau en marzo de 1998, a la familia Echevarria le extrañó que Laporta se presentara a las elecciones. Alejandro, sin embargo, se sumó al proyecto liderado por su cuñado desde que se presentó la candidatura y tras ser Laporta proclamado presidente. Actuó en la sombra, desde el despacho que en su día ocupó Nicolau Casaus, y cuidó especialmente de la seguridad y de los jugadores. Las amenazas que sufrió Laporta por parte de grupos violentos y la campaña de tolerancia cero que inició el club convirtieron a Echevarría en un empleado capital. Acostumbrado por tradición familiar a vivir entre medidas de seguridad, pues se dijo que la familia había sido amenazada por ETA, aplicó sus conocimientos y utilizó los contactos para proteger a la familia del presidente y acabó con la bronca que en el fondo norte del estadio protagonizaban los sectores más radicales, algunos próximos precisamente a su ideario franquista.

Quedaron tan contentos en la junta con su trabajo que incluso el entonces vicepresidente Sandro Rosell le animó a entrar en el consejo -o así lo dijo el propio Echevarría- como responsable de la seguridad y de la Oficina de Atención al Jugador. Alejandro se desvivió desde entonces por complacer a los futbolistas y se los ganó, al igual que al entrenador, porque nunca pidió nada a cambio por resolver sus problemas domésticos y asuntos administrativos delicados como las nacionalizaciones de Sylvinho, Edmilson y Messi. Echevarria se ganó al vestuario y se convertió, con Laporta y el vicepresidente Ferran Soriano, en uno de los directivos clave de la entidad. Nadie preguntaba ya por sus ideas políticas desde que Laporta limpiara su imagen en la asamblea e instara a los socios a demostrar lo contrario. El ex directivo Del Val recogió el guante y ha dado con unos papeles comprometedores. Así que, a día de hoy, Echevarria, que ha solucionado los problemas de los demás, no tiene quien resuelva el suyo. La junta se ha desentendido de momento del tema y Alejandro, que en su día fue pagano de la campaña y avalista del consejo, se defiende a título particular diciendo que se siente víctima de un encarnecimiento.

Alejandro Echevarría.
Alejandro Echevarría.ENRIC FONTCUBERTA

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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